F-35 de Lockheed Martin

F-35 de Lockheed Martin Lockheed Martin / Jonathan Case Omicrono

Observatorio de la Defensa

Canadá debe decidir pronto si ‘rendirse’ al sobrecoste del caza F-35 de Estados Unidos o buscar alternativas en Europa

Las cuentas más recientes de Ottawa apuntan a una subida de un 45% del coste total del programa, pasando de los 12.000 a casi 18.000 millones de euros.

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Las asperezas políticas entre Canadá y Estados Unidos parecen empezar a limarse. La visita del primer ministro Mark Carney a la Casa Blanca ha servido para calmar las agitadas aguas diplomáticas en las que ambos países llevan navegando desde que Trump declarara la guerra comercial a medio mundo.

Uno de los temas más urgentes para Canadá y en el que está involucrado EEUU es la renovación de su flota de cazas F-18, el único modelo que opera el país actualmente, y que ha sido una de las armas arrojadizas durante el conflicto arancelario.

En 2023, Canadá inició un programa de adquisición de 88 cazas de quinta generación F-35. De ellos, solo 16 formaron parte de una orden de compra en firme que planea incorporar entre 2028 y 2032.

Sin embargo, las 72 unidades restantes todavía son parte de un contrato de intenciones, un mecanismo muy común que utilizan los países para ir activando la compra en lotes para protegerse de cualquier contratiempo. Como así ha ocurrido.

Mientras la Real Fuerza Aérea Canadiense se prepara ya para recibir las primeras unidades dentro de poco más de dos años, el resto del pedido se mantiene en suspenso por, entre otras cuestiones, el importante incremento de precio que ha experimentado el programa.

Primer Ministro canadiense, Mar Carney, junto a su homólogo estadounidense Donald Trump

Primer Ministro canadiense, Mar Carney, junto a su homólogo estadounidense Donald Trump Europa Press

Coincidiendo con el momento de la firma, el Gobierno de Canadá publicó en 2023 que el acuerdo con Lockheed Martin alcanzaba los 12.000 millones de euros por el total del programa. Un precio que ya por entonces parecía demasiado bajo teniendo en cuenta la compra de los 88 aparatos, la construcción de infraestructura necesaria y todo el proceso de integración.

Este pasado mes de marzo, en plena guerra comercial abierta, el por entonces ministro de Defensa canadiense Bill Blair aseguró que se encontraban evaluando alternativas al F-35.

El motivo esgrimido entonces fue la intención de fabricar las aeronaves dentro de Canadá, algo a lo que Lockheed Martin no estaba abierta, pero sí otras compañías como la sueca Saab.

Pocos meses después, en junio, el principal organismo de control independiente del país dijo que comprar las aeronaves militares costaría, al menos, un 45% más de lo previsto inicialmente. Al mismo tiempo que el proyecto estaba amenazado por una importante escasez de personal.

De esta forma y si termina materializándose, el importe total del programa estaría muy cerca de los 18.000 millones de euros.

Con estos datos encima de la mesa, el primer ministro canadiense dijo que la decisión de continuar o no con la compra de los 88 cazas se tomaría a finales de verano, algo que no ha ocurrido. Se desconocen los motivos por los que se ha aplazado, aunque esperar a visitar la Casa Blanca y sentarse con Trump ha podido ser clave.

"Nuestra instrucción es continuar con el contrato... con los acuerdos que están vigentes hasta que tengamos noticias diferentes", dijo este pasado martes Stefanie Beck, viceministra de Defensa Nacional canadiense.

"Estamos trabajando a toda máquina concentrados en asegurarnos de que tenemos la infraestructura, los pilotos y el entrenamiento necesarios para la llegada de esos F-35", continuó Beck haciendo referencia a las 16 unidades comprometidas.

Los 93 cazas del modelo F-18 que vuelan actualmente en la Real Fuerza Aérea Canadiense comenzarán a darse de baja a partir del 2030, por lo que el margen de maniobra para cerrar otro contrato es mínimo. Menor todavía si se pretende construir una planta de ensamblaje en Canadá para el futurible nuevo modelo.

Esos condicionantes al programa son también las justificaciones que ponen aquellos que ven con buenos ojos la compra de F-35, pero no las únicas.

Fábrica de los F-35

Fábrica de los F-35 Lockheed Martin

El embajador de Estados Unidos en Canadá, Pete Hoekstra, ha rechazado la idea de una flota de cazas mixta en la Real Fuerza Aérea Canadiense.

El motivo aportado por el diplomático es que un caza de fabricación europea adquirido por Ottawa dificultaría la interoperabilidad con el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD), el paraguas defensivo bajo el que Estados Unidos y Canadá se coordinan.

Apuesta a un caza y alternativa

La apuesta por un solo modelo de caza supone algunas ventajas importantes —facilidad de mantenimiento, logística más simple y un abaratamiento general del sostenimiento— y también algunos inconvenientes críticos.

En Europa, la doctrina de las Fuerzas Aéreas suele basarse en contar con dos modelos de cazas diferentes. En España, actualmente se encuentran en servicio los F-18 y los cazas Eurofighter, una capacidad esencial si, por cualquier cuestión técnica, toda la flota de un modelo debe quedarse en tierra.

El secretario de Estado de Adquisiciones de Defensa canadiense, Stephen Fuhr, asegura que una flota mixta le da a Canadá más opciones para enfrentar amenazas diversas, en lugar de depender de una sola herramienta para resolver un problema.

"¿Qué pasa si tienes que persistir en ese espacio durante meses y años? La herramienta que utilizas, ¿es la herramienta adecuada para hacer ese trabajo?", aseveró Fuhr el martes.

Cazas Gripen en formación de vuelo

Cazas Gripen en formación de vuelo Saab

"Es una forma muy simplista de verlo", afirmó el secretario de Estado. "Pero necesitamos contar con una amplia gama de capacidades para afrontar todas las eventualidades que podamos enfrentar".

Si bien oficialmente no se ha mencionado a ningún fabricante europeo en particular, la sueca Saab es una de las mejor posicionadas. Quedó segunda en la competición por hacerse con el contrato, que finalmente ganó Lockheed Martin con el F-35, y aportaba algunas ventajas clave.

La propuesta de Saab prometió que el ensamblaje de su caza Gripen se realizaría en territorio canadiense y que habría una transferencia de propiedad intelectual con el objetivo de permitir el mantenimiento de las aeronaves allí.

El desarrollo del Gripen comenzó a finales de los años 70 cuando el Gobierno sueco solicitó a la compañía el estudio para el diseño de un caza multipropósito para relevar al Saab 35 Draken. Tras unos años de trabajo de ingeniería, el primer vuelo se efectuó en 1988 y se introdujo oficialmente en la Fuerza Aérea del país escandinavo en 1996.

En cuanto a capacidades, es uno de los cazas multipropósitos más respetados de todo el panorama internacional. En buena parte por las continuas actualizaciones y programas de modernización que Suecia ha ido enlazando desde que prácticamente la primera aeronave se incorporara a filas.