Miembros de las fuerzas de seguridad sirias toman posición dentro de una casa, en Sueida.

Miembros de las fuerzas de seguridad sirias toman posición dentro de una casa, en Sueida. Karam al-Masri Reuters

Oriente Próximo

El presidente de Siria baja las orejas tras el ataque de Israel para evitar una guerra que entierre su Transición

De Bakú a Damasco, el líder islamista de la transición siria protagoniza un pulso fallido con Israel.

Tel Aviv castiga el exceso de confianza sirio, entre la violencia sectaria, antiguos espías y líneas rojas, según una publicación especializada en Siria.

Más información: El Ejército de Israel bombardea el Ministerio de Defensa sirio en Damasco y lanza un ataque con drones contra Al Sueida

Estambul
Publicada

En una sala discreta de Bakú, lejos de los focos y las cámaras, representantes del Gobierno interino de Siria y del Estado de Israel mantuvieron una reunión de alto nivel el sábado 12 de julio —una escena digna de una novela de espionaje, según Syria in Transition, una revista política especializada en Siria—.

A puerta cerrada, discutieron las condiciones para un nuevo acuerdo de seguridad. La delegación siria, convencida de que la coyuntura regional ofrecía una oportunidad única, propuso restaurar el antiguo acuerdo de alto el fuego de 1974 e implementar medidas recíprocas de fomento de la confianza.

El Gobierno sirio ya había retirado armamento pesado del sur de Siria y había transferido el archivo completo sobre Eli Cohen, el espía ejecutado en Damasco en 1965 y convertido desde entonces en un símbolo nacional en Israel.

Pero, según la publicación, la propuesta siria fue rechazada. Israel consideró obsoleto el marco de 1974 y exigió en su lugar un acuerdo de seguridad completamente nuevo, presencia militar más allá de los Altos del Golán y una normalización diplomática plena, inspirada en el modelo emiratí: embajadas, comercio y libertad de movimiento.

Siria se negó. Sin embargo, cuando Damasco propuso avanzar con la integración de Suaida como medida recíproca de fomento de la confianza, una región habitada por drusos que había resistido el control desde la capital, Israel pareció dar luz verde. O eso creyó la delegación gubernamental.

Desde la perspectiva israelí, la luz verde era para un gesto limitado: restaurar los servicios del Estado y establecer una seguridad local a cargo de voluntarios drusos. Desde el lado sirio, en cambio, se entendió como una luz verde para la toma total de la provincia por parte de las autoridades centrales.

Un malentendido con efectos letales

El gobierno transicional, liderado por el islamista Ahmad al-Sharaa (antiguo líder de Al-Qaeda en Siria bajo el nom de guerre Abu Mohamed al-Jolani), utilizó la violencia en curso entre drusos y beduinos en Suaida como pretexto para enviar fuerzas de seguridad y llevar a cabo lo que consideraba un acto legítimo de imposición de la soberanía del Estado sobre milicias que operaban fuera de la ley.

Pero la operación salió mal: los agentes de seguridad, en su mayoría voluntarios sin experiencia, entraron en la zona sin coordinarse con las milicias drusas leales al jeque Hikmat al-Hajari y fueron emboscados.

En respuesta, el Ejército sirio intervino con armamento pesado y ocupó por la fuerza la ciudad, matando a numerosos milicianos drusos. Israel respondió atacando intensamente al Ejército y las fuerzas de seguridad sirias e incluso bombardeó el cuartel general del ejército sirio en Damasco. El saldo: 360 soldados del gobierno muertos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (SOHR).

Sharaa: del heroísmo callejero al traspié internacional

“Al-Sharaa cometió un grave error de juicio”, afirma Malik al-Abdeh, editor de Syria in Transition, al describir este posible punto de inflexión en la transición siria.

“No se trata solo de una agresión por parte de Israel: es Sharaa intentando forzar un fait accompli. Creía contar con el respaldo de Estados Unidos, basándose en las ambiguas declaraciones de Tom Barrack (embajador estadounidense en Turquía y enviado especial para Siria), sobre el rechazo al federalismo y la necesidad de que los kurdos lleguen a un acuerdo con Damasco”, explica a EL ESPAÑOL.

Algunos rumores apuntan a que Israel pudo haber tendido una trampa al nuevo líder sirio aprovechando esa ambigüedad. Pero las fuentes confirman lo que el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, ya había insinuado: fue un malentendido, y ha dado la bienvenida al alto el fuego, además de anunciarlo oficialmente.

Un grupo de personas se trasladan desde Suaida debido a los últimos ataques.

Un grupo de personas se trasladan desde Suaida debido a los últimos ataques. Reuters

Pese al revés militar, Al-Sharaa ha ganado popularidad entre las bases suníes, donde su desafío a Israel y a Al-Hajari —considerado un traidor alineado con Tel Aviv— ha sido celebrado. Pero esa misma acción ha desatado un peligroso aumento del sectarismo, con discursos que acusan a los drusos de traición y llaman al boicot económico contra Suaida.

“El lenguaje sectario por todas partes es alarmante”, advierte Al-Abdeh. “Cualquiera que desee una Siria estable debería preocuparse”.

Sin embargo, el prestigio del líder transicional entre los actores internacionales ha quedado comprometido. “La escalada daña la reputación de Al-Sharaa como líder que persigue de forma eficaz la reconciliación dentro de Siria y con los países vecinos. También podría generar una brecha entre él y los ministros que dirigen sus carteras de seguridad”, señala Richard Outzen, investigador sénior no-residente del Atlantic Council. Cualquier indicio de caos o violencia sectaria ralentiza el proceso de estabilización, reconstrucción y reintegración regional del nuevo gobierno sirio, agrega.

Ömer Özkizilcik, también del Atlantic Council, coincide con que el liderazgo transicional sirio se ve debilitado: “La escalada amenaza el objetivo de Ahmad al-Sharaa de consolidar el control estatal sobre todo el territorio sirio. Por tanto, esto supone un revés para que Siria logre ejercer control, establecer la integridad territorial y la soberanía territorial. Y ahora, parece muy difícil que Ahmad al-Sharaa pueda extender el control gubernamental también sobre el noreste de Siria”, donde las fuerzas kurdas mantienen una autonomía de facto.

El jueves, las fuerzas de Damasco abandonaban Suaida. Según el líder sirio, la retirada tenía como objetivo evitar una escalada regional. Al mismo tiempo, condenó los ataques israelíes y prometió justicia para las víctimas.

Ahora Israel exige la retirada total de las tropas sirias de Daraa, otra región clave en el sur. Como señala Malik al-Abdeh, esta exigencia supone un golpe simbólico para el gobierno transicional, al poner en duda su capacidad para ejercer soberanía incluso sobre territorios que considera parte integral del país. “Es una situación desafortunada para el Gobierno”, afirma.

Ahora persisten las dudas sobre el futuro de Suaida y la estabilidad del liderazgo de Al-Sharaa.

Israel: disuasión e intereses drusos

Desde la perspectiva israelí, lo ocurrido fue una violación de los entendimientos verbales alcanzados en la capital de Azerbaiyán el fin de semana. Outzen señala que Israel quiere imponer sus líneas rojas en torno al Golán, estableciendo zonas de exclusión para fuerzas alineadas con Damasco. Además, “Israel ve a los drusos como una minoría amenazada y no como un asunto interno sirio”, explica.

“La disuasión mediante el uso del poder militar se ha convertido en el modo de actuación por defecto del Gobierno de Netanyahu desde el 7 de octubre, y el Gobierno de Sharaa sigue siendo percibido en gran medida como un objetivo a disuadir, más que como un socio emergente”, agrega el estadounidense.

El mismo jueves, Israel confirmaba los motivos de su ataque a Damasco en un comunicado en el que alegaba que Al-Sharaa violó dos líneas rojas de Israel: la desmilitarización al sur de Damasco y la protección de la comunidad drusa en su región.

Según Benjamin Netanyahu, las fuerzas sirias entraron en la zona prohibida y comenzaron a “masacrar” a los drusos, lo que llevó a Israel a responder con contundencia, incluyendo bombardeos a unidades militares y al propio Ministerio de Defensa en Damasco.

Özkizilcik es más tajante: “Israel tiene dos objetivos. Uno simbólico, relacionado con su comunidad drusa. Y otro estratégico, que es evitar que Siria se convierta en un Estado estable y unificado. Prefiere una Siria débil, dividida y caótica”.

Una persona habla con soldados israelíes, cerca de la línea de alto el fuego entre los Altos del Golán ocupados por Israel y Siria.

Una persona habla con soldados israelíes, cerca de la línea de alto el fuego entre los Altos del Golán ocupados por Israel y Siria. Reuters

El analista turco considera que el argumento de protección a los drusos es más una excusa que una motivación real. “En 2018, cuando ISIS mató a más de 250 drusos, Israel no intervino”.

Turquía: decepción con Sharaa

Entre los más frustrados con Al-Shara se encuentra Turquía. “Lo apoyaron en todo momento para estabilizar el país. Ahora sienten que deben intervenir para salvar la situación”, resume Al-Abdeh. Ankara ve cómo su apuesta por un Estado sirio centralizado se debilita, mientras que el conflicto con los drusos refuerza los argumentos a favor del federalismo, precisamente lo que intenta evitar.

La incapacidad de Damasco para someter a una comunidad tan reducida como la drusa refuerza, además, la posición negociadora de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), dominadas por kurdos. Para Ankara, si Al-Sharaa no logra imponerse en Suaida, difícilmente podrá hacerlo en el noreste, donde las SDF son mucho más fuertes.

Después de este tropiezo, Turquía podría presionar por una reorganización del aparato de toma de decisiones en Siria. Aunque no hay alternativas claras a Al-Sharaa, los observadores anticipan que podría buscar reemplazar a altos cargos y consultar más estrechamente con Ankara en cada paso.

EEUU: mediador parcial

Pese a los intentos de desescalada, Estados Unidos ha actuado más como transmisor de exigencias israelíes que como garante del equilibrio. Özkizilcik cree que Washington quiere la paz, pero se decanta por Tel Aviv: “La mediación estadounidense se limitó a intentar imponer las demandas israelíes a Siria”. La percepción general es que Washington se alineará con Israel en caso de una escalada directa.

Para Outzen, la política de EEUU y Turquía es “fomentar la estabilización y la integración regional de Siria, así como el comercio y la reconstrucción”.

En resumen, tanto Ankara como Washington desean una desescalada y un entendimiento más sólido entre Damasco y Tel Aviv.

Un equilibrio roto

Mientras algunos medios alertan del riesgo de escalada regional, la retirada de Al-Sharaa de la región drusa y los expertos consultados por EL ESPAÑOL indican que, de momento, no va a producirse.

“Hasta ahora, hemos tenido más de 800 bombardeos israelíes contra Siria y una expansión de la ocupación israelí, pero sin represalias por parte del gobierno sirio. Si el Gobierno sirio decidiera responder a lo que percibe como una agresión israelí, una escalada regional sería perfectamente posible. No obstante, con el alto el fuego negociado entre Turquía y Estados Unidos, este escenario parece haberse evitado. Al menos por ahora”, pronostica Özkizilcik.

La ofensiva sobre Suaida ha quebrado el equilibrio que sostenía al gobierno transicional de Al-Sharaa: promesas de estabilidad, diplomacia hábil y fuerza contenida. Las consecuencias no se medirán solo en bajas o líneas de control, sino en la credibilidad de un liderazgo que, por primera vez desde la caída de Bashar al-Asad, muestra grietas profundas.

Tal vez Israel le tendió una trampa. Tal vez Al-Sharaa no era tan inteligente como decía Donald Trump. En geopolítica, como en las novelas negras, no importa quién dispara primero, sino quién queda en pie. Y esta vez, Al-Sharaa pestañeó.