Donald Trump gesticula durante una rueda de prensa en una cumbre de la OTAN en La Haya, Países Bajos, el 25 de junio de 2025.

Donald Trump gesticula durante una rueda de prensa en una cumbre de la OTAN en La Haya, Países Bajos, el 25 de junio de 2025. Yves Herman Reuters

Oriente Próximo

Trump negociará con Irán sobre el programa nuclear que dice haber destruido "por completo"

La Casa Blanca desacredita a las agencias de inteligencia de EEUU que minimizan los daños contra las instalaciones nucleares iraníes y carga contra los medios que amplifican las dudas sobre el alcance de la operación Martillo de Medianoche.

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La Guerra de los Doce Días entre Israel e Irán quedó cerrada en falso el pasado lunes con el precario acuerdo de alto el fuego que impulsó Donald Trump. Tanto el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, como el presidente iraní, Masud Pezeshkian, cantaron victoria en cuanto cesaron las hostilidades.

Enterrada el hacha de guerra, las delegaciones diplomáticas de Estados Unidos y de Irán planean volver a reunirse la próxima semana para reanudar las negociaciones que deben alumbrar un nuevo acuerdo nuclear. Así lo anunció ayer el mandatario estadounidense al término de la Cumbre de la OTAN en La Haya.

"Vamos a hablar con ellos la semana que viene, con Irán. Puede que firmemos un acuerdo. No lo sé. Pero no creo que sea necesario", declaró Trump, que no ve a los iraníes "volviendo al negocio nuclear. Creo que ya tuvieron suficiente".

El inquilino de la Casa Blanca, de todos modos, trató las negociaciones con su habitual desdén: "No creo que sea tan necesario. Tuvieron una guerra, pelearon y ahora están volviendo a su mundo. No me importa si tengo un acuerdo o no". Irán, por su parte, ni siquiera ha confirmado a través de sus canales oficiales que la cita vaya a tener lugar.

Flanqueado por Marco Rubio y Pete Hegseth, sus secretarios de Estado y de Defensa, respectivamente, Trump aprovechó el escenario de la OTAN para desmentir el informe preliminar de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por sus siglas en inglés) que, lejos de confirmar que la ofensiva estadounidense sobre las instalaciones nucleares de Isfahán, Natanz y Fordo —que Trump comparó sin rubor con Hiroshima y Nagasaki— había "destruido completamente" el programa nuclear iraní, se limitaba a decir que la operación Martillo de Medianoche sólo lo retrasó varios meses.

Antes y después de la zona de Fordow, tras los bombardeos de EEUU.

Antes y después de la zona de Fordow, tras los bombardeos de EEUU. Reuters

Perro de presa, Hegseth tomó la palabra en ese momento para apostillar que "la habilidad y el coraje que se necesitó para ir a territorio enemigo, volando 36 horas en nombre del pueblo estadounidense... para acabar con un programa nuclear está más allá de lo que cualquiera en esta audiencia pueda comprender. Y luego el instinto, el instinto de la CNN... El New York Times es tratar de encontrar una manera de darle la vuelta por sus propias razones políticas, para tratar de hacer daño".

El jefe del Pentágono aseguró que la información recabada por sus subordinados era "falsa", pero se comprometió a investigar el origen de la filtración, mientras que la directora de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Tulsi Gabbard, cerró filas con su jefe a través de la red social X después de haber recibido su desprecio: "Nueva información de inteligencia confirma lo que el presidente ha declarado en numerosas ocasiones: las instalaciones nucleares de Irán han sido destruidas".

"Si los iraníes decidieran reconstruirlas, tendrían que reconstruir por completo las tres instalaciones (Natanz, Fordo, Isfahán), lo cual probablemente tomaría años", añadió la excongresista demócrata, que no dudó en cargar las tintas contra los medios que publicaron la información, en línea con Trump.

De hecho, el director de la CIA, John Ratcliffe, detalló en un comunicado que nueva inteligencia recabada por su agencia muestra que los bombardeos "dañaron gravemente" el programa nuclear iraní y que a Teherán le llevará "años" reconstruir sus instalaciones nucleares.

La incógnita del uranio

Alrededor de 400 kilos de uranio enriquecido al 60 por ciento que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) monitorizaba antes del conflicto siguen en paradero desconocido. El informe de la agencia de inteligencia del Pentágono —que tanto Trump como Hegseth se esforzaron en desacreditar— estima que buena parte del uranio enriquecido, que puede servir como combustible para desarrollar cabezas nucleares, había sido trasladado con antelación y conducido hacia otras instalaciones secretas.

Trump, en cambio, garantizó que las autoridades iraníes no tuvieron tiempo de hacerlo. "Es muy pesado, es muy difícil de mover", insistió.

El mandatario estadounidense, que desautorizó a sus propios servicios de inteligencia, esgrimió en su lugar un documento de la comisión israelí de energía atómica, que depende de la oficina de Netanyahu, para tratar de demostrar que el ataque estadounidense sobre Fordo "destruyó su infraestructura crítica y la dejó inoperable".

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth, durante la rueda de prensa al final de la cumbre de la OTAN en La Haya.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth, durante la rueda de prensa al final de la cumbre de la OTAN en La Haya. Reuters

En esta línea, el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el general de brigada Effie Defrin, aseguró ayer que, aunque es "demasiado pronto" para sacar conclusiones, los resultados de los ataques aéreos sobre el programa nuclear iraní habían sido "incluso mejores de lo que esperábamos". "La estimación es que causamos un daño significativo al programa nuclear y lo hemos hecho retroceder años", aseguró Defrin, sin ofrecer pruebas.

"Incluso si las tres instalaciones fueran destruidas, y es un gran 'si', Irán no necesita reconstruirlas completamente para suponer una amenaza de proliferación", explica la especialista Kelsey Davenport. "Si algunas centrifugadoras y uranio altamente enriquecido sobrevivieron, Irán puede avanzar más rápidamente hacia la fabricación de armas o mantener el estatus de umbral".

Dudas

La Administración de Barack Obama tardó nada menos que dos años en sellar el Plan de Acción Nuclear Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés). En esas negociaciones —en las que participaron China, Rusia, Alemania, Francia y Reino Unido, además de la Unión Europea— estuvo presente, por cierto, el actual ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, que conversó por última vez con el representante de la Administración Trump, Steve Witkoff, hace un mes.

El acuerdo funcionó desde julio de 2015 hasta mayo de 2018, cuando Trump decidió retirar de forma unilateral a Estados Unidos. Ahora, casi nadie espera que el mandatario republicano vaya a tener la misma paciencia que Obama para alcanzar un acuerdo en esta materia con Irán. Siempre suspicaz, la República Islámica tampoco tiene motivos para confiar en él. Los precedentes no invitan al optimismo.

Vista de las secuelas de un ataque israelí a un edificio la semana pasada, tras el alto el fuego entre Israel e Irán, en Teherán, Irán, 25 de junio de 2025.

Vista de las secuelas de un ataque israelí a un edificio la semana pasada, tras el alto el fuego entre Israel e Irán, en Teherán, Irán, 25 de junio de 2025. Majid Asgaripour Reuters

El escenario actual a nivel interno coloca en muy mala posición a los reformistas. Proclives a limar asperezas con Occidente y, por qué no, negociar de tú a tú con Estados Unidos, el sector moderado del régimen iraní queda desacreditado para futuras aventuras posibilistas.

Irán se abrió a negociar el alcance de su programa nuclear con Estados Unidos, y cinco meses después sus instalaciones acabaron encajando sus golpes, en forma de bombas antibúnker de 13,6 toneladas. Los ultraconservadores pueden decir ahora, no sin razones, que la vía del diálogo con Washington no lleva a ninguna parte.

Hostilidad

"Muerte a América. Muerte a Israel", entonaron ayer los diputados iraníes desde un Parlamento semivacío que, sin embargo, aprobó un proyecto de ley que obliga al Gobierno del reformista Pezeshkian a suspender toda cooperación con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), el organismo de control nuclear de la ONU. La medida contó con el respaldo de 221 de los 223 legisladores presentes. Sólo hubo una abstención y un voto en contra.

"Quedará prohibida la instalación de cualquier cámara de salvaguardias o del Protocolo Adicional", explicó el vicepresidente de la Comisión de Seguridad Nacional del Parlamento, Mahmoud Nabavian. "Además de la entrada de cualquier inspector, ya sea el director general, sus subordinados o cualquier funcionario de la AIEA", remató.

Aunque mermada tras la retirada de Trump del acuerdo nuclear, la colaboración de Irán con el organismo de control de Naciones Unidas se mantuvo en pie. Hasta que comenzó la guerra, sus inspectores tenían permiso para acceder con cierta frecuencia a las instalaciones de Isfahán, Natanz y Fordo. Ahora, la cooperación pende de un hilo.

Los legisladores iraníes acusan al director general de la AIEA, Rafael Grossi, de servir en bandeja el pretexto para entrar en guerra a Israel y Estados Unidos. De hecho, un día antes de que Netanyahu ordenara los primeros ataques contra Irán, la junta de gobernadores de la agencia de control nuclear de la ONU adoptó una resolución que, por primera vez, constataba que Irán estaba incumpliendo sus obligaciones de no proliferación.

Nabavian puntualizó, sin embargo, que "esto no se trata de salir del Tratado de No Proliferación Nuclear". "Estamos comprometidos con este tratado y hemos declarado al mundo que todas nuestras actividades nucleares son y han sido pacíficas", subrayó.

Pero el presidente del Parlamento, Mohammad Bagher Ghalibaf, uno de los dos principales candidatos de la línea dura del régimen en las elecciones presidenciales del pasado año, prometió ayer que "el programa nuclear pacífico de Irán continuará a un ritmo más rápido".

Después del ataque estadounidense de la madrugada del domingo, el Majlis también aprobó el cierre del estrecho de Ormuz. Una medida de consecuencias potencialmente devastadoras para la economía global que, para entrar en vigor, requiere de la ratificación del Consejo de Guardianes, el órgano de doce juristas que se encarga de supervisar que las leyes cumplen con la Constitución y los principios islámicos.

El cierre del cuello de botella por el que cruza nada menos que el 20 por ciento del crudo a nivel mundial es poco probable tras el cese de las hostilidades, pero no deja de ser un síntoma del estado de ánimo que se respira en Irán. Un clima en absoluto esperanzador para cualquier entendimiento.