El depósito de petróleo de Sharan después de los ataques israelíes.

El depósito de petróleo de Sharan después de los ataques israelíes. WANA

Oriente Próximo

"No hay precedentes en la historia reciente": así consiguieron los espías israelíes poner a Irán contra las cuerdas

En la madrugada del viernes 13 de junio docenas de cazas israelíes bombardearon la república islámica sin apenas oposición. No hubiese sido así sin la ayuda brindada por sus servicios secretos.

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“Millones de dólares invertidos y años de dedicación”. Así es como describe la inteligencia israelí el trabajo de campo que permitió, la semana pasada, lanzar un ataque relámpago sobre Irán que, de forma casi simultánea, acabó con la vida de una docena de generales y dañó gravemente la infraestructura militar y nuclear de la república islámica.

“Desde el punto de vista de un servicio de inteligencia lo que hemos visto es una de las hazañas más impresionantes de la guerra moderna”, explicaba –bajo condición de anonimato– un antiguo funcionario del Departamento de Defensa estadounidense al Financial Times. “Se ha conseguido un dominio sobre el enemigo, una capacidad de penetración, sin precedentes en la historia reciente”.

El elogio se refiere al hecho de que en la madrugada del viernes 13 de junio docenas de aviones de combate israelíes pudieron cubrir tranquilamente la distancia entre Israel e Irán –1.500 kilómetros de distancia sobrevolando Jordania e Irak– y luego operar sobre la república islámica con precisión de cirujano sin tener que preocuparse por sortear las defensas antiaéreas iraníes. Y es que éstas habían sido previamente anuladas por un esfuerzo combinado del Mossad –la famosa agencia de espionaje israelí– y Aman –el servicio de inteligencia militar de las Fuerzas de Defensa de Israel–.

Además de inversiones multimillonarias y años de investigación, a la hora de preparar la operación sus responsables dicen haberse apoyado en casi cualquier recurso que pudiese ser mínimamente útil. Satélites comerciales, teléfonos pirateados, agentes encubiertos y almacenes secretos, entre otras cosas. Recursos conseguidos, en parte, gracias a la colaboración de varios civiles israelíes que trabajan en el sector privado de gremios como el de las telecomunicaciones o el de la ingeniería informática.

En la prensa internacional han aparecido dos ejemplos de esto último. Un ejecutivo a sueldo de una ‘teleco’ afincada en Europa al que se le pidió diseñar un teléfono “parecido a un Android barato pero que pueda transmitir datos encriptados que imiten el tráfico de las redes sociales” y el empleado de una startup dedicada al campo de la salud al que se le pidió modificar un algoritmo para analizar ciertas imágenes obtenidas vía satélite. Los nombres de estos dos civiles no han trascendido.

“Israel combinó un ataque de decapitación con la disrupción cognitiva”, escribía horas después del inicio de las hostilidades la analista Zineb Riboua, del think tank Hudson Institute. “El elemento de guerra psicológica —que el ataque provenía de territorio iraní— amplificó sus efectos cinéticos, dejando a Teherán paralizado e incapaz de determinar si había sido infiltrado o superado en estrategia”. “La capacidad de respuesta del régimen se desplomó antes de que pudiera implementar una sola contramedida”, sentenciaba Riboua.

Miedo y nerviosismo en Irán

Las formas de la ofensiva israelí –que sigue su curso una semana después de comenzar mientras Irán responde lanzando misiles balísticos– ha generado bastante nerviosismo entre los encargados de la seguridad iraní. Hasta el punto de haber hecho un llamamiento a la población local para que peine los tejados de sus casas y reporte cualquier objeto sospechoso.

En paralelo, el jefe de la policía de la república islámica, Ahmad Reza Radan, ha lanzado un mensaje dirigido a todos aquellos que están trabajando para Israel dentro de territorio iraní. Si se entregan antes de que se les pille, dice, “recibirán la clemencia islámica”. De lo contrario lo que les espera es una sentencia de muerte.

Por lo pronto, la contrainteligencia iraní ha detenido a varias personas acusadas de colaborar con Israel. Ninguna de ellas, por cierto, tiene pasaporte israelí. Todas serían –si las acusaciones son ciertas– agentes locales. Ante la pregunta de por qué hay iraníes colaborando con el enemigo, las respuestas son varias: algunos podrían estar haciéndolo por dinero, otros porque han sido coaccionados, y también podría haber gente colaborando por convencimiento. Es decir: por oposición al régimen de Alí Jamenei.

Además de todo lo anterior, la agencia de noticias local Fars, asociada a la Guardia Revolucionaria, ha dicho que algunos teléfonos móviles intervenidos por Israel no se estarían utilizando solo para labores de vigilancia sino también para eliminar a sus portadores. Tal y como sucedió en una operación contra Hezbolá el año pasado. “Todos los teléfonos móviles en manos de comandantes, altos funcionarios, científicos nucleares y sus familias deben ser retirados”, ha dicho al respecto Hamid Rasaee, un diputado iraní.

Una pancarta poco amable con Netanyahu y Gallant, fotografiada en la protesta del pasado viernes en Teherán.

Una pancarta poco amable con Netanyahu y Gallant, fotografiada en la protesta del pasado viernes en Teherán. WANA

Los generales que ya no están

Horas después del primer bombardeo israelí las autoridades iraníes confirmaron la muerte de Mohammad Bagheri; el máximo líder militar de Irán desde que en 2016 asumió el mando del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.

Esa noche también murieron Gholamreza Mehrabi, una figura discreta que sin embargo desempeñaba el cargo de subcomandante de inteligencia del Estado Mayor, y Mehdi Rabbani; un veterano de la guerra entre Irán e Irak –ocurrida durante los años ochenta– que en el momento de su muerte era subcomandante de operaciones del Estado Mayor.

La famosa Guardia Revolucionaria también ha quedado descabezada por la ofensiva israelí. Los generales Hossein Salami –su comandante en jefe–, Amir Ali Hajizadeh –el responsable de sus fuerzas aeroespaciales y responsable del programa de misiles balísticos– y Gholam Ali Rashid –jefe del Cuartel General del Comando Central Khatam Al-Anbia– habrían muerto. Dice Israel que también ha eliminado al general de división Ali Shadmani, segundo de Rashid, pero Irán aún no lo ha confirmado.

Tampoco ha sobrevivido a los primeros días de ofensiva el que era jefe de los servicios de inteligencia de la Guardia Revolucionaria, Mohammad Kazemi, ni su lugarteniente, Hassan Mohaghedh, conocido entre los servicios secretos estadounidenses por haber liderado varias operaciones de contraespionaje en Siria con el fin de proteger el régimen de Bashar al-Assad.

En paralelo, durante aquella madrugada del viernes los cazas israelíes también mataron a varios científicos nucleares. Entre ellos destacan los nombres de Mohammad Mehdi Tehranchi, físico teórico y presidente de la Universidad Islámica Azad de Teherán; Fereydoon Abbasi, físico nuclear, exdirector de la Organización de Energía Atómica de Irán y alguien que ya fue víctima de un intento de asesinato por parte de Israel en 2010; y Amir Hossein Feqhi, exdirector adjunto del citado organismo, director de un centro de investigación nuclear y profesor en la Universidad Shahid Beheshti.

El informe israelí que espolea a Trump

Una de las grandes preguntas en torno a lo que está ocurriendo entre Israel e Irán tiene que ver con Donald Trump. ¿Qué piensa el presidente de Estados Unidos al respecto?

Porque no hay que olvidar que Trump llevaba meses apostando por la vía diplomática. De hecho, tras el primer ataque israelí la Casa Blanca quiso desmarcarse del mismo asegurando que no había tenido nada que ver. Un desmarque confirmado poco después en las páginas del New York Times, que publicó un extenso reportaje explicando que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, llamó a Washington solo para informar de que Israel iba a proceder con el ataque. Es decir: no llamó para consultar o pedir permiso sino para transmitir un hecho consumado.

El objetivo de su ofensiva, dijo, no era otro que impedir el desarrollo inminente de armamento nuclear por parte de Irán.

No mucho después, empero, Trump aparcó su contrariedad, cambió de registro y comenzó a lanzar amenazas contra Irán y Jamenei a través de sus redes sociales. Y cuando el pasado martes fue preguntado por las declaraciones de Tulsi Gabbard, su directora de Inteligencia Nacional y alguien que ha negado que Irán esté cerca de desarrollar armas nucleares, el presidente respondió: “Me trae sin cuidado lo que ella diga”.

¿De dónde viene un cambio de opinión semejante? Dejando a un lado la personalidad del propio Trump y la posibilidad de no querer quedar como un líder al que le sobrepasan los acontecimientos, parece que ese cambio de registro tendría que ver, también, con un informe confidencial que la inteligencia israelí habría remitido a Washington.

En dicho informe –al cual ha tenido acceso la revista The Economist a través de terceras personas– la inteligencia israelí ofrece conclusiones opuestas a lo dicho por Gabbard y por otros expertos que niegan que Irán estuviese cerca de tener armamento nuclear.

El documento dice, por ejemplo, que hace seis años varios científicos iraníes formaron una célula secreta por orden de Jamenei llamada “Grupo Especial de Progreso”. ¿Su objetivo? Acelerar el programa nuclear iraní.

El informe también dice que esos científicos habrían pisado el acelerador –todavía más– en el último año. Debido, principalmente, a los golpes sufridos por Hamás, Hezbolá y los hutíes de Yemen –tres milicias financiadas por Teherán– y a la creciente sensación de aislamiento tras la caída del clan de los Assad en Siria.

Pero la línea roja –siempre según el citado informe– habría sido una reunión celebrada recientemente entre el “Grupo Especial de Progreso” y varios comandantes de la Guardia Revolucionaria. “Ese encuentro supuso un Rubicón para Israel”, cuenta The Economist. “Pues era la primera vez que esos comandantes, que además eran los responsables de los misiles balísticos, accedían al grupo de científicos, lo que sugería que Irán estaba dando pasos hacia un proyecto que combinara dispositivos nucleares y cabezas de misiles”.

Aunque la revista británica aclara que no ha podido verificar las afirmaciones del informe, y aunque cita voces expertas en materia nuclear que consideran que la urgencia israelí tiene más de prevención que de actuación ante un peligro inminente, sí indica que lo que se puede leer en él ha tenido impacto sobre el presidente de Estados Unidos.

Ahora queda por ver si Trump termina por ordenar la entrada del país más poderoso del mundo en la contienda o si, por el contrario, continúa manteniéndose (al menos oficialmente) al margen. En cuestión de días, quizás semanas, la duda quedará despejada.