Trump habla mientras Netanyahu saluda tras una reunión en la Casa Blanca, el 7 de abril de 2025.

Trump habla mientras Netanyahu saluda tras una reunión en la Casa Blanca, el 7 de abril de 2025. Kevin Mohatt Reuters

Oriente Próximo

Trump hace esperar a Israel y se da "dos semanas" para llegar a un acuerdo con Irán que evite la entrada de EEUU en la guerra

Netanyahu espera que Trump tome las riendas de la operación para desmantelar el programa nuclear iraní y deja la puerta abierta para atacar a Alí Jamenei: "Nadie es inmune". 

Más información: Irán alcanza con un misil balístico un hospital israelí y Netanyahu promete represalias contra "los tiranos de Teherán"

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Donald Trump sigue teniendo dudas sobre la conveniencia de entrar en guerra con Irán. El recuerdo de Irak es amargo, sobre todo entre sus propios votantes. Según refleja una encuesta reciente de YouGov para The Economist, el 53% de quienes lo votaron el pasado mes de noviembre dicen estar en contra de que Estados Unidos se sume a la ofensiva israelí contra la República Islámica.

No quieren más guerras interminables en Oriente Próximo.

Los máximos exponentes del movimiento MAGA, más contestatarios sobre la implicación de Estados Unidos en el conflicto que la mayoría de los líderes demócratas, hicieron suyo este mensaje desde el minuto uno.

La presión sobre Trump es máxima, por eso quiere tener certezas antes de actuar. El miércoles, el presidente de Estados Unidos consultó a sus asesores militares cuál era la probabilidad de desmantelar el programa nuclear iraní con la bomba antibúnker de 13,6 toneladas.

Un golpe certero en la planta de Fordo quizá no baste. La famosa GBU-57 nunca ha sido utilizada en un escenario real de conflicto, y es probable que hagan falta varios lanzamientos para dañar una instalación construida a 90 metros bajo tierra.

Según The Wall Street Journal, Trump aprobó la operación a la espera de que Irán renuncie a su programa nuclear, pero sigue sin dar la orden definitiva. El mandatario estadounidense exige la “rendición incondicional” de la República Islámica y de su líder supremo, Alí Jamenei, pero apuesta entre bambalinas por la diplomacia.

En público, tanto Trump como los líderes iraníes descartaron retomar la senda del diálogo. “Es demasiado tarde”, deslizó el propio Trump desde el jardín de la Casa Blanca.

En privado, sin embargo, los contactos entre el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, y el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, han sido especialmente fluidos desde que Israel pusiera en marcha el pasado viernes la denominada Operación León Creciente.

Según la agencia Reuters, esos contactos han sido, desde luego, los “más sustanciales” desde que, en abril, Washington y Teherán iniciaron las negociaciones para reactivar un acuerdo nuclear que Trump despreció en 2018.

Ayer, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, confirmó en rueda de prensa que, “en el transcurso de las próximas dos semanas”, Trump decidirá si interviene o no en la guerra. Ese es el plazo que la Casa Blanca ofrece a Irán para alcanzar un acuerdo.

La propuesta que Witkoff remitió a sus interlocutores iraníes contempla mantener su programa nuclear para uso civil con la condición, eso sí, de que el proceso de enriquecimiento de uranio no se lleve a cabo en territorio iraní.

Teherán dice estar abierta a negociar, de acuerdo con el digital Amwaj.media, pero no planea acordar nada a menos que Israel detenga los ataques. En paralelo, Araghchi planea aterrizar este viernes en Ginebra para reunirse con los ministros de Exteriores de Alemania, Francia y Reino Unido.

“Trump intentará alcanzar un acuerdo favorable para él y para Estados Unidos sin involucrarse en los bombardeos durante las próximas dos semanas. Si ese acuerdo no se concreta, considerará seriamente pasar a la ofensiva”, anticipa en conversación con este periódico Nomi Bar-Yaacov, negociadora internacional de paz, Centro de Ginebra para la Política de Seguridad, que considera, de todos modos, que “Israel no habría atacado a Irán sin el visto bueno de EEUU”.

Israel mantiene la presión e Irán responde

Israel espera, sin embargo, que Estados Unidos asuma en las próximas horas el liderazgo de la ofensiva contra Irán. “La expectativa es que se unan, pero nadie los está presionando”, trasladó un funcionario israelí al digital The Times of Israel. “Lo sabremos en las próximas 24 o 48 horas”.

El jefe del Pentágono, Pete Hegseth, aseguró el miércoles ante el Senado que sus tropas están preparadas “para cualquier contingencia”. Estados Unidos mantiene desplegados a 40.000 soldados en la región, y en las últimas horas ha desplazado a la zona portaaviones, aviones cisterna y cazas de última generación.

Mientras mantiene abierto el canal de comunicación con la Casa Blanca, Irán devuelve los golpes a Israel.

Ayer, la Guardia Revolucionaria lanzó una treintena de misiles balísticos sobre varias zonas residenciales de Tel Aviv, la ciudad de Holón y en el Hospital Soroka de Beerseba, capital del desierto del Neguév. Al menos 76 personas resultaron heridas tras el impacto del misil iraní contra el centro hospitalario, según el recuento del servicio de emergencias hebreo Maguén David Adóm.

El ministro israelí de Defensa, Israel Katz, declaró desde la zona afectada de Holón que Alí Jamenei “no puede seguir existiendo” porque “es el Hitler moderno”. Es la amenaza más explícita contra el líder supremo iraní desde que Reuters informó el pasado sábado que Trump había vetado una operación israelí que buscaba acabar con su vida.

La declaración de Katz significa que, además del programa nuclear iraní, Jamenei es otro de los objetivos de la Operación León Creciente, que ya ha descabezado a la cúpula militar.

Aunque el ministro israelí de Exteriores, Gideon Sa’ar, aseguró ayer que, “de momento”, el consejo de seguridad no ha tomado la decisión en firme de tumbar el régimen iraní, Netanyahu, que compareció desde el Hospital Soroka, aseguró que la cuestión de eliminar a Jamenei sigue estando “sobre la mesa”. “Nadie es inmune”, deslizó el premier israelí.

Ese escenario cobra cada vez más fuerza. “Hay una gran ira hacia la República Islámica dentro del país, pero eso no significa que la gente pueda simplemente tomar el control del Estado”, traslada a este periódico el analista Rouzbeh Parsi, profesor adjunto de la Universidad de Lund.

“El Estado iraní está bastante cohesionado, y sus fuerzas militares tienen una cadena de mando descentralizada y no dependen totalmente de algún liderazgo en Teherán”, añade Parsi. “Por lo tanto, bombardearlos hasta que se rindan o sean destruidos no es algo que probablemente tenga éxito. Y cuantos más civiles maten los israelíes, más veremos el efecto de cerrar filas en torno a la bandera”.

Netanyahu, que no mostró demasiado tacto en su comparecencia desde los escombros del centro médico —declaró que todos los israelíes “pagamos un precio personal en las guerras. Hay gente herida. Mi familia no quedó exenta: mi hijo tuvo que cancelar su fiesta de boda”—, evitó mojarse sobre si Trump intervendrá finalmente o no.

“Él hará lo que sea bueno para Estados Unidos, y yo haré lo que sea bueno para Israel”, zanjó.

La bomba antibúnker estadounidense no es, desde luego, la única opción encima de la mesa para destruir la planta de Fordo. Netanyahu y su embajador en Washington, Yechiel Leiter, deslizaron la posibilidad de llevar a cabo una incursión terrestre. Una operación que tiene algunas similitudes con la que las fuerzas israelíes efectuaron en septiembre del pasado año en una fábrica de misiles subterránea en Siria. Eso sí, esta entraña muchos más riesgos.