Oriente Próximo

Israel bombardea Teherán sin resistencia tras hacerse con el "control completo" de su cielo: Irán ya pide negociar

Las fuerzas israelíes buscan replicar en Teherán el método de combate de Gaza y Beirut para erosionar a la cúpula de la República Islámica y retrasar lo máximo posible su programa nuclear.

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Israel pretende replicar la doctrina Dahiye en los suburbios de Teherán. Una estrategia militar basada en bombardeos intensos e indiscriminados en áreas densamente pobladas que, en los últimos meses, las fuerzas israelíes han aplicado de forma meticulosa tanto en Gaza como en Dahiye, el barrio de Beirut donde la milicia chií de Hezbolá mantenía su base de operaciones.

Israel, que controla la mayoría del espacio aéreo de la capital iraní, ordenó ayer la evacuación del Distrito 3 de Teherán, una zona norte donde residen cerca de 330.000 personas. Las alertas del ministro israelí de Defensa, Israel Katz, que aseguró que sus tropas dirigen los ataques contra objetivos militares, coincidieron con el éxodo masivo de civiles en búsqueda de refugios seguros.

Por cuarto día consecutivo, los teheraníes colapsaron las carreteras de salida. “El enemigo está atacando al pueblo de Irán y miente al decir que no está apuntando a zonas residenciales”, denunció, sin embargo, la portavoz del Gobierno iraní, Fatemeh Mohajerani, que confirmó lo evidente: que Irán se encuentra “en estado de guerra”. Las autoridades locales contabilizan 224 civiles muertos desde que, el pasado viernes, Israel lanzara los primeros ataques.

“Estamos en camino de lograr nuestros dos objetivos: eliminar la amenaza nuclear y eliminar la amenaza de misiles”, declaró ayer el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, incapaz de contener el tono triunfal.

Unas horas antes de su comparecencia, un misil cayó sobre uno de los patrimonios arquitectónicos de Teherán, el famoso edificio de cristal que alberga los estudios de la televisión pública iraní. El impacto detuvo momentáneamente la emisión en directo.

“La autoridad de propaganda e incitación del régimen iraní fue atacada por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) tras una evacuación generalizada de los residentes del área”, presumió Katz.

Decidido a responder... ¿y negociar?

Mermado por la pérdida de casi una veintena de altos mandos militares, Irán volvió a responder una noche más a golpe de misiles. Según The Wall Street Journal, sin embargo, la República Islámica ha emitido en las últimas horas algunas señales que indican que está dispuesta a retomar las negociaciones para alcanzar un acuerdo nuclear.

La única condición es que Estados Unidos no intervenga en el conflicto. Quieren garantías, dice el rotativo, de que Washington “no se unirá” a una cadena de ataques que se ha convertido ya en la ofensiva más devastadora contra la República Islámica desde la invasión del Irak de Sadam Husein en 1980.

La prensa iraní rechaza de plano esta versión, pero algunos observadores externos como Michael Broschowitz, analista senior del Centro para el Terrorismo, el Extremismo y la Contraterrorismo, considera plausible la información. “Si Irán mostrara disposición a negociar, lo haría de forma privada y a través de canales diplomáticos discretos. Es de esperar que públicamente digan lo contrario”, traslada a este periódico.

“En realidad, Irán tiene mucho más que perder que Israel en una guerra prolongada, y este conflicto podría poner en peligro al régimen de la República Islámica”, sostiene Broschowitz. “Por lo tanto, es muy probable que Jamenei esté enviando señales diplomáticas sobre una posible desescalada y un regreso a la mesa de negociaciones”.

“Deberían hablar, y deberían hacerlo de inmediato, antes de que sea demasiado tarde”, declaró ayer Donald Trump desde la localidad canadiense de Kananaskis, donde se han dado cita los líderes del G7. El presidente de Estados Unidos sigue instalado en la ambigüedad, algo que, quizás, tiene que ver con su situación interna. Y es que Trump nada entre dos aguas: la aislacionista del movimiento MAGA y la neoconservadora de los halcones del Partido Republicano.

Como explica en conversación con este periódico el analista iraní Rouzbeh Parsi, profesor adjunto Universidad de Lund, “el movimiento MAGA quiere un acuerdo negociado ya que no desea involucrarse en otra guerra en Oriente Próximo, pero los neoconservadores como Marco Rubio quieren una confrontación con Irán a cualquier coste. Así que la Casa Blanca está dividida”.

El presidente francés, Emmanuel Macron, otro de los líderes del Grupo de los Siete, trasladó ayer a su homólogo iraní, Masud Pezeshkian, la necesidad de “regresar rápidamente a la mesa de negociaciones para alcanzar un acuerdo”.

De todos modos, la posibilidad de retomar el diálogo es complicada. El jefe de la delegación iraní que discutía en Ginebra con los estadounidenses, Ali Shamkhani, confidente del líder supremo, Alí Jamenei, es una de las víctimas de la campaña reciente de bombardeos israelíes dirigidos contra la cúpula política, militar y científica de Irán.

Netanyahu no parece estar por la labor de detener la ofensiva, además. Sueña con desmantelar el programa nuclear iraní —o retrasarlo “mucho, mucho tiempo”, como presumió ayer en rueda de prensa— y, por qué no, forzar la caída del régimen de los ayatolás.

El primer ministro israelí da muestras de querer arrastrar a Estados Unidos a la guerra. Aunque Trump paró los pies a un Netanyahu que había colocado en la diana a Jamenei. Según adelantó el pasado sábado la agencia Reuters, el mandatario estadounidense vetó el plan israelí para asesinar al líder supremo.

“Los iraníes no han matado a ningún estadounidense, y hablar de asesinar a líderes políticos no debe estar sobre la mesa”, respondió la Administración Trump a sus interlocutores israelíes, de acuerdo con el digital Axios.

Tzachi Hanegbi, asesor de seguridad nacional de Netanyahu, lo desmintió, pero el embajador israelí en Estados Unidos, Yechiel Leiter, no descartó en ningún caso que Jamenei figurara en la lista de objetivos de la denominada Operación León Creciente. “Creo que es justo decir que nadie que amenace con la destrucción de Israel debería estar fuera de la lista de objetivos”, declaró el diplomático en los micrófonos de ABC News. Ayer, el propio Netanyahu se expresó en los mismos términos.

El primer ministro israelí ha condicionado la estrategia inicial de Trump de negociar con Irán. “Su objetivo principal es sabotear el acuerdo y descarrilar las negociaciones”, subraya Fraz Naqvi, jefe del programa sobre Irán en el Instituto de Estudios Regionales, en conversación con EL ESPAÑOL. “Porque si las conversaciones hubieran tenido éxito y se hubieran levantado las sanciones, Irán habría visto aliviada su situación económica”.

“Y si las conversaciones fracasaban —añade Naqvi—, la República Islámica estaba a punto de desarrollar armas nucleares”.

“Existe un objetivo general de Estados Unidos y sus aliados de impedir que Irán desarrolle armas nucleares”, apunta Broschowitz. “Sin embargo, Netanyahu y Trump difieren notablemente en que los objetivos de supervivencia política de Netanyahu no le importan a Trump, que tiene sus propias preocupaciones políticas internas relacionadas con el aislacionismo y el cansancio ante nuevas guerras”.

Espacio para la línea dura

Mientras escala el conflicto, los países del Golfo —enemistados con Irán en el pasado, pero interesados en mantener el buen estado de sus relaciones con la República Islámica— redoblan sus esfuerzos diplomáticos. Arabia Saudí, Qatar y Omán han pedido a Estados Unidos que presione a Israel para detener los ataques. En este escenario, a todas luces hostil, Irán no tiene pensado renunciar a su objetivo de conseguir la bomba atómica, sin embargo.

El propio Pezeshkian reafirmó ayer en sede parlamentaria su compromiso con el programa nuclear. Un programa cuyo principal escollo hasta la fecha ha sido, paradójicamente, el propio Jamenei. En 2003, el líder supremo, máxima autoridad religiosa del país, emitió una fatua (un edicto religioso) prohibiendo el desarrollo de armas nucleares, aunque algunos lo consideraron una herramienta de distracción.

“Es poco probable que se logre forzar a Irán a volver a la mesa de negociaciones”, considera, en este sentido, Naqvi. “Sólo si siente que su respuesta ha sido satisfactoria y que Estados Unidos ejerce su influencia sobre Israel mientras ofrece concesiones a Irán antes de las conversaciones, entonces se podría esperar que las negociaciones se reanuden. De lo contrario, si el conflicto se prolonga, no se descarta que Irán abandone el Tratado de No Proliferación Nuclear y eventualmente busque desarrollar armas nucleares”.

Los líderes políticos iraníes más radicales piden retirarse de este tratado, como también demandan el cierre inmediato del Estrecho de Ormuz. Un movimiento que dispararía los precios de la energía. Y es que cerca del 20% del petróleo mundial y una parte significativa del gas natural licuado cruza este punto estratégico.