Colonos israelíes observan protestas contra el desahucio de la familia palestina Sub Laban en Jerusalén, el viernes.

Colonos israelíes observan protestas contra el desahucio de la familia palestina Sub Laban en Jerusalén, el viernes. Efe

Oriente Próximo Israel

El biógrafo de Netanyahu: "El ataque a Yenín ha sido un acuerdo mutuo entre el Ejército y la ultraderecha"

Anshel Pfeffer, columnista de Haaretz y corresponsal de The Economist, habla con EL ESPAÑOL sobre las protestas en Tel Aviv, el gobierno más derechista de la historia de Israel y sus relaciones con las fuerzas armadas.

8 julio, 2023 02:39

Esta semana, mientras las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) perpetraban su ataque más crudo contra los palestinos en 20 años, el país seguía con la que ha sido su rutina desde enero: noches frenéticas de protestas contra el gabinete del primer ministro, Benjamin Netanyahu, y su propuesta de reforma judicial.

En sus paseos nocturnos, Anshel Pfeffer ha retransmitido las pancartas, las detenciones y el resto de escenas que se gestan desde hace seis meses en las altas horas de Jerusalén, Tel Aviv y otros núcleos urbanos del país.

Columnista de asuntos políticos y militares para Haaretz y corresponsal en Israel de The Economist, Pfeffer comparte con entusiasmo fotos de las protestas prodemocráticas. El jerosolimitano habla con EL ESPAÑOL sobre las protestas contra la reforma judicial de Netanyahu, el gobierno más derechista de la historia de Israel y su relación con el Ejército.

Anshel Pfeffer, en una imagen proporcionada a EL ESPAÑOL.

Anshel Pfeffer, en una imagen proporcionada a EL ESPAÑOL.

Como periodista que recurre a experiencias personales en sus artículos, ¿cómo está viviendo estos meses de protestas?

Esta es la mayor ola de protestas jamás vivida en Israel. La más larga también. Y es porque mucha gente siente que este plan legislativo del Gobierno causaría un daño muy grave a la limitada y frágil democracia de este país. Es por eso que la gente está tomando las calles con banderas israelíes.

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Como en muchos países, son los nacionalistas, los populistas y la derecha los que recurren a símbolos nacionales. Creo que una de las razones por las que los manifestantes se han puesto de acuerdo en utilizar la bandera es para transmitir el mensaje de que, en primer lugar, no se trata de una cuestión de izquierdas o derechas.

Y sí, el Gobierno es muy de derechas, pero hay derechistas acérrimos que también están en contra de la reforma judicial y constitucional de Netanyahu. Así que el uso de la bandera simboliza que hay una amplia combinación de grupos diversos en el seno de las protestas, y que no son necesariamente de izquierdas o de derechas. También sirve para poner de manifiesto que la defensa de la democracia es un ejercicio patriótico.

Una manifestación tras la dimisión del jefe de la policía de Tel Aviv, el 6 de julio.

Una manifestación tras la dimisión del jefe de la policía de Tel Aviv, el 6 de julio. Reuters

Las protestas nacieron contra la revisión judicial de Netanyahu. Pero en una semana tan convulsa, tras dos días de ataques en Yenín, ¿cómo es que la cuestión palestina sigue fuera de la agenda?

El porcentaje de israelíes que sienten que necesitan protestar ahora mismo por el conflicto con Palestina es muy minoritario. La protesta no va de eso en realidad. Lo que la mayoría del público reclama es una defensa de la democracia. Y, claro, para que las protestas tengan éxito y obtengan la mayor participación posible, no pueden permitirse centrarse en reivindicaciones controvertidas para el grueso de la población. Tendrían menos apoyo.

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Además de intentar apoderarse del órgano judicial, el nuevo gabinete de Netanyahu está haciendo lo posible por influir en las operaciones en las FDI. ¿Cómo de susceptible a la política es el Ejército israelí?

El Ejército israelí es muy grande y representa una parte mayoritaria de la sociedad. El hecho de que exista un servicio militar obligatorio para casi todos los jóvenes ofrece una amplia gama de ideas diversas entre los conscriptos.

La entidad en sí se supone que es apolítica y no recibe interferencias ideológicas. A lo largo de la historia de Israel hemos visto que los de arriba ―el Estado Mayor― tienden a ser de centro. Ahora que el Gobierno se inclina hacia la extrema derecha, está habiendo tensiones entre la élite política y la cúpula militar. A veces es tan simple como que un soldado sobre el terreno simpatice [con lo que defiende el gabinete de ministros de Netanyahu] y ataquen a los palestinos.

Pero en los niveles superiores, los generales se han pronunciado en contra [de las crecientes agresiones a manos de los soldados]. Algunos de ellos han tomado medidas para tratar de prevenir estos ataques. Así que no existe una sola imagen de la gestión de las FDI y de su dirección política. Esta misma semana, el Ejército publicó una declaración en la que se abordaba el incremento de ataques a manos de colonos como un crimen nacionalista.

Hoy, algunos líderes del jefe del Estado Mayor se han pronunciado en contra de esta consideración diciendo que era insultante. Y esto resume muy bien el panorama: vivimos en una situación no muy clara donde por un lado hay sectores del Ejército que protegen los asentamientos, y por otro figuras como el portavoz oficial de las fuerzas armadas, que habla en contra de la violencia de los colonos de una manera tajante. Así que no hay sólo una dirección política del Ejército.

¿Qué motivó la incursión en Yenín de principios de semana?

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La operación en Yenín ha sido una combinación de factores. Por un lado, llevamos un año y medio con pequeñas redadas casi todas las noches. En las últimas semanas, el Ejército se ha dado cuenta de que las capacidades de los grupos militares en Yenín son cada vez mayores: están construyendo explosivos más fuertes, se les ha detectado un gran número de armas e incluso han tratado de lanzar un cohete hacia Israel. Creo que en algún momento entendieron [las FDI] que era necesario lanzar una operación contundente al otro lado para enfrentarse [al crecimiento de la resistencia en Yenín].

Por otro lado, los ministros de extrema derecha y el Gobierno presionaron para que se lanzara una operación mucho mayor. Así que creo que fue una combinación de ambas cosas. Creo que la extrema derecha quería una operación más importante que la de esta semana. Y creo que los generales querían algo a menor escala de lo que ha sucedido, por lo que la operación en Yenín ha sido una especie de acuerdo mutuo entre ambas partes.

El primer ministro Benjamin Netanyahu, escoltado por oficiales de la Fuerza Aérea israelí, el miércoles.

El primer ministro Benjamin Netanyahu, escoltado por oficiales de la Fuerza Aérea israelí, el miércoles. Reuters

¿Cómo pueden las FDI mantenerse a salvo de las turbulencias e interferencias políticas?

No hay país en el que las instituciones nacionales permanezcan totalmente al margen de la política. Y lo mismo pasa en Israel. Aquí el Ejército es una parte importante de la sociedad, no sólo porque mucha gente sirve en él, sino porque ocupa un lugar central en nuestra identidad nacional. Así que no creo que sea posible una situación de crisis política de la que el Ejército no salga salpicado. Sobre todo porque gran parte de las personas que forman las protestas son civiles que, al mismo tiempo, cumplen como oficiales de reserva. Además, en cualquier sociedad, por democrática que sea, la clase política intenta ejercer su influencia sobre el Ejército y el funcionariado profesional.

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En su último análisis, menciona que el plan de Netanyahu es dividir a la población judía de Israel. ¿Beneficia la fragmentación actual al presidente? ¿No supone también una amenaza para él?

Sí, su táctica política siempre ha sido tratar de construir su propia base a la vez que delimita claramente quién es el enemigo. Los políticos pueden ganar las elecciones recabando el voto en los extremos, o buscando apoyos en el término medio. Netanyahu es de los primeros: nunca ha ganado a base de agradar al grueso de la población. Y, si alguna vez lo ha intentado, ha fracasado. Para sus mandatos, busca coaliciones de derechas que incluyan a líderes religiosos. La fórmula le ha funcionado en el pasado, quizá no el último año.

Con los cambios constitucionales de ahora, se está acercando aún más a sus socios de extrema derecha y religiosos, contrarios al Tribunal Supremo. Esto no sólo fortalece la oposición del centro y la izquierda, sino que les hace sentir que Israel ya no es su país

Creo que esta estrategia está tomando derroteros peligrosos. Las protestas contra un Gobierno nunca antes habían tenido tanta determinación. Quizás Netanyahu tampoco esté muy convencido de su estrategia, pero ahora la contundencia de su gabinete eclipsa su propia autoridad.