El líder del partido ANO, Andrej Babis, sale de un colegio electoral durante las elecciones parlamentarias en Ostrava, República Checa, el 3 de octubre de 2025. Reuters
¿Otro líder anti-UE en Bruselas? El 'trumpista' Andrej Babis es el favorito en las elecciones de República Checa
Entre el viernes y el sábado, los checos decidirán si quieren volver a los tiempos del populista Babis y su plataforma ANO o si prefieren la estabilidad proeuropea del actual primer ministro Petr Fiala. La posición respecto a Ucrania también está en juego.
El 21 de octubre de 2017, prácticamente un año después de la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses y con el impacto del Brexit aún presente, la plataforma populista ANO se hacía con el triunfo en las elecciones legislativas checas. La formación encabezada por Andrej Babis conseguía 78 de los 200 escaños en disputa, lo que le permitía formar gobierno en minoría durante los siguientes cuatro años.
El triunfo de Babis fue el triunfo del descontento y el euroescepticismo. No en vano, las siglas ANO significan Alianza de Ciudadanos Descontentos en checo y a la vez representan la palabra "Sí". Con escándalos judiciales de por medio y ante el rechazo de la clase política checa, Babis capeó el temporal hasta 2021, formando en Europa un frente común con Eslovaquia, Hungría y Polonia, en oposición frontal al Gobierno de Bruselas y con una innegable afinidad hacia la Rusia de Vladímir Putin.
Tanto predicamento encontró Babis entre la ciudadanía checa, que, para 2021, los partidos europeístas de centro-derecha tuvieron que formar una alianza para derrotarlo. Lo consiguieron por los pelos: ANO consiguió más escaños aunque menos votos que la alianza SPOLU, cuyo candidato, Petr Fiala, se convirtió en primer ministro, puesto que ocupa en la actualidad… aunque no parezca que vaya a poder sostenerlo durante demasiado tiempo.
Entre la ultraderecha y el populismo
Entre el viernes y el sábado, los checos están acudiendo a las urnas para determinar un nuevo Parlamento y Babis aparece de nuevo como máximo favorito. La diferencia respecto a 2021 es que la coalición gubernamental se ha derrumbado en las encuestas: del casi 28% de entonces, caería hasta el 20%, lo que le colocaría lejísimos de ANO, que aspira a superar por primera vez el 30% de los votos.
Aunque estos pronósticos, junto al alza de la extrema derecha —el partido Libertad y Democracia Directa estaría entre el 10 y el 15%— ejemplifican la tendencia en Occidente de los últimos años, es decir, la casi desaparición de la socialdemocracia y la dificultad de los tradicionales partidos liberales y democristianos para mantener la hegemonía en el espectro de la derecha parlamentaria, lo cierto es que Babis no lo tendrá fácil para formar gobierno.
La previsible fragmentación del Parlamento checo, en el que pueden entrar hasta siete partidos y coaliciones diferentes, desde los piratas hasta los conductores hasta los alcaldes, puede hacer que, incluso con un porcentaje superior al de 2021, Babis consiga menos escaños.
La última encuesta publicada por la filial checa de la CNN apunta a una ligera tendencia a la baja de ANO, que apenas superaría los 60 escaños y se quedaría a un par de puntos del soñado 30% de votos.
¿Qué significa esto? Que no podrá repetir un gobierno en minoría y tendrá que pactar. El problema es que los partidos europeístas —la citada SPOLU, los socialdemócratas y el Partido Pirata— no van a querer saber nada de él… y tendrá que buscar entre los antisistema, que son todos los demás, incluida la coalición que directamente se llama "¡Basta!".
Entre la Casa Blanca y el Kremlin
Por supuesto, a la hora de llegar a pactos de gobierno y ocupar ministerios, todo el mundo suaviza sus posturas, pero de entrada parece difícil poner de acuerdo a tanta gente que lo único que comparte es precisamente su desprecio hacia la democracia liberal.
A buen seguro, Rusia estará con un ojo puesto en el resultado final, para ver cómo puede beneficiarse del mismo y conseguir un aliado más en el corazón de la Unión Europea y de la OTAN.
Dicho esto, Babis, a diferencia de Viktor Orbán o del eslovaco Robert Fico, es un hombre práctico. Sabe dónde están los límites y sabe la conveniencia de no cruzarlos. En caso de conseguir formar un segundo gobierno, es probable que se decante más por no molestar demasiado a Washington que por apoyar descaradamente a Moscú. Si Trump sigue en su posición actual de elogiar a Volodímir Zelenski y criticar a Putin, no es probable que Babis vaya a llevarle la contraria.
Otra cosa sería en Bruselas. El antieuropeísmo en los países más orientales del continente va en aumento, con la Confederación de Libertad e Independencia, un partido marcadamente antiucraniano, disparado en las encuestas de Polonia.
El problema para ellos es que la dependencia económica aún es grande y es difícil encontrar mercado por sí mismos. En otras palabras, Praga y Varsovia son preciosas e imperiales, pero no son Londres.
Sea como fuere, parece que la República Checa se adentra en una etapa de caos y el caos es lo último que necesita Europa ahora mismo. Moldavia resistió a las tentaciones prorrusas pese a todo el empeño del Kremlin y habrá que ver quién más aguanta en el barco europeísta. El PIB per cápita de los checos se ha triplicado en los veintiún años que lleva su país en la UE. Al parecer, no basta. O sí. El domingo lo sabremos.