François Bayrou, en el foro de MEDEF en París el pasado jueves.

François Bayrou, en el foro de MEDEF en París el pasado jueves. Abdul Saboor Reuters

Europa

¿Renovación, dimisión o elecciones? Las tres (malas) salidas de Macron si cae su primer ministro en Francia

El próximo 8 de septiembre el cada vez menos popular François Bayrou se someterá a un voto de confianza en la Asamblea Nacional de Francia. Las probabilidades de que no lo supere son altas.

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Nueva crisis política en Francia. Alimentada, en esta ocasión, por el primer ministro François Bayrou al anunciar que se someterá a un voto de confianza en la Asamblea Nacional el próximo 8 de septiembre. ¿El motivo? Las convulsiones sociales causadas por los recortes que anunció a mediados de julio –valorados en 44.000 millones de euros– para combatir la creciente deuda del país y por su intención de suprimir dos días festivos del calendario.

A la hora de escribir estas líneas todo parece indicar que Bayrou, quien no tiene la mayoría en la Asamblea, va a perder la votación. Principalmente porque las izquierdas –compuestas por el Partido Socialista, Francia Insumisa, Los Verdes y el Partido Comunista– ya han dicho que están visceralmente en contra de lo que pretende hacer uniéndose, así, a la postura adelantada por Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen, que ha acusado a Bayrou de “hacer sufrir a los franceses”.

En números exactos estas declaraciones significan que el 8 de septiembre el primer ministro se va a encontrar con 315 votos contrarios a su propuesta –los 192 de las izquierdas más los 123 procedentes de las filas de Le Pen– de los 577 que emite la Asamblea.

Teniendo en cuenta que Bayrou necesita 287 apoyos para sobrevivir (políticamente hablando), y teniendo en cuenta que entre los suyos y sus aliados apenas suman 210, el escenario pinta complicado. O consigue convencer al Partido Socialista de que reconsidere su postura mientras logra los votos de formaciones independientes minoritarias como Liot… o, muy probablemente, caerá.

La duda, por tanto, es: ¿qué ocurre si cae Bayrou? Una pregunta ante la que Emmanuel Macron, el presidente del país, puede ofrecer tres respuestas.

El reemplazo

Si Bayrou cae a la lona será el segundo primer ministro destituido desde las últimas elecciones (su predecesor, Michel Barnier, fue objeto de una moción de censura a los tres meses de llegar al cargo). De modo que escoger a una tercera persona para el puesto podría sonar exagerado. Y, de hecho, muchos franceses creen que lo es.

Para un Macron visiblemente preocupado por un legado que quiere asentar lo máximo posible antes de las elecciones presidenciales del 2027 parece, sin embargo, la opción más deseable.

En el caso de que escoja ese camino uno de los nombres que más suena, según cuenta la edición europea de la revista Politico, es el del actual ministro de Defensa: un conservador llamado Sébastien Lecornu muy hábil negociando acuerdos y con cierta facilidad para entablar diálogos con la gente de Le Pen.

También hay quien sugiere un primer ministro procedente de los ámbitos socialdemócratas. Alguien que facilite a Macron comunicarse con el bloque izquierdista a la hora de sacar adelante iniciativas de aquí al 2027. El antiguo primer ministro socialista Bernard Cazeneuve, por ejemplo. Una opción, empero, poco probable dada la cantidad de concesiones que tendría que hacer Macron para conseguir que las izquierdas, o al menos una parte de las mismas, se embarcaran con él.

Elecciones anticipadas

Otra posibilidad es que Macron, quien hasta la fecha no ha demostrado tener particular aversión al riesgo, convoque elecciones anticipadas con idea de poner fin al estancamiento político. E, incluso, con idea de dar carpetazo a una Asamblea Nacional visceralmente dividida en tres bloques de tamaño parecido: el suyo (una mezcla de conservadores, centristas y tecnócratas), el izquierdista y el de la derecha radical.

El problema es que, tal y como están las cosas en el país vecino, nada garantiza que, en caso de elecciones anticipadas, vaya a cambiar mucho el escenario. O que, de cambiar, vaya a hacerlo de tal manera que beneficie a Macron. Más bien lo contrario.

“Si hubiera una convocatoria electoral ahora pienso que el enfado popular podría impulsar a la gente a votar por la extrema derecha y la extrema izquierda”, le explicaba hace un par de días al canal France24 el historiador Andrew Smith; un académico de la Universidad Queen Mary de Londres especializado en la Francia contemporánea. “Probablemente veríamos cómo el centro se vacía”.

“Si se celebran elecciones legislativas en los próximos meses es probable que el partido de Le Pen duplique el número de sus diputados”, le contaba al mismo canal Stéphane Vernay, subdirector del periódico Ouest-France, uno de los más leídos de Francia pese a su carácter regional (sus dos sedes se encuentran en Rennes y Nantes).

Dichas predicciones casan perfectamente con la llamada a las urnas que lleva realizando Le Pen –amén de otros rivales del líder galo como el socialista Boris Vallaud– desde hace días.

La renuncia

En tercer lugar, Macron tiene la opción de dimitir. Algo que buena parte de sus rivales, así como una parte sustancial de la sociedad francesa, quiere que haga. Y una posibilidad, por cierto, que cada vez se discute más en las tertulias televisivas de carácter político.

Uno de los que más está pujando por su renuncia es, precisamente, Jean-Luc Mélenchon. El líder de Francia Insumisa y uno de los políticos más mediáticos del país vecino. Macron, sin embargo, ha negado categóricamente tener una salida parecida en mente. Nada de hacerse a un lado antes de tiempo, espeta.

Con todo, no son pocos los analistas políticos que afirman que cosas más raras se han visto y que, en situaciones de caos político e inmovilismo institucional, con una crisis de deuda sobrevolando el horizonte, hasta los más convencidos pueden llegar a bajar el escudo.

En cualquier caso todas estas dudas, y otras asociadas, caducarán en cuestión de semanas.