El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, espera para dar la bienvenida al presidente polaco Andrzej Duda en el Día de la Constitución de Ucrania, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en Kyiv, 28 de junio de 2025.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, espera para dar la bienvenida al presidente polaco Andrzej Duda en el Día de la Constitución de Ucrania, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en Kyiv, 28 de junio de 2025. Thomas Peter Reuters

Europa

Zelenski debilita la democracia de Ucrania con una ley que favorece a los corruptos y aleja su ingreso en la Unión Europea

El presidente ratifica un proyecto de ley aprobado en tiempo récord en sede parlamentaria que, en la práctica, elimina la independencia de las dos agencias anticorrupción que nacieron tras la revolución del Euromaidán.

Más información: Zelenski estudia la creación de milicias privadas para dar salida laboral a decenas de miles de soldados tras la guerra

Publicada
Actualizada

Volodímir Zelenski ha dado un paso atrás de consecuencias irreversibles en la larga travesía de Ucrania hacia la Unión Europea. La Rada Suprema aprobó este martes un proyecto de ley que, en la práctica, sepulta la independencia de las dos agencias anticorrupción del país. Tanto la Oficina Nacional Anticorrupción de Ucrania (NABU) como la Fiscalía Especializada Anticorrupción (SAPO), símbolos del triunfo de la revolución del Euromaidán, pasarán a depender enteramente del fiscal general, un cargo que nombra a dedo el presidente.

La propuesta que sacó adelante el Parlamento y que ratificó Zelenski pone en manos del fiscal general la facultad de tener acceso completo a los expedientes de cualquier causa penal, de determinar la jurisdicción de los casos investigados por la NABU, de transferir cualquier investigación a otro órgano de investigación preliminar o de presentar cargos contra altos funcionarios del Estado.

También tendrá la última palabra sobre la apertura o el cierre de las causas judiciales que afecten a las principales autoridades políticas del país, entre las que figuran el presidente, el primer ministro, los miembros del Gobierno o los propios diputados.

“La bancada presidencial en el Parlamento está protegiendo a sus amigos del riesgo de que los órganos anticorrupción independientes puedan hacerlos rendir cuentas por corrupción. Máxime cuando ya existen investigaciones en curso, y un fiscal general controlado podrá bloquearlas”, denuncian fuentes del NABU consultadas por este periódico, que consideran que ayer fue un “día negro para la lucha contra la corrupción en Ucrania”.

La propuesta de ley contó con el respaldo de 263 de los 324 diputados presentes en sede parlamentaria, donde el partido de Zelenski, Servidor del Pueblo, disfrutaba de una cómoda mayoría que ha ido perdiendo de forma gradual en el transcurso de la guerra.

Al menos 185 de los 235 diputados que rinden cuentas ante Zelenski votaron en el mismo sentido que otros partidos habitualmente salpicados por los escándalos judiciales, como el prorruso Plataforma de Oposición – Por la Vida (OPZZh) o Batkivshchyna, la formación que lidera la ex primera ministra Yulia Timoshenko, envuelta en el pasado en varios casos de corrupción.

“Cuando el presidente Zelenski vota junto a Timoshenko y el partido prorruso OPZZh para desmantelar la lucha contra la corrupción, se transforma definitivamente en el tipo de político que una vez intentó combatir, e incluso pareció derrotar, pero que finalmente no pudo superar”, denunció el periodista Mykhailo Tkach.

¿Cómo se explica esta anómala alianza? “La ideología dentro del partido de Zelenski era muy dispar. Había desde diputados prorrusos hasta diputados claramente proucranianos; desde reconocidos activistas anticorrupción hasta populistas puros”, explica en conversación con este periódico el politólogo ucraniano Oleksiy Haran, profesor de Política Comparada en la Universidad Nacional de Kyiv. “Así que era evidente que con el tiempo surgirían divisiones dentro de esa súper facción, y eso ocurrió incluso antes de la guerra”.

“A medida que la popularidad de Zelenski empezó a caer, algunos diputados comenzaron a no estar de acuerdo con su hoja de ruta, pero no abandonaron formalmente la facción, porque si uno deja la facción por la que fue elegido mediante lista partidaria, pierde su escaño parlamentario”, añade Haran. “Por eso muchos siguen siendo miembros formales del grupo parlamentario, pero en la práctica no votan con el partido”.

Sólo hubo trece votos en contra y otras trece abstenciones. Un apoyo parlamentario abrumador que contrasta con el rechazo generalizado de la opinión pública. Por primera vez desde que diera comienzo la invasión rusa a gran escala, los ucranianos demostraron en las calles que no están dispuestos a tolerar este tipo de retrocesos democráticos. A lo largo de la tarde del martes, brotaron de forma esporádica decenas de manifestaciones en varios puntos del país. En Kyiv, en Dnipro, en Lviv, en Odesa.

Sólo la diputada oficialista Anastasiya Radina verbalizó su rechazo a la medida. “Les pido, colegas, que no se engañen ni engañen al pueblo diciendo que votan por un fortalecimiento leve del fiscal general y no por el desmantelamiento de NABU y SAPO”, expresó la jefa del comité parlamentario anticorrupción. “Después de las enmiendas que el comité añadió hoy [por ayer] a este proyecto, contrariamente a las reglas, la fiscalía anticorrupción se convierte en una ficción financiada por el presupuesto”.

La celeridad con que la Rada sacó adelante el proyecto de ley fue igualmente llamativa. En la misma jornada lo aprobó el comité encargado y la legislatura, y lo firmó el presidente del Parlamento, Ruslan Stefanchuk, un estrecho aliado de Zelenski. Esa premura no suele ser habitual.

Faltaba, de todos modos, la ratificación presidencial para que la legislación entrara en vigor. Una ratificación que la Rada no confirmó hasta bien entrada la noche del martes. Zelenski había recibido fuertes presiones desde dentro y desde fuera del país para hacer uso de sus atribuciones y vetar la ley. Ninguna hizo mella.

El Centro para las Libertades Civiles, una organización ucraniana en defensa de los derechos humanos reconocida a nivel internacional, le pidió que enterrara un proyecto que “representa una amenaza directa al Estado de derecho y a los derechos humanos”.

Su crítica es demoledora. “Tras estos cambios, investigar cualquier caso penal contra la alta dirección política de Ucrania será prácticamente imposible. En esencia, estos organismos pierden su razón de ser bajo esta forma, ya que dejarán de diferenciarse en modo alguno de otros organismos de cumplimiento de la ley”, denuncia la organización en su informe. “Por lo tanto, esto destruye el sistema anticorrupción que se ha construido laboriosamente durante los diez últimos años”.

Ruslan Kravchenko, a quien el propio Zelenski nombró fiscal general hace apenas unas semanas, pasará a ejercer un control absoluto sobre las principales instituciones que germinaron después del Maidán para fiscalizar a las autoridades.

“Se trata de un grave retroceso y una amenaza para la resistencia democrática de Ucrania”, lamenta la consultora Halyna Senyk, que formó parte del movimiento de la sociedad civil que impulsó la creación de estas instituciones a raíz de la revolución de inspiración proeuropea que precipitó la huida del expresidente prorruso Víktor Yanukóvich en febrero de 2014.

Svyrydenko y Zelenski, durante la sesión de investidura de la primera ministra de Ucrania.

Svyrydenko y Zelenski, durante la sesión de investidura de la primera ministra de Ucrania. Andrii Nesterenko Reuters

Cruzada contra las agencias anticorrupción

La ratificación de Zelenski tuvo lugar sólo un día después de que los agentes de la Oficina del Fiscal General, del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) y de la Oficina Estatal de Investigaciones (SBI) llevaran a cabo redadas en las oficinas tanto del NABU como del SAPO. Los servicios de seguridad alegaron que algunos de sus empleados son sospechosos de haber cometido delitos que van desde meras infracciones administrativas hasta traición por espiar para Rusia.

De hecho, la Fiscalía de Kyiv decretó este martes prisión preventiva para el funcionario Ruslan Magamedrasulov, jefe de división del NABU, acusado por los servicios de seguridad ucranianos de “mantener contactos con representantes del país agresor y ayuda a su padre, un empresario, a realizar comercio ilegal con Rusia”.

Ya a principios de julio, los agentes del SBI detuvieron nada menos que a Vitalii Shabunin, reconocido como el principal activista anticorrupción de Ucrania. ¿El motivo? Unas acusaciones de fraude y evasión del servicio militar que Shabunin, por supuesto, rechaza de plano.

La nueva primera ministra ucraniana, Yulia Svyrydenko, considera que las voces internas que denuncian la corrupción rampante exageran. “Para ser franca, dentro de la sociedad ucraniana y ciertos grupos sociales, este tema se está amplificando y exagerando”, declaró en una entrevista con Bloomberg publicada este martes.

Pasada la medianoche, después de hablar con los principales afectados por la medida, Zelenski rompió su silencio para desacreditar a los organismos anticorrupción y argumentar que su decisión no busca sino eliminar a los supuestos espías rusos que lastran las investigaciones. “La infraestructura anticorrupción seguirá funcionando. Pero solo sin influencias rusas: todo debe ser purgado de eso”, zanjó el presidente.

Los aliados desconfían

La medida rema en contra de los esfuerzos de guerra. Muchos aliados, sobre todo en Europa, pueden perder la confianza en Kyiv. Oleksiy Haran, en cambio, resta gravedad a la situación: “Debemos entender que, sí, hay tendencias negativas, pero al mismo tiempo seguimos siendo un país abierto, con procesos de competencia y, sobre todo, de crítica. Podemos criticar al Gobierno y al Parlamento en los medios y en las redes sociales. Y esas tendencias negativas están siendo objeto de crítica”.

La Comisión Europea mostró su decepción antes incluso de su aprobación. “Estas instituciones son fundamentales para la agenda de reformas de Ucrania y deben operar de manera independiente para combatir la corrupción y mantener la confianza pública”, declaró el portavoz de la Comisión, Guillaume Mercier. “El ingreso de Ucrania a la UE requerirá una fuerte capacidad para combatir la corrupción y garantizar la resiliencia institucional”.

La comisaria europea de Ampliación, Marta Kos, que también expresó su preocupación por lo que considera “el desmantelamiento de las salvaguardias” que protegen las agencias anticorrupción, lanzó una amenaza velada a Zelenski: “Organismos independientes como NABU y SAPO son esenciales para el camino de Ucrania hacia la UE. El Estado de Derecho sigue estando en el centro de las negociaciones de adhesión a la UE”.

El nuevo viceprimer ministro de Ucrania para la integración europea, Taras Kachka, no tardó en ponerse en contacto con sus interlocutores en Bruselas para calmar las aguas. Tanto, que aseguró que el Gobierno de Svyrydenko está abierto a dialogar con sus socios, con los expertos y con la sociedad civil para encontrar cierto equilibrio.

No obstante, el agitado contexto internacional permite la deriva autoritaria de Zelenski. Una deriva espoleada, según la prensa ucraniana, por su mano derecha, Andriy Yermak, jefe de la oficina presidencial.

“La política de Estados Unidos no es coherente y no depende de las decisiones sobre reformas internas en Ucrania, y Europa demostró su debilidad cuando no reaccionó ante el rechazo del nombramiento del director de la Oficina de Seguridad Económica, a pesar de que había sido seleccionado por una comisión con participación de expertos internacionales”, señalan fuentes del NABU, que relacionan esa pasividad con la decisión de Zelenski de priorizar el hecho de “mantener a los suyos leales, aunque corruptos”, por encima de “mantenerse en el camino directo hacia la integración europea”.

“Para él, esto no es un paso atrás, sino simplemente un paso al costado”, señalan estas mismas fuentes. “Pero este martes, por primera vez desde que empezó la guerra, los ucranianos salieron a protestar en todo el país contra esta decisión vergonzosa”.