El canciller alemán, Friedrich Merz, durante la reunión de su gabinete.

El canciller alemán, Friedrich Merz, durante la reunión de su gabinete. Lisi Niesner Reuters

Europa

Alemania abandera la protesta contra el nuevo presupuesto de la UE y Países Bajos exige recortes: "Es demasiado alto"

Los Veintisiete debaten por primera vez este viernes la propuesta de marco financiero para el periodo 2028-2034 con posiciones de partida muy enfrentadas.

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Ningún debate es fácil en Bruselas. Al fin y al cabo se trata de poner de acuerdo a 27 Estados miembros con enormes diferencias políticas, geográficas o históricas. Pero hay un asunto que provoca las discusiones más enconadas y los enfrentamientos más duros: el presupuesto plurianual y el reparto de los fondos europeos.

Una división interna que se podrá observar en la reunión de ministros de Asuntos Europeos que se celebra este viernes en Bruselas, en la que se abordará por primera vez el presupuesto plurianual para el periodo 2028-2034 propuesto por Ursula von der Leyen.

De entrada, Alemania y los países autodenominados 'frugales' -los grandes contribuyentes netos a las arcas comunitarias- han formado un frente común, saliendo en tromba desde el minuto uno a criticar por excesivos los planes de la presidenta de la Comisión.

En contraste, los principales beneficiarios de las ayudas europeas -como España, Italia o Polonia- se muestran mucho más cautos. Son los que más tienen que perder en la negociación presupuestaria, en particular Madrid y Roma, que sufrirán la desaparición de los fondos Next Generation.

En total, el presupuesto plurianual propuesto por Von der Leyen asciende a 2 billones de euros para siete años, cifra equivalente al 1,26% del PIB comunitario.

Si se descuenta el pago de los intereses de la deuda asumida con los fondos Next Generation, se queda en el 1,15%, un ligerísimo aumento respecto al 1,13% del actual marco financiero.

El nuevo marco financiero multiplica por cinco el gasto en Defensa (hasta situarlo en 131.000 millones de euros en siete años) y recorta los fondos agrícolas y de cohesión, que son los más importantes para países como España.

La principal novedad que plantea Bruselas es centralizar a nivel de los Estados miembros la gestión de los fondos estructurales, agrícolas y migratorios, que se incluirán en un sobre nacional único. Un cambio radical que arrebata a comunidades autónomas y regiones buena parte del poder de decidir cómo se distribuyen las ayudas.

Pero ni la congelación en la práctica del tamaño global del presupuesto ni los ajustes internos en agricultura y ayudas regionales son suficientes para Alemania y los frugales, que reclaman más recortes.

"En un momento en que todos los Estados miembros están haciendo grandes esfuerzos por sanear sus finanzas públicas, no es razonable plantear un aumento significativo del presupuesto de la UE. Por eso, no podremos respaldar la propuesta de la Comisión", ha dicho un portavoz del Gobierno de gran coalición de Friedrich Merz.

"El presupuesto que se ha propuesto es demasiado elevado. No se trata siempre de ver cómo la UE puede gastar más, sino de cómo se pueden utilizar mejor los fondos existentes", alega el ministro de Finanzas de Países Bajos, Eelco Heinen.

"Llámenlo frugalidad o simplemente responsabilidad con el dinero de los contribuyentes. Necesitamos un presupuesto mejor, no uno más grande", ha defendido la ministra de Asuntos Europeos de Suecia, Jessica Rosencrantz.

Alemania y los frugales reclaman limitar el presupuesto plurianual de la UE al 1% del PIB comunitario. En el extremo opuesto, el Gobierno de Pedro Sánchez ha reclamado aumentarlo hasta el 2% del PIB para hacer frente a los nuevos desafíos a que se enfrenta Europa.

Además del volumen, el segundo elemento de la propuesta de Von der Leyen que disgusta a Berlín, La Haya o Estocolmo es la creación, dentro del presupuesto, de dos nuevos fondos basados en la emisión de deuda conjunta europea para dar créditos a los países que lo necesiten.

Se trata en primer lugar de un instrumento dotado con 150.000 millones de euros, que los Estados miembros podrán solicitar para engrosar sus sobres nacionales a cambio de reformas e inversiones.

Además, Bruselas propone un fondo anticrisis con una potencia de fuego de 400.000 millones, que se activaría únicamente en respuesta a emergencias equiparables a la pandemia. "Porque las crisis ya no son la excepción, son la norma, y hemos aprendido la lección", alega Von der Leyen.

Aunque se trate únicamente de créditos y no de subvenciones a fondo perdido, los frugales rechazan la creación de estos fondos porque, al estar respaldados por el presupuesto comunitario, todos los Estados miembros los garantizan y corren riesgos.

En tercer lugar, estos países rechazan los cinco nuevos impuestos que Von der Leyen propone crear para financiar el presupuesto plurianual y mantener congeladas las contribuciones nacionales de los Estados miembros.

La presidenta ha propuesto destinar a las arcas comunitarias una cuota de los ingresos generados por el sistema de comercio de emisiones de la UE (que podría aportar unos 9.600 millones al año); y también de la tasa de carbono en frontera (con una recaudación prevista de 1.400 millones de euros al año).

En tercer lugar, Bruselas quiere crear un nuevo impuesto vinculado a los residuos electrónicos al año, que generaría en torno a 15.000 millones al año. Los Estados miembros deberán además enviar a Bruselas parte de sus ingresos por los impuestos especiales al tabaco, hasta 11.200 millones al año.

En quinto lugar, la presidenta ha propuesto que las grandes empresas (con facturación superior a 100 millones) paguen una contribución fija anual a Bruselas, que generaría unos 6.800 millones al año.

"No apoyamos la imposición adicional a las empresas que ha propuesto la Comisión Europea", ha dicho el portavoz del Gobierno alemán.

Los frugales sostienen que estos impuestos no generarán "dinero nuevo", sino que lo que hacen es desviar a Bruselas unos ingresos que van ahora a los presupuestos nacionales, por ejemplo a través del impuesto de sociedades.

El nuevo sistema complica todavía más las cosas y dificulta a las administraciones nacionales predecir cuál es su contribución al presupuesto de la UE. Estos países tampoco quieren ceder nuevas competencias al Ejecutivo comunitario en materia tributaria.

Finalmente, Alemania, Países Bajos y Suecia están en contra de la propuesta de Von der Leyen de suprimir los cheques que reciben ahora como compensación para reducir su aportación a las arcas comunitarias.

El debate de este viernes en el Consejo de Asuntos Generales supone apenas el pistoletazo de salida de un proceso muy largo que durará como mínimo un año y medio.

En el escenario más optimista, el acuerdo podría llegar en diciembre de 2026, aunque lo más probable es que se retrase al verano de 2027. El presupuesto plurianual de la UE se adopta a nivel de jefes de Estado y de Gobierno y requiere unanimidad.