
Donald Trump habla con la prensa antes de partir rumbo a Roma para asistir al funeral del papa Francisco. Reuters
Trump se reencontrará con Zelenski... y con Biden: el funeral del Papa Francisco es el epicentro de la política mundial
El mandatario estadounidense tendrá que sortear un campo de minas diplomático en el último adiós al pontífice, a quien Biden reconoció con la Medalla Presidencial de la Libertad.
Más información: El 'desprecio' que le espera a Trump en el Vaticano: Biden fue blanco de sus burlas por lo mismo en el funeral de Isabel II
Donald Trump puso ayer rumbo a Roma, en compañía de la primera dama, Melania Trump, para asistir al funeral del papa Francisco. El sepelio del pontífice tendrá lugar en la mañana de este sábado en la Basílica de San Pedro del Vaticano. No entraba en el guion, claro, pero será el primer desplazamiento exterior del presidente de Estados Unidos desde que, hace apenas 100 días, regresara a la Casa Blanca. Trump planeaba estrenar su segundo mandato con una gira diplomática por Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, en ese orden. Una declaración de intenciones para Oriente Próximo y el resto del mundo.
Las familias reales del Golfo tendrán que esperar, sin embargo. El fallecimiento de Francisco no sólo ha alterado la hoja de ruta de la Casa Blanca, sino que, además, coloca a Trump en una posición comprometida. En Roma, el mandatario estadounidense coincidirá con una extensa nómina de líderes internacionales, algunos incómodos, que, como él, harán acto de presencia en el último adiós al pontífice.
En la lista de jefes de Estado y de Gobierno que peregrinan por la Santa Sede figura, entre otros, el nombre del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, a quien Trump, según los documentos que adelantó ayer la agencia Reuters, presiona para reconocer como rusa la península de Crimea y renunciar a su aspiración a formar parte, algún día, de la OTAN. Todo ello a cambio de un alto el fuego “permanente” con Rusia. Un plan de paz que, más bien, parece una suerte de capitulación sobre la que Kyiv, sin embargo, está dispuesto a negociar.
Existe, en cualquier caso, la posibilidad de que Zelenski, finalmente, no acuda a la ceremonia como consecuencia de las “reuniones militares” agendadas para hacer balance, entre otras cuestiones, del último ataque con misiles ruso sobre Kyiv, que provocó en la madrugada del viernes la muerte de, al menos, doce personas. “Si no llego a tiempo, Ucrania estará representada a un nivel decente. El ministro de Asuntos Exteriores y la primera dama estarán allí”, anunció ayer Zelenski. En caso de asistir, sería su primer encuentro con Trump desde la famosa encerrona del Despacho Oval.
Quien, desde luego, no aterrizará en Fiumicino es Vladímir Putin. El futuro del presidente ruso peligraría en caso de que pusiera un pie en Italia, uno de los países signatarios del Estatuto de (precisamente) Roma que reconoce la legitimidad de la Corte Penal Internacional (CPI). En marzo de 2023, el Tribunal de La Haya emitió una orden de arresto contra Putin y contra su comisionada presidencial para los Derechos del Niño, María Lvova-Belova. Por eso, el jefe del Kremlin sería detenido. Enviará en su lugar a su ministra de Cultura, Olga Liubímova. Perfil bajo.
Sin Putin, Trump deberá conformarse con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el premier británico, Keir Starmer. A los tres los ha recibido en sus primeros 100 días en la Casa Blanca. Y con los tres —mención especial para Meloni, aliada ideológica— mantiene buenas relaciones.
Trump se topará, no obstante, con figuras con las que no encaja en absoluto, como es el caso de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cabeza visible de una institución que el mandatario republicano no sólo ignora, sino que también —y sobre todo— desprecia.
Pero la palma se la lleva, sin duda, Joe Biden. El expresidente de Estados Unidos acudirá a la despedida del papa Francisco en compañía de su esposa, la ex primera dama Jill Biden, según informa la prensa estadounidense. En el Vaticano, ambos coincidirán por primera vez desde la ceremonia de inauguración de Trump. Huelga decir que se detestan.
En enero, poco antes de abandonar la Casa Blanca, Biden concedió al papa Francisco la Medalla Presidencial de la Libertad, la máxima condecoración civil de Estados Unidos. Será paradójico porque Biden, que reapareció en público la pasada semana para criticar algunas de las medidas que ha sacado adelante la Administración Trump, tenía previsto reunirse en el Vaticano con el pontífice en la recta final de su mandato. Si los incendios de Los Ángeles no lo hubieran impedido, habría sido su último viaje al extranjero como presidente. Cuestión de imprevistos.