Europa

Choque de trenes a la vista: el atentado contra un general ruso y los bombardeos sobre Ucrania dejan a Trump en evidencia

Witkoff escenificó con su visita al Kremlin tan solo veinticuatro horas después de los bombardeos rusos sobre Kiev el acercamiento de EEUU hacia Rusia. Eso no ha impedido a Zelenski insistir con su petición de una paz justa que no parezca una rendición.

Más información: Ucrania accede a negociar sobre los territorios ocupados por Rusia sin renunciar a ellos y a cambio de un alto el fuego

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La paz en Ucrania parece cada día un poco más lejos. Al menos, si depende del papel de mediador de Estados Unidos. El presidente Volodímir Zelenski ha decidido no ceder ante la presión de la Administración Trump y ha rechazado las exigencias que Marco Rubio y Steve Witkoff presentaron a la delegación ucraniana en París el pasado jueves 17 de abril. En cambio, se ha encargado de configurar su propia contraoferta con el apoyo de la Unión Europea y Reino Unido, lo que ha provocado la indignación estadounidense y la cancelación de la reunión que debería haberse producido este jueves en Londres.

En su propuesta, Ucrania se compromete a un alto el fuego incondicional por tierra, mar y aire, como en un principio solicitó Donald Trump… pero se niega a reconocer la península de Crimea como territorio ruso y exige la presencia de sus socios europeos en las negociaciones para una paz duradera. Asimismo, Zelenski pide que Estados Unidos sea el garante del cumplimiento del acuerdo, algo que Trump ya ha dejado claro muchas veces que no está dispuesto a asumir.

Solo parece haber acuerdo en dos puntos: la gestión estadounidense de la central nuclear de Zaporiyia, que pasaría de nuevo a manos ucranianas, al menos nominalmente, y el acuerdo económico por los “minerales raros” que podría sufragar parte de la deuda que Ucrania tiene con Estados Unidos por su ayuda militar. Comoquiera que no hay manera de que se pongan de acuerdo en el montante de dicha deuda —las cifras que maneja Trump están tan infladas que solo pueden calificarse de falsas— tampoco es que vaya a ser fácil cerrar ese acuerdo comercial del que se lleva hablando ya dos meses.

El plan de Rubio y Vance

Las diferencias en todo lo demás son enormes. Tan enormes que pensar que Trump va a aceptar algo así es ciencia ficción. De Vladímir Putin, ni hablamos. El plan que diseñó Marco Rubio —aunque tiene toda la impronta de JD Vance, así que entendemos que el vicepresidente algo tuvo que ver en su redacción— ni menciona la devolución de los niños secuestrados por Rusia, ni habla de intercambios de presos, y deja bien claro que serán los europeos, los mismos europeos que se han visto ninguneados en todas las negociaciones previas, los que se encargarán de garantizar el cumplimiento del alto el fuego, algo a lo que, por cierto, Putin se niega en redondo.

Aunque permite a Ucrania seguir negociando su entrada en la Unión Europea, le cierra la puerta de la OTAN sin consultar siquiera al resto de aliados. Le cede el acceso de navegación por el río Dniéper, que hace de frontera natural en buena parte del frente sur, pero el precio a pagar es enorme: como llevamos comentando en los últimos días, Estados Unidos está dispuesto a reconocer formalmente a Crimea como territorio ruso y a fijar de facto los actuales territorios ocupados por Rusia como nuevas fronteras entre ambos países. Dicho reconocimiento debería llegar en los próximos días, en cuanto Putin deje de matar niños con bombardeos en los parques infantiles, y supondrá un verdadero antes y un después diplomático en este conflicto.

En el terreno económico, Estados Unidos asegura que la reconstrucción de Ucrania se financiará con los fondos rusos congelados en distintos bancos del mundo, aunque, a cambio, exige el levantamiento de las sanciones y la vuelta a la situación previa a la anexión de Crimea en 2014. Esto no es posible sin un acuerdo con la Unión Europea y con Reino Unido, que también han dejado claro que no van a ceder en este aspecto. En resumen, nadie va a ceder en nada vital, y es lógico que así sea porque, de lo contrario, no llevarían tres años matándose.

Putin, optimista, aunque no del todo

Sea como fuere, y a pesar de la advertencia pública de Trump del jueves afeando a Putin sus bombardeos contra civiles, el enviado especial Steve Witkoff volvió a reunirse este viernes con el presidente ruso en el Kremlin. Es la tercera vez que esto sucede en los últimos dos meses. Presumiblemente, Witkoff habría presentado a Putin el plan de Rubio-Vance, que habría sido recibido, según afirmó el Kremlin tras la reunión, con cierto optimismo. No es para menos. Eso sí, como ya dijo el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, Rusia entiende que aún hay cuestiones por “afinar”.

Por ejemplo, el Kremlin entiende que las cuatro provincias que se anexionó unilateralmente en septiembre de 2022 —Jersón, Zaporiyia, Lugansk y Donetsk— le pertenecen en su totalidad, incluidos los territorios que militarmente no ha podido conquistar. Estados Unidos se plantea reconocer al menos Lugansk, que está ocupado al 99% por el ejército ruso, pero Ucrania no va a aceptar un acuerdo de ese tipo. Si quisiera aceptarlo, insistimos, no llevaría tres años mandando a sus mejores jóvenes a morir en el frente.

Lo que está claro es que hay dos bloques cada vez más alejados: de un lado, Estados Unidos y Rusia; del otro, Ucrania y Europa —con la excepción, ya sabemos, de Hungría y Eslovaquia—. El acuerdo es imposible y la guerra continuará. Lo que está por ver es qué postura adoptará Trump a partir de ahora: si retirará toda la ayuda militar a Ucrania, incluyendo la información de inteligencia, si mantendrá un mínimo similar al de su primera administración o si, directamente, se pasará por completo del lado ruso y permitirá lo que no permitió Biden en 2022: el uso de armas nucleares tácticas sobre suelo ucraniano.

No es un escenario en absoluto descartable y es de entender que la mera posibilidad ya cuenta como medida de presión para que Zelenski ceda y Europa prefiera mirar hacia otro lado. Ahora bien, de momento, no está siendo así. En el fondo, se puede decir que Trump está cometiendo el mismo error que cometió Putin hace tres años: el presidente ruso pensó que cuando sus tropas entraran en Ucrania serían recibidas con flores y aplausos, mientras que el estadounidense pensaba que sus socios cederían ante todo lo que él dijera sin rechistar. Cuando uno entiende la negociación solo desde la posición de fuerza, más te vale que los demás sean de verdad débiles. De lo contrario, todo se complica, que es lo que está pasando.