
El presidente ruso, Vladímir Putin, se reúne con el enviado especial del presidente estadounidense, Donald Trump, Steve Witkoff, en San Petersburgo, Rusia, 11 de abril de 2025. Reuters
Witkoff escenifica su sintonía con Putin al aconsejar a Trump que reconozca como rusas las regiones ucranianas ocupadas
El enviado especial de la Casa Blanca para Oriente Próximo se reúne por tercera vez con el presidente ruso mientras Trump insta al Kremlin a "ponerse en marcha" para detener los ataques.
Los ministros de Defensa de la OTAN se dan cita en la sede de la Alianza en Bruselas para coordinar la ayuda a Ucrania con la ausencia destacada de EEUU.
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Triste viernes diplomático en Europa, con la escenificación de la profunda brecha entre la Administración Trump y sus socios occidentales. Mientras los ministros de Defensa europeos se reunían en la sede de la OTAN en Bruselas y mostraban de nuevo su rechazo a los bombardeos a civiles por parte de Vladímir Putin, el último de los cuales, en Krivói Rog, dejó casi veinte muertos, entre ellos media docena de niños, Donald Trump enviaba a su asesor Steve Witkoff a reunirse de nuevo con el propio Putin, esta vez en San Petersburgo.
La puesta en escena de Witkoff no pudo mostrar mayor sumisión ante alguien que acababa de bombardear un parque infantil: recibió al presidente ruso con la mano en el corazón y parecía incluso superado por la emoción del momento. Witkoff se había reunido en días anteriores con Kirill Dmitriev, jefe del Fondo Soberano de Rusia y representante de Putin en las negociaciones económicas con Estados Unidos. La Casa Blanca no había dicho nada al respecto, así que ya se encargó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, de filtrar la noticia para evidenciar la división de sus enemigos políticos.
La reunión con Dmitriev, según Reuters, acabó con el convencimiento por parte de Witkoff de que lo mejor para conseguir la paz era que Ucrania cediera las cuatro provincias que Rusia se anexionó ilegalmente en septiembre de 2022: Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk. Así se lo habría comunicado personalmente al presidente Trump, para escándalo del general Keith Kellogg, nombrado en su momento enviado especial para el conflicto y partidario de una postura más beligerante respecto a Rusia.
En rigor, para llegar a esa conclusión, no hacía falta negociador alguno. Es una de las pretensiones rusas desde el principio de la guerra y Ucrania jamás va a aceptar entregar por las buenas lo que no se le ha podido arrebatar por las malas. Recordemos que, si bien Rusia controla prácticamente la totalidad de Lugansk, la situación no es ni remotamente parecida en Donetsk ni mucho menos en Jersón y Zaporiyia, donde Ucrania domina todo el territorio al norte del río Dniéper.
Presión sobre Witkoff y Putin
La reunión entre Witkoff y Putin estuvo marcada por la presión que Trump está tratando de ejercer sobre ambos. Presión sobre Witkoff, de quien Trump podría estar cansándose porque no consigue los resultados esperados, y presión sobre Putin, porque sigue sin aceptar el alto el fuego que sí aceptó Ucrania hace aproximadamente un mes. El presidente estadounidense publicó este jueves en su red social, Truth, un post en el que lamentaba la muerte de “miles de jóvenes” cada semana —un cálculo, como todos, exagerado— y pedía a Putin que cesara sus bombardeos.
En cuanto a Witkoff, hay que recordar que no se trata de un diplomático al uso. Simplemente, es un empresario que juega al golf con Trump en Mar-a-Lago y que se apuntó el tanto del alto el fuego en Gaza pese a los esfuerzos de Antony Blinken y Joe Biden durante meses. Es cierto que su presencia ayudó a acelerar las cosas, pero, cuando la tregua saltó por los aires, el propio Witkoff reconoció que “tal vez” Hamás le había engañado y que creía sinceramente que la organización terrorista iba en serio en sus compromisos. Lo mismo que cree de Putin.
Witkoff, cuyos abuelos huyeron de Rusia tras la revolución bolchevique, se dedica a poco más que a trasladar las peticiones de Putin a la opinión pública occidental y hacer de altavoz del Kremlin. Se entiende, o al menos así lo entiende también Peskov, que tenía algo que transmitir en la reunión de parte de Trump, pero no se sabe el qué. Algo, hay que suponer, que no se pueda escribir en una red social. Probablemente, tenga más que ver con las garantías económicas que la Casa Blanca lleva tiempo ofreciendo a Moscú que con la negociación de un plan de paz como tal.
El resto de la OTAN, con Ucrania
Mientras tanto, como decíamos, Estados Unidos ni siquiera se personó en la reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, aunque el creador de dicho grupo fuera el antiguo secretario de Defensa, Lloyd Austin. Su sucesor, Pete Hegseth, prefirió no viajar a Bruselas y simplemente se conectó por videoconferencia, cediendo a Reino Unido y Alemania la iniciativa de la reunión. Era la primera vez que esto sucedía y por lo que comentó después el ministro holandés Ruben Brekelmans, será así de forma permanente.
Este movimiento parece un paso más en la desconexión militar entre Estados Unidos y el Viejo Continente. Las más de 100.000 tropas que aún permanecen en Europa, herencia de la Segunda Guerra Mundial y la posterior guerra fría con la URSS, podrían ser “reubicadas” en cualquier momento a otras zonas de posible conflicto como el sudeste asiático. En la reunión sí que estuvo presente, como es habitual, el ministro ucraniano de Defensa, Rustem Umerov, que volvió a recibir el apoyo unánime de sus aliados.
El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, afirmó tras la reunión que aún veía el final de la guerra lejano y anunció un compromiso de ayuda por parte del Grupo de Contacto de otros 21.000 millones de euros, tanto en gasto militar como en apoyo económico. Asimismo, calificó de “positivo” el hecho de que Europa se pueda organizar de forma autónoma y no quiso valorar el posible futuro de una Alianza Atlántica sin Estados Unidos, algo que Marco Rubio calificó en su momento de “histerismo”, pero que los líderes continentales ven cada vez más cercano.