El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su reunión del pasado lunes en Madrid

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su reunión del pasado lunes en Madrid OTAN

Europa

Los líderes de la UE se dividen sobre cómo pagar la subida del gasto militar hasta el 5% del PIB que exige Trump

Sánchez afronta la cumbre informal de este lunes en una posición incómoda, ya que España está a la cola de inversión en defensa y no tiene voluntad ni socios para acelerar.

Más información: Sánchez se suma a otros 18 países europeos y reclama por carta al BEI de Calviño que eleve la inversión militar

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Es la primera vez que los líderes europeos consagran una cumbre exclusivamente a seguridad y defensa. Es la primera vez que se reúnen desde que Donald Trump ha vuelto a tomar posesión como presidente de Estados Unidos. Y también es la primera vez que organizan un encuentro colectivo a Veintisiete con un primer ministro británico desde el trauma del divorcio del Brexit.

Los jefes de Estado y de Gobierno europeos celebran este lunes un "retiro informal" (así lo ha bautizado el nuevo presidente del Consejo Europeo, el portugués António Costa, porque no habrá conclusiones escritas) con el fin de discutir cómo la UE podría asumir más responsabilidad y ser más autónoma en materia de defensa. Al almuerzo está invitado el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, mientras que a la cena se sumará el británico Keir Starmer.

Los líderes europeos están de acuerdo en términos generales en la urgente necesidad de aumentar el gasto militar para hacer frente a la amenaza de Rusia y a las exigencias de Trump, que reclama a los aliados subir hasta el 5% la inversión en defensa. El punto de fricción es cómo pagar este rearme de la UE en un contexto en el que vuelven a aplicarse las normas de disciplina fiscal y tampoco hay dinero en las arcas comunitarias.

Un número creciente de Estados miembros (entre ellos Francia, Italia, España) apoyan una nueva emisión de deuda conjunta europea, siguiendo el ejemplo de los fondos Next Generation. Sin embargo, Alemania y el autodenominado club de los frugales (liderado por Países Bajos) rechazan rotundamente este solución y piden a los incumplidores que se aprieten el cinturón y den prioridad a la defensa en sus presupuestos nacionales.

El viraje más espectacular lo ha protagonizado la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, que militaba en el club de los frugales pero se acaba de pasar al bando de los que defienden los eurobonos. Todas las fuentes consultadas dan por descontado que Frederiksen pedirá apoyo a sus socios europeos frente a la amenaza de Trump de anexionarse Groenlandia. Francia ha ofrecido enviar tropas al Ártico, pero Dinamarca de momento lo descarta.

Mette Frederksen y Olaf Scholz, durante su reunión de este martes en Berlín

Mette Frederksen y Olaf Scholz, durante su reunión de este martes en Berlín Reuters

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afronta esta cumbre en una posición particularmente incómoda. España está en última posición en gasto en defensa entre los 32 países de la OTAN, con apenas el 1,28% del PIB, todavía muy lejos del objetivo del 2% que debía haber alcanzado en 2024. Y Sánchez no tiene ni voluntad política ni socios parlamentarios para acelerar en inversión militar. 

En las últimas semanas, Sánchez se ha situado en el punto de mira de la UE, de la OTAN y del propio Trump, que ha situado a España en el grupo de los BRICS y ha censurado su escasa inversión militar. En su reciente visita a Madrid, el propio Rutte reclamó al presidente y le trasladó la "urgente necesidad de invertir más ahora". Pero el presidente del Gobierno mantiene inalterable su plan de llegar al 2% en 2029.

"Yo no comparto, ni voy a alentar jamás, una deriva militarista que nos aboque a una nueva carrera armamentística. El mundo tiene prioridades más urgentes que atender y en ningún manual está escrito que la paz y la seguridad se conquisten reforzando arsenales", dijo el presidente del Gobierno en la confrerencia de embajadores celebrada en febrero.

En su "retiro" del lunes, los líderes europeos discutirán en primer lugar cómo reforzar sus alianzas defensivas con sus socios naturales: la OTAN, Reino Unido y también los EEUU de Trump. "No se puede hablar de seguridad en el continente europeo sin la OTAN ni los británicos", señala un diplomático europeo.

El primer ministro polaco, Donald Tusk, el pasado 19 de diciembre en Bruselas.

El primer ministro polaco, Donald Tusk, el pasado 19 de diciembre en Bruselas. Reuters

En cuanto al presidente de EEUU, los jefes de Estado y de Gobierno han pactado "reaccionar con disciplina, con la cabeza fría y de forma medida" a los constantes anuncios que salen de la Casa Blanca y sus redes sociales. Una estrategia que hasta ahora ha funcionado porque la UE ha logrado en buena medida esquivar la furia de Trump y por eso se mantendrá en las próximas semanas, según las fuentes consultadas.

Por lo que se refiere al aumento del gasto en defensa, la prioridad para los líderes europeos es identificar las capacidades críticas que se necesitan para la defensa colectiva del territorio europeo. Sobre esta cuestión ya hay análisis realizados por la Agencia Europea de Defensa y propuestas de varios socios, como el escudo antimisiles europeo que defiende el primer ministro polaco, Donald Tusk; un plan para la industria de drones; o el refuerzo de la seguridad de las infraestructuras submarinas en el mar del Norte, que han sufrido varios ataques recientemente.

Pero la cuestión que genera una mayor discrepancia entre los líderes europeos es la del dinero. El presidente del Consejo Europeo ha puesto sobre la mesa de los líderes un menú completo de opciones que se discutirán durante la cumbre. La que de momento suscita un mayor consenso es eliminar todas las restricciones en el mandato del Banco Europeo de Inversiones (BEI), cuya presidenta es Nadia Calviño, que le impiden financiar directamente a la industria militar.

Un total de 19 Estados miembros (entre ellos Alemania, Francia, España e Italia) han firmado este viernes una carta conjunta en la que reclaman que el BEI eleve la financiación militar. Pedro Sánchez se ha sumado esta vez a la misiva, aunque rechazó suscribir una iniciativa similar el pasado marzo, un signo de que la presión internacional empieza a hacer mella en el presidente del Gobierno.

Calviño destinó el año pasado 1.000 millones de euros a proyectos de doble uso civil y militar -que sí se permiten en el actual mandato, y pretende este año duplicar la financiación hasta los 2.000 millones. Esta cantidad es muy insuficiente para los líderes europeos, pero tampoco hay consenso sobre el cambio de mandato por miedo a que el BEI pierda su calificación crediticia triple A.

En paralelo, la UE debería reformar sus propias reglas de responsabilidad social corporativa para no penalizar las inversiones en defensa, ya que con las normas actuales muchos grandes inversores como los fondos de pensiones no se atreven a aventurarse en este ámbito.

La presidenta del BEI, Nadia Calviño, durante la rueda de prensa de presentación de resultados este jueves en Bruselas

La presidenta del BEI, Nadia Calviño, durante la rueda de prensa de presentación de resultados este jueves en Bruselas Unión Europea

La segunda fuente de financiación posible en la UE es el presupuesto comunitario, pero ahí casi no queda dinero. De hecho, Bruselas asignó el año pasado apenas 1.500 millones de euros a su primera Estrategia Industrial de Defensa porque no había más fondos. La alternativa es que los Estados miembros redirijan parte de los fondos de cohesión que ya tienen asignados a la industria bélica, una posibilidad que ya existe pero que apenas se ha utilizado.

Finalmente, António Costa plantea a los líderes europeos estudiar "otras opciones adicionales comunes", una forma de referirse a los eurobonos sin nombrarlos. La actual jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, propuso cuando era primera ministra de Estonia un fondo de 100.000 millones de euros financiado con deuda común europea, una iniciativa respaldada por Emmanuel Macron. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha cifrado en 500.000 millones las necesidades de inversión en defensa.

Esta alternativa es la que rechazan de forma radical Alemania y los frugales. "Algunos planes que están circulando como emitir más deuda común o recurrir al MEDE (el fondo de rescate que se creó durante la crisis de deuda y que España usó para la banca) son irresponsables", sostiene un diplomático de uno de estos países.

Los frugales sostienen que la responsabilidad principal de aumentar el gasto en defensa corresponde a los Gobiernos con sus presupuestos nacionales. Si todos los Estados miembros cumplieran el objetivo del 2% de inversión militar, eso generaría 60.000 millones extra para defensa. Lo que deben hacer los países incumplidores como España es priorizar el gasto bélico en detrimento de otras partidas, como también reclama el propio secretario general de la OTAN.