Mercenarios ruso en misiones en República Centroafricana.

Mercenarios ruso en misiones en República Centroafricana. Adrienne Surprenant | TNH

Europa

Putin reinventa al Grupo Wagner en África: asegura el poder a dictadores por recursos naturales

La red de mercenarios fue disuelta tras el intento de rebelión del año pasado, no obstante, el Kremlin los ha reorganizado bajo el mando de Averyanov. 

28 febrero, 2024 02:39

El Grupo Wagner ha sido tanto la némesis como el fiel reflejo del gobierno de Putin en Rusia. Las oportunidades y desafíos que generaron su fundación, también han limitado la voluntad y capacidad del Estado ruso para erradicarlo. A pesar de la disolución del grupo mercenario tras la rebelión del año pasado y el enigmático fallecimiento de su líder, Yevgueni Prigozhin, el Kremlin no busca ni mucho menos acabar con su legado en el mundo.

En cambio, Putin busca aprovechar los lazos dejados por Wagner en África y está ofreciendo a numerosos gobiernos del continente un paquete de supervivencia del régimen a cambio de un acceso prioritario a la explotación de recursos naturales estratégicos. En las reuniones dentro de la cúpula del gobierno ruso que siguieron al motín de Prigozhin en junio de 2023, Moscú decidió adoptar varios cambios estructurales dentro de grupo una vez sofocara la rebelión.

El Servicio Federal de Seguridad asumiría el control de los negocios de Prigozhin, mientras que el ala militar pasaría a estar bajo el mando del Departamento Central de Inteligencia (GRU). Dentro del GRU, se decidió que las operaciones del Grupo Wagner se dividirían en dos cuerpos.

Por un lado, se estableció un Cuerpo de Voluntarios encargado de las operaciones en Ucrania. Y, por otro, se creó un Cuerpo Expedicionario, dirigido por el jefe de la Unidad 29155 —especializada en los asesinatos selectivos y en desestabilizar gobiernos extranjeros—, Andrey Averyanov, el hombre acusado de estar detrás del intento de asesinar al exoficial de inteligencia rusa Sergei Skripal en el Reino Unido.

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Sin embargo, unos nuevos documentos del gobierno ruso, obtenidos por la cadena británica BBC, revelan que el objetivo del Kremlin en el continente africano es completamente distinto. En lugar de buscar la desestabilización de gobiernos, su enfoque se centra en consolidarlos, siempre y cuando estén dispuestos a pagar el servicio con recursos naturales. Con este fin, Moscú está reclutando nuevos soldados y antiguos combatientes de Wagner —20.000, según fuentes consultadas por Bloomberg— para desplegarse en al menos cinco países aliados de Rusia en África: Burkina Faso, Libia, Mali, la República Centroafricana y Níger.

Logo de Wagner en el edificio de oficinas del grupo en San Petersburgo (Rusia).

Logo de Wagner en el edificio de oficinas del grupo en San Petersburgo (Rusia). Maksim Konstantinov EP

Nuevo amigo, mismos intereses 

Rusia opera con varios contratistas militares privados, aunque ninguno ha alcanzado el nivel de influencia de Wagner. Este grupo fundado por Prigozhin ha demostrado ser excepcionalmente eficiente para el Kremlin, facilitando la expansión de su influencia financiera, militar y política en extensas áreas de Libia y África a un coste relativamente bajo.

Al igual que otras empresas militares privadas como Constellis (anteriormente conocida como Blackwater) en Estados Unidos, Wagner permite a su gobierno participar en conflictos en el extranjero sin implicarse directamente, aprovechando la flexibilidad de estos grupos fuera de los confines de la guerra estatal. Estas entidades participan en actividades como campañas de terror y desinformación de una manera que las fuerzas convencionales no pueden. 

Aprovechando los sólidos lazos creados por Wagner en África, según afirman los analistas, la entrada del Cuerpo Expedicionario permitiría reavivar la influencia de Moscú en el continente en un momento en el que la influencia de Occidente está más en entredicho que nunca. Además, la presencia del Cuerpo podría facilitar la reactivación de negocios previamente establecidos por el grupo mercenario.

En todo caso, el Kremlin ha capitalizado la inestabilidad en África Occidental, alimentada por golpes militares y la insurgencia islamista, y exacerbada por un creciente resentimiento popular hacia la antigua potencia colonial, Francia, y la percepción generalizada de intromisión occidental.

Tres países subsaharianos —Níger, Mali y Burkina Faso— firmaron un pacto de defensa mutua el pasado mes de septiembre con Rusia y, uno cuarto, Chad, un aliado tradicional de Occidente, se reunió recientemente con Putin para tratar la cooperación en materia de seguridad. Todos ellos tienen una ingente cantidad de recursos energéticos y minerales como petróleo, oro y uranio, aunque su población continúa sumida en la más extrema pobreza, el hambre y los conflictos constantes. 

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La aproximación rusa a estos países, a pesar de los reiterados intentos de Moscú por presentar una visión diferente ante la población saheliana, no difiere significativamente de las relaciones coloniales establecidas anteriormente con los países occidentales. El Kremlin también busca el acceso a los recursos naturales. Por ejemplo, en la República Centroafricana, una empresa vinculada a Wagner obtuvo los derechos exclusivos de explotación de Ndassima, la mayor mina de oro del país, a cambio de respaldar un régimen autoritario. Este mes, un grupo de combatientes rusos, exmiembros de Wagner, se apoderaron de la mina de oro Intahaka en Mali.

Con esto, Moscú no solo busca dominar el acceso a los recursos naturales en estos países, sino también buscan “desplazar estratégicamente el control occidental del acceso a minerales y recursos críticos”, según explicó a la BBC Jack Watling, investigador del Royal United Services Institute (RUSI). Un reciente informe de este think tank británico apunta a que si Rusia lograra hacerse con el control de las minas de uranio en África Occidental, Europa podría quedar expuesta al “chantaje energético” del Kremlin, algo que afectaría especialmente a Francia, dado su alto grado de dependencia de la energía nuclear. 

Además de su papel en el sostenimiento de regímenes dictatoriales, se espera que el Cuerpo Expedicionario en África continúe con la estrategia de Wagner en la extracción de recursos naturales con el fin de generar fuertes ingresos de divisas para financiar la guerra en Ucrania. Según el informe The Blood Gold Report, el Kremlin ha ganado “más de 2.500 millones de dólares con el comercio de oro africano desde que Vladímir Putin lanzara su invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022”. 

Además, al tener influencia sobre la estabilidad de los regímenes, como señala el informe del RUSI, Moscú podría controlar el flujo migratorio hacia Europa, creando condiciones propicias para que el Servicio de Actividades Especiales de Averyanov pueda desestabilizar políticamente a los países europeos, tal y como "se está explorando a través de la migración ilegal empujada hacia Finlandia".