Claus Weselsky , presidente del sindicato alemán de conductores de trenes (GDL).

Claus Weselsky , presidente del sindicato alemán de conductores de trenes (GDL). Reuters

Europa

Claus Weselsky convoca la mayor huelga ferroviaria de Alemania: 'Es un favor al resto de empleados'

Claus Weselsky explica a EL ESPAÑOL por qué el sindicato que preside, el Sindicato Alemán de Maquinistas (GDL, por sus siglas alemanas), se ha lanzado a la mayor huelga ferroviaria que recuerda la historia reciente del país del canciller Olaf Scholz.

29 enero, 2024 02:42
Berlín

Se llama Claus Weselsky y cumplirá en febrero 65 años. A su edad, de cualquier persona en el mercado laboral alemán se podría esperar que estuviera jubilada o pensando más en la retirada que en estar en primera línea de las luchas sociales. No en vano, la edad media de jubilación en Alemania es de 64,4 años, según datos del portal de estadística germano Statista.

Pero Weselsky no tiene ahora la cabeza para jubilaciones. Está metido en el que probablemente sea la tarea más compleja que ha tenido en décadas. A saber, conseguir mejoras salariales y laborales para sus representados en el Sindicato Alemán de Maquinistas (GDL, por sus siglas alemanas) en mitad de una recesión y con la inflación por las nubes.

Weselsky es el presidente del GDL, una organización que reivindica 40.000 afiliados y, hoy por hoy, el protagonismo en toda Alemania e incluso Europa. GDL está de huelga desde el pasado miércoles a las dos de la tarde. Hasta la madrugada del domingo al lunes, según lo previsto, los maquinistas de GDL no trabajarán para su empresa, la Deutsche Bahn la mayor compañía de ferrocarriles de Alemania. Esto supone "masivas restricciones de servicios", según reconocen en la empresa alemana.

Weselsky ha lanzado a sus afiliados a una huelga que iba a ser de seis días pero que este sábado se recortó en una jornada. Es el paro más largo que se recuerda en el sector ferroviario. Y si estos días se ha visto afectado el transporte de pasajeros de larga distancia, regional y de cercanías junto al tráfico de mercancías por toda Alemania y hacia otros países del 'viejo continente', esos son males necesarios para Weselsky y compañía.

"Estamos luchando por la mejora del sistema ferroviario de Alemania y también luchamos por mejores condiciones laborales", dice Weselsky a EL ESPAÑOL. Este sindicalista formado en su día como ingeniero lleva liderando GDL desde hace quince años. En 2008 llegó a su cargo de presidente.

Él conoce bien la situación de Deutsche Bahn y le reprocha a su dirección, entre otras cosas, no haber invertido lo suficiente en infraestructuras. Este es un mal estructural que se señala también para explicar por qué la economía alemana está en recesión. El PIB se contrajo en 2023 un 0,3%, según los datos oficiales.

Invertir, Weselsky quiere que Deutsche Bahn también invierta en personal. La falta de mano de obra – otro de los grandes males económicos de Alemania – se hace notar igualmente en la gran firma ferroviaria de Alemania.

Weselsky y GDL, con sus reivindicaciones, quisieran ver revalorizado el trabajo de ferroviario. "El trabajo de las personas en este sector necesita ser reconocido. Hacerlo sería enviar una señal que hay que mandar", plantea el presidente de GDL. En la Deutsche Bahn trabajan actualmente 338.000 personas, según cuentas recogidas por el diario Frankfurter Rundschau.

Sea como fuere, a Weselsky, el hombre del momento en Alemania, hay quien le echa en cara, como hacían en la redacción del diario berlinés Der Tagesspiegel, "querer coronar su carrera con la mayor huelga ferroviaria que se recuerda en 30 años". Él, sin embargo, defiende otros objetivos. Uno, mejoras salariales de hasta 555 euros al mes para un colectivo de maquinistas que llega a cobrar, en el mejor de los casos, hasta 3.800 euros mensuales y, dos, una reducción en la semana laboral, convirtiéndola en semanas de 35 horas en lugar de 38.

"Las personas que trabajan en este sector también necesitan más tiempo libre. Esto también haría más atractivos los empleos en el sector ferroviario", defiende Weselsky.

Deutsche Bahn es precisamente una empresa que ya no parece tan atractiva como fue en su momento. La imagen de la compañía está particularmente erosionada por la falta de puntualidad de sus trenes, algo que parece debiera ser esencial, según las expectativas que tienen de sus trenes los usuarios germanos.

Los datos sobre puntualidad que arroja 2023 son los peores en casi una década. De acuerdo con las cuentas del dominical Bild am Sonntag, el año pasado la mitad de los trenes de larga distancia de la Deutsche Bahn iban con retraso. En GDL denuncian que datos así se explican, mayormente, por la mala gestión de la dirección.

"Un favor" a los alemanes

La decisión de ir a una huelga como la que está en marcha, que se nota en el día a día de los alemanes, divide al país. Los hay que están a favor y en contra de GDL y sus objetivos. Pero también hay algo que juega a favor de Weselsky como es el agitado clima social que vive Alemania, ya sea por manifestaciones generadas por cuestiones ideológicas como las que movilizan a muchos estos días contra la extrema derecha o, no hace tanto, contra el Gobierno por sus recortes en el sector primario.

En uno de sus más recientes editoriales, el influyente diario generalista muniqués Süddeutsche Zeitung llegaba a ver el activismo de Weselsky y compañía como "un favor a muchos empleados de otros sectores, aunque resulte molesto". Es un "favor" porque la huelga de GDL recuerda a muchos empleados que "subestiman su propio poder y aún no se han dado cuenta de que en realidad pueden exigir mucho más" a sus empleadores.

Sin embargo, en la conversación que mantiene el veterano sindicalista alemán con este periódico, Weselsky va a lo suyo. "Nosotros, como GDL, no podemos ocuparnos de los problemas de otros grupos con problemas sociales. Para defender sus condiciones de trabajo, la gente tiene que organizarse en sindicatos y participar activamente en estas organizaciones", comenta el presidente del sindicato ferroviario.

Ahora bien, a él no se le escapa que la inflación, que de media en 2023 se quedó en un altísimo 5,9%, está haciendo mella en los bolsillos de todos los alemanes, especialmente las clases trabajadoras y más modestas. "La inflación está teniendo un impacto negativo en la vida de la gente", conviene en afirmar Weselsky. De hecho, en GDL, "la movilización actual es también una respuesta a los efectos negativos de la situación económica", comenta.

Más inflación, más protestas

"La inflación ha intensificado las reivindicaciones de nuestro sindicato, que lleva meses luchando por mejores salarios y condiciones de trabajo. Y durante este tiempo, las condiciones de la inflación han empeorado", abunda.

Cierto es que la actual y, por ahora, fracasada, ronda de negociaciones entre GDL y Deutsche Bahn comenzó a finales del año pasado. La situación de huelga prolongada durante casi una semana se veía venir. Hasta tres paros se convocaron antes de la huelga que ahora se desarrolla con preocupantes resultados para el tráfico de personas y bienes por vía férrea.

"Volvemos a tener una oferta reducida", según los términos de la portavoz de Deutsche Bahn, Anja Bröker, quien en anteriores jornadas de paros señalaba que los planes "de urgencia" como los que ahora hay en marcha apenas presentan un 20% de la mano de obra disponible.

En vista de la situación en la que GDL y Weselsky han dejado a la compañía, el presidente de la organización sindical se muestra convencido de que se saldrán con la suya. "Confiamos en tener éxito con nuestra huelga. Estamos recibiendo mucho apoyo y el mensaje es claro para la dirección de Deutsche Bahn, que claramente quiere este conflicto", apunta un Weselsky confiado.

De Weselsky no parecen fiarse en Deutsche Bahn. La empresa denuncia que, según las cuentas que hacía Bröker en una de sus últimas declaraciones públicas, en "en la última ronda de negociaciones ha habido catorce horas de negociación y 120 horas de huelga, a las que se añaden ahora otras 136 horas de huelga".

El Gobierno no lo entiende

Por otro lado, el Gobierno del canciller Olaf Scholz no parece en condiciones de poder ofrecer nada a las partes. Ante las últimas hostilidades, el ministro de Transportes de Alemania, el político liberal Volker Wissing, ha dicho no "comprender nada" la lógica puesta en marcha por Weselsky y su GDL.

El presidente de GDL no se da por aludido cuando habla Wissing, al menos de momento. "El Gobierno dice que no entiende lo que estamos haciendo. Pero es que el Gobierno no entiende nada. Nuestras huelgas son legales, moderadas y justas", señala Weselsky a cuenta del Ejecutivo de Scholz. No en vano, el canciller Scholz aparece en encuestas recientes como el menos apreciado por la opinión pública en casi tres décadas.

Sea como fuere, a una economía alemana que parece estar de luto, Weselsky y compañía le traen otro disgusto con su huelga. En el Instituto para la Economía Alemana (IW), un centro de estudios económicos con sede en Colonia (oeste germano), se ha estimado que los seis días de huelga costarán al país 600 millones de euros. No parece ser nada que pueda echar atrás a Weselsky y sus deseos de mejoras para sus afiliados.

Según informaba el viernes en su primera página el diario Bild, el periódico más leído del país, Weselsky y compañía "ya están planeando la próxima huelga". En su información, dicho diario aludían a frases de otros líderes sindicales de GDL que están valorando mantener el pulso a Deutsche Bahn tras estos seis días de huelga.

Weselsky prefiere no comentar lo que dice ese periódico, tan amarillista como leído en el país. Lo compran al día unos 1,2 millones de personas, entre las que se cuentan mucha gente de a pie y no menos personalidades influyentes en Alemania. "Al periódico Bild no le gustamos nada de nada. Nos lo tomamos con calma. Estamos de buen humor y tenemos mucha energía para esta huelga", concluye Weselsky.