Médicos voluntarios ucranianos utilizan un autobús transformado para transportar a soldados ucranianos heridos desde la línea del frente oriental, cerca de Bakhmut, a un hospital de Dnipro.

Médicos voluntarios ucranianos utilizan un autobús transformado para transportar a soldados ucranianos heridos desde la línea del frente oriental, cerca de Bakhmut, a un hospital de Dnipro. Reuters

Europa

La resistencia de Ucrania en Ivanivske y Khromove impide la pinza de Rusia sobre Bakhmut

La resistencia no solo es heroica, sino eficaz. Bakhmut iba a caer en navidades y aquí estamos en marzo haciendo recuento de calles y barriadas.

17 marzo, 2023 02:47

Un día más, Bakhmut sigue sitiado por las fuerzas del Grupo Wagner y algunas unidades (pocas) del ejército ruso y, un día más, Bakhmut resiste. La situación es precaria y arriesgada, como se empeñan en señalar los medios estadounidenses y las continuas filtraciones del Pentágono, que está que se sube por las paredes con las decisiones del alto mando ucraniano, pero mientras Ivanivske y Khromove resistan y lo haga la carretera T0405, es improbable que Ucrania retire a sus hombres.

Sin retirada, a Wagner le quedan dos opciones: la guerrilla urbana o la pinza. En la actualidad, está tanteando ambas posibilidades, confiando en que su superioridad numérica haga insostenible la defensa de ambos flancos. La guerrilla urbana consiste en intentar meterse calle por calle y conquistar edificio por edificio, o lo que quede de ellos. Pueden hacerlo cruzando el Bakhmutka o bajando desde el norte aprovechando la toma de la acería Azom. El problema es el enorme coste de vidas que eso supondría para el ejército privado de Eugeni Prigozhin.

Si no queda más remedio, se hará, porque lo que no se puede permitir el excocinero a estas alturas es quedar mal con Putin y ver su posición política aún más dañada frente a Gerasimov y Shoigú, pero es normal que se busquen alternativas. Para Rusia, lo ideal sería cerrar una pinza a las afueras de Bakhmut, para evitar, además, que sus tropas queden a su vez embolsadas en determinados barrios de la ciudad entre fuerzas resistentes ucranianas. El objetivo número uno sigue siendo tomar Khromove en el norte y avanzar desde ahí hacia Ivanivske, en el sur. En el mapa, la distancia es escasa, unos cinco kilómetros. En la realidad, esos cinco kilómetros son un mundo.

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De momento, además, los progresos son escasos. A última hora del jueves, se rumoreó un posible ataque de Wagner a la Escuela Número 2, junto al cementerio, en el sur de la ciudad. Ese ataque tendría como objetivo cortar definitivamente la T0405 e imposibilitar la llegada de tropas, armas o mercancías desde Chasiv Yar, donde se toman las decisiones militares y donde han huido en las últimas semanas miles de refugiados. Independientemente del éxito de la operación, lo cierto es que hace tiempo que dicha carretera está inservible a esa altura. Los bombardeos son constantes.

El malestar estadounidense

La resistencia, de momento, no solo es heroica, sino eficaz. Bakhmut iba a caer en navidades y aquí estamos en marzo haciendo recuento de calles y barriadas. Como decíamos antes, en el Pentágono no se ve así. No puede ser casualidad que en los últimos cuatro días, tanto el New York Times como el Washington Post como la prestigiosa revista Politico hayan criticado la decisión de Zelenski de mantener sus tropas en la ciudad. Las tres publicaciones critican que se estén obsesionando con un símbolo, desaprovechando de paso buena parte de las municiones que les mandan desde Washington, en principio con la idea de reservarlas para una posterior contraofensiva en primavera-verano.

Mercenarios del Grupo Wagner en Bakhmut.

Mercenarios del Grupo Wagner en Bakhmut. Reuters

El desencuentro en ese sentido es total. Ucrania necesita a Estados Unidos para plantarle cara a Rusia y a su vez Estados Unidos necesita a Ucrania para pararle los pies a Putin y hacer de escudo en la práctica de los territorios OTAN. Ahora bien, la situación política obliga a justificar muy bien cada envío de armas y demostrar su utilidad. Las declaraciones del probable candidato a la presidencia por el Partido Republicano, Ron DeSantis, en las que señalaba que el conflicto de Ucrania no era una prioridad para la seguridad nacional estadounidense van en la línea de lo apuntado por Donald Trump, Kevin McCarthy o el conjunto de la cadena FOX News.

Si la administración Biden no quiere que el apoyo a Ucrania se convierta en un tema de debate político interno, necesita que Ucrania gane o que al menos lo parezca. Necesita contraofensivas espectaculares con ganancia de terreno. En ese sentido, ver cómo Ucrania dedica sus recursos a la defensa de Bakhmut no acaba de proyectar la imagen que se busca en el Pentágono y en la Casa Blanca. Se ignora, de nuevo, que la resistencia de Bakhmut tal vez esté permitiendo la estabilidad en frentes más peligrosos como los de Siversk, Limán, Kreminna, Vuhledar o Avdiivka.

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Estimaciones de un millón de bajas

Puede que en esa clave haya que entender las estimaciones que la propia revista Politico lanzaba este jueves en uno de sus artículos. Se hablaba de 100.000 muertos por parte del bando ucraniano. Siguiendo la tradicional estimación de tres heridos graves o prisioneros por cada muerto (una estimación que tampoco es una regla exacta, por otro lado) estaríamos hablando de 400.000 bajas en el ejército ucraniano. Es un número desorbitado, cuya fuente probablemente también sea el Pentágono, pero que resulta difícil de creer. Si Ucrania hubiera sufrido ya tantas bajas, no podría estar defendiéndose con éxito en tantos frentes a la vez.

Aparte, si tenemos en cuenta que Rusia, como agresor, tiene necesariamente que haber sufrido más bajas y poniendo una ratio bastante conservadora de 1.5:1, estaríamos ante 600.000 muertos, heridos o prisioneros rusos. De nuevo, una cifra escandalosa, pues supera lo que en principio Putin ha movilizado, por mucho que ahí incluyamos a los mercenarios y presidiarios del Grupo Wagner o a los milicianos de los ejércitos de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.

Un miembro del servicio ucraniano lleva un proyectil de mortero antes de disparar contra las tropas rusas en las afueras de la ciudad de Bakhmut .

Un miembro del servicio ucraniano lleva un proyectil de mortero antes de disparar contra las tropas rusas en las afueras de la ciudad de Bakhmut . Reuters

En total, estaríamos hablando de un millón de bajas en poco más de un año. No parece demasiado realista y es normal preguntarse a qué se deben esas filtraciones y qué efecto pueden tener en la moral de los ucranianos que las lean. De hecho, prácticamente coinciden con las que publicó en su momento el ministerio de defensa ruso. Pensar en 50.000 muertos ucranianos y 100.000 rusos tal vez sería más lógico. Aun así, estaríamos ante un escenario de más de medio millón de bajas en acción. La guerra de atrición es lo que tiene. Rusia eligió ese camino y solo queda saber qué quedará de ambos ejércitos cuando todo esto acabe.