El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante el anuncio del embargo al petróleo ruso

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante el anuncio del embargo al petróleo ruso Reuters

Europa

El veto al petróleo y al gas rusos provoca la primera brecha en el frente occidental contra Putin

EEUU y Reino Unido prohibirán las importaciones, pero la UE se queda atrás por su alta dependencia de Moscú.

9 marzo, 2022 03:20
Bruselas

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Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá habían exhibido un frente común sin fisuras en su respuesta contra el Kremlin. Con una coordinación nunca vista antes, los aliados occidentales han aprobado de forma simultánea sanciones sin precedentes contra el sistema financiero ruso, el Banco Central de Moscú y más de 500 dirigentes políticos y oligarcas, entre ellos el propio Vladimir Putin y su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov. Una unidad que se ha roto por primera vez por culpa del suministro energético.

Mientras que Estados Unidos y Reino Unido han anunciado un embargo al petróleo y el gas ruso (Canadá ya lo había hecho), la Unión Europea elude de momento sumarse por su elevada dependencia respecto a Moscú.

Los europeos importan de Rusia alrededor 40% del gas que consumen, así como el 27% del petróleo y el 46% del carbón. Aunque su objetivo es declarar su independencia energética respecto al Kremlin, Bruselas alega que no puede hacerlo de la noche a la mañana.

Esta primera gran brecha entre los aliados occidentales ha quedado al descubierto tras la firma este martes por parte de Joe Biden de una orden ejecutiva que prohíbe la importación a Estados Unidos de petróleo, gas natural licuado y carbón procedentes de Rusia.

El propósito declarado es privar a Vladimir Putin de los recursos económicos para financiar la guerra contra Ucrania. El año pasado, Estados Unidos importó cerca de 700.000 barriles por día de petróleo ruso.

"Muchos de nuestros aliados y socios europeos tal vez no estén en condiciones de sumarse a nosotros. Estados Unidos produce mucho más petróleo localmente que todos los países europeos combinados. De hecho, somos exportadores netos de energía. Así que podemos dar este paso, mientras que otros no pueden", ha explicado Biden durante su comparecencia de prensa para anunciar el embargo al crudo ruso.

"Pero estamos trabajando estrechamente con Europa para desarrollar una estrategia a largo plazo para reducir también su dependencia de la energía rusa. Nuestros equipos están discutiendo activamente cómo lograr que esto suceda y hoy nos mantenemos unidos en nuestro objetivo: seguir aumentando la presión sobre Putin y su maquinaria de guerra", ha enfatizado el presidente norteamericano, en un intento de minimizar la fractura con Europa.

La negativa de Scholz

Minutos después, el primer ministro británico, Boris Johnson, anunciaba que seguirá los pasos de Estados Unidos, aunque a un ritmo más lento. Reino Unido se propone suprimir todas las importaciones de petróleo procedentes de Rusia (el 8% del total) de aquí a final de año. Su Gobierno todavía está examinando si puede prescindir también del gas ruso y prepara un anuncio para los próximos días.

La Casa Blanca intentó un movimiento coordinado con la UE, al menos por lo que se refiere al petróleo, según desveló durante el fin de semana el secretario de Estado, Anthony Blinken. "Ahora estamos en discusiones muy activas con nuestros socios europeos sobre la prohibición de la importación de petróleo ruso a nuestros países, manteniendo al mismo tiempo un suministro mundial constante de petróleo", explicó durante una entrevista el domingo a la cadena NBC.

Pero la unidad estalló el lunes con la negativa rotunda del canciller alemán, Olaf Scholz. "Europa ha eximido deliberadamente de las sanciones el suministro de energía desde Rusia. En este momento, el suministro de energía en Europa para la calefacción, la movilidad, la electricidad y la industria no puede garantizarse de ninguna otra forma", alegó Scholz en un comunicado.

El canciller sostiene que su Gobierno y sus aliados europeos llevan meses trabajando duro para encontrar alternativas a la energía rusa. "Pero eso no se puede hacer de la noche a la mañana. Es por eso que hemos adoptado una decisión consciente de continuar las actividades comerciales en el área del suministro de energía con Rusia", concluye el comunicado.

De hecho, la UE ha excluido de las sanciones de SWIFT a los dos bancos rusos que gestionan los pagos del gas: Sberbank y Gazprombank. Tanto Alemania como Italia se oponían a desconectar a los bancos rusos de este sistema de mensajería financiera precisamente por miedo a un corte de suministro energético. Una decisión que ha indignado a Polonia, que sí quiere incluir al sector de la energía en las sancones contra el Kremlin.

El aviso de Borrell

Horas antes del anuncio de Biden, la Comisión Europea ha presentado un plan de acción cuyo objetivo es alcanzar la plena independencia de Europa respecto al gas ruso. Pero no de forma inmediata, sino de aquí a 2030.

"Debemos ser independientes del petróleo, el carbón y el gas rusos. Sencillamente, no podemos confiar en un proveedor que nos amenaza de manera explícita", reconoce la presidenta, Ursula von der Leyen.

La estrategia fija como prioridades diversificar el suministro apostando por el gas natural licuado (GNL), acelerar el despliegue de renovables y prescindir del gas en la calefacción y la generación de electricidad. Estas iniciativas pueden reducir la demanda en la UE de gas ruso en dos tercios de aquí a fin de año, según Bruselas.

"Llevo escuchando desde hace 20 años que tenemos que reducir la dependencia respecto a Rusia, pero esta dependencia ha seguido aumentando durante los últimos 20 años. Así que, a partir de ahora, debemos convertir nuestras palabras en hechos", se quejaba el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, en un debate de emergencia sobre Ucrania en la Eurocámara la semana pasada.

Según sus datos, la UE gasta 700 millones de euros al día en importaciones de gas, petróleo y carbón de Rusia. "Todo el dinero que destinamos a pagar el gas y el petróleo ruso no sirve para aumentar el bienestar del pueblo ruso. Sirve simplemente para hacer más potente la maquinaria de guerra de Putin", denuncia Borrell.