John Witts bebe cerveza en el pub Figure of Eight, en Birmingham.

John Witts bebe cerveza en el pub Figure of Eight, en Birmingham. EP

Europa

Alegría en Inglaterra ante un desconfinamiento que pondrá fin a las restricciones el 21 de junio

Nervios, emoción y cierta ansiedad predominan entre los comerciantes y el público que se sienta pese al frío en las terrazas de bares y restaurantes.

13 abril, 2021 01:16
Londres

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Inglaterra ha retornado este lunes a una ralentizada actividad comercial con la reapertura de negocios no esenciales como grandes almacenes, peluquerías, pubs y gimnasios, en la nueva fase de un desconfinamiento gradual que debería culminar con el fin de las restricciones el 21 de junio.

Nervios, emoción y una cierta ansiedad predominan entre los comerciantes y el creciente público que se sienta pese al frío en las terrazas de bares y restaurantes - el interior permanece cerrado - o se acerca a las tiendas del centro en busca de contacto humano o bienes de consumo menos accesibles por internet.

Tras posponer una prometida pinta de cerveza a raíz de la muerte el pasado viernes del duque de Edimburgo, el primer ministro, Boris Johnson, ha urgido a los ciudadanos a "comportarse responsablemente" para no socavar el programa de vacunación, que ya ha inmunizado con una primera dosis a más de 32 millones de personas.

En la tercera fase de la desescalada, que se aplica a diferente ritmo en Irlanda del Norte, Escocia y Gales, el gobierno del Reino Unido revelará en mayo qué países considera un destino seguro, con el objetivo de reanudar los viajes al extranjero el 17 de ese mes, cuando también se relanza el sector cultural.

Peluquerías llenas hasta julio

Con el libro de reservas a tope, las peluquerías y salones de belleza están entre los establecimientos más solicitados en esta segunda fase del desconfinamiento, cerrados desde el pasado enero para contener el avance de la tercera ola de la pandemia.

Con el ratio de contagios por debajo del 1% en Inglaterra -la región más poblada del país, con 56 de 66 millones de habitantes-, los británicos han corrido a acicalarse ante la perspectiva de retomar progresivamente la vida cultural y social.

En el acomodado barrio londinense de Knightsbridge, el célebre peluquero Errol Douglas señaló a Efe que este lunes "es una gran ocasión": "Hemos abierto a las siete de la mañana y probablemente estaremos aquí hasta las ocho esta noche", afirmó.

"La respuesta ha sido impresionante, las reservas no han parado, la gente ha llamado cada día para pedir cita. Tenemos lleno hasta julio", declara en su local, que ha adaptado para garantizar la higiene y la distancia personal.

Douglas cree que la peluquería y la belleza son "esenciales" para la sociedad, pues "se trata de sentirse bien, tanto por fuera como por dentro: es terapia, bienestar, salud mental".

División en la hostelería

El panorama es más variado para el castigado sector de la restauración y la hostelería, pues la capacidad de recuperación depende de la inversión así como de la respuesta de un público cada vez más acostumbrado a pedir por internet y las entregas a domicilio.

Bart Kosinski, gerente del popular restaurante venezolano Arepa and Co en Londres, es "optimista" sobre el futuro de este local de "comida callejera", que se ha beneficiado además de las ayudas del Gobierno, pero advierte de que, según le cuentan algunos colegas, "la alta cocina lo tiene más difícil, porque la gente prefiere quedarse en su vecindario y no gastar".

Toldos, sombrillas y calefactores son el nuevo mobiliario que hace posible que el 38% de pubs y restaurantes con espacio al aire libre pueda abrir sus puertas a un público deseoso de socializar.

En el barrio obrero londinense de Bethnal Green, Debbie Connor, gerente del pub The Camel, se apresura a preparar sus cuatro mesas en la acera, estresada porque "no han llegado a tiempo las estufas que esperaba", debido al reciente bloqueo en el Canal de Suez.

Connor teme que su negocio, al borde de la quiebra tras más de un año de pandemia, no sobreviva "al coste añadido" de los requisitos oficiales, que la han obligado a comprar mobiliario, contratar a personal e introducir un sistema digital para pedir sin ir a la barra.

Con el auge de las compras por internet, también hay incertidumbre para el comercio minorista, como se apreciaba en la famosa calle comercial de Oxford Street, donde, mientras que algunas tiendas de ropa siguen cerradas, otras, como las de zapatillas deportivas de marca, registraban largas filas, pues, según los clientes, el calzado es de las cosas más difíciles de comprar online.