Una mujer jugando al 'rasca y gana'.

Una mujer jugando al 'rasca y gana'. EFE

Europa

'Rasca y gana', el adictivo juego de los portugueses y el nuevo sustento para el patrimonio del país

El Gobierno ha anunciado la creación de un 'rasca y gana' específico para financiar el Fondo de Salvaguarda de Patrimonio Cultural. La medida ha generado muchas críticas.

26 noviembre, 2020 02:39

Es una debilidad para los portugueses y pronto una nueva vía de financiación de su Patrimonio. El "rasca y gana", el juego más popular de Portugal, será ampliado para proteger a la cultura en medio de la crisis covid, una idea que inquieta a especialistas, preocupados con la fuerte adicción que genera.

"Sorprendente" es uno de los adjetivos más repetidos para hablar de la propuesta del Gobierno del socialista António Costa de crear una "raspadinha" (como se conoce al "rasca y gana" en Portugal) específica para financiar el Fondo de Salvaguarda de Patrimonio Cultural, que empezaría a emitirse el próximo año.

El Ministerio de Cultura apunta a Efe que calculan recaudar con esta iniciativa -recogida en los Presupuestos para 2021, que se votan este jueves- 5 millones de euros anuales, en un contexto económico que estará marcado por la pandemia.

Pero la idea ha causado inquietud. Su llegada se anuncia pocos meses después de que un pionero estudio alertara de que los "rasca y gana" que ya existen empiezan a ser un vicio preocupante en Portugal, donde en 2018 esta apuesta tuvo unas ventas totales de 1.594 millones de euros -una media de 160 euros por cada portugués-.

En la vecina España, con casi cinco veces más población, las ventas fueron de 627 millones en "rasca y gana", o 14 euros por cada ciudadano.

Propuesta "sorprendente"

"Esta propuesta es muy sorprendente, porque el Estado solo debe ser el regulador del juego, no debe ser el promotor del juego, y al lanzar una propuesta así, el Estado está incentivando, aunque indirectamente, el uso de la "raspadinha" para beneficio público", destaca a Efe el psiquiatra Pedro Morgado.

Morgado, investigador en la Escuela de Medicina de la Universidad del Minho (norte) es coautor del estudio que dio la voz de alarma, publicado en febrero en la revista The Lancet Psychiatry, en el que alertan del despegue de esta apuesta, sobre todo desde 2010, coincidiendo con los peores años de la crisis y el rescate.

"Empezamos a darnos cuenta de que en las consultas médicas teníamos más casos de personas con adicciones a 'raspadinhas' e intentamos entender qué pasaba", recuerda.

Encontraron que la preferencia era mucho mayor en Portugal que en la vecina España, algo que les llamó poderosamente la atención y para lo que encuentra varios motivos.

"Es un juego de retribución fácil. La persona juega y sabe enseguida si tiene premio, no tiene que esperar una semana a que haya un sorteo", apunta como primera explicación.

Otra razón: "es un juego barato". Hay tres "familias" de "rasca y gana" en Portugal, con precios que oscilan entre 1 y 10 euros, y que, en algunas modalidades, ofrecen además del beneficio inmediato pagos mensuales que pueden extenderse hasta 14 años.

Una suculenta posibilidad en un país en el que el salario medio escasamente supera -después de ser descontados los impuestos- los 1.000 euros.

"Cualquier persona tiene acceso, hay muchos puestos de venta y mucha publicidad directa e indirecta. Y después, es un problema que afecta a las personas más pobres y desprotegidas", continúa Morgado.

El preferido

Este especialista se muestra preocupado porque el Estado potencie el consumo de un juego que, tras 25 años de existencia, se ha convertido en el preferido de los portugueses.

La "raspadinha" representa ya el 51% de las ventas totales de los juegos de la Santa Casa de la Misericórdia, entidad responsable por los juegos de apuestas en Portugal, que indica a Efe que el año pasado vendió más de 745 millones de estos billetes.

Además de las citadas "tres familias", disponibles siempre, en determinados momentos del año se lanzan "emisiones especiales" de este juego.

Los ingresos que generan este y los restantes juegos sociales revierten en una larga lista de beneficiarios entre los que se incluyen la propia Santa Casa da Misericórdia de Lisboa, que realiza tareas sociales, la Presidencia del Consejo de Ministros, así como varios ministerios, entre ellos Sanidad o Educación.

Morgado, que no oculta con su preocupación con la llegada de una nueva "raspadinha", propone que se cree "un carné de jugador que fuese indispensable para comprar" esta apuesta, y con ello limitar los efectos nocivos sobre los más vulnerables.