Juncker saluda a Trump durante su visita a la Casa Blanca en julio

Juncker saluda a Trump durante su visita a la Casa Blanca en julio Etienne Ansotte/CE

Europa

La UE negociará un pacto comercial con Trump pese al no de Francia y las dudas de España

Bruselas garantiza que la agricultura quedará fuera del miniacuerdo, que espera cerrar antes del 31 de octubre.

15 abril, 2019 15:34
Bruselas

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"Es una decisión que ayudará a relajar las tensiones comerciales", ha proclamado la comisaria de Comercio, la liberal sueca Cecilia Malmström. Los Gobiernos de la UE han aprobado este lunes negociar un miniacuerdo comercial con la Casa Blanca de Donald Trump que se centrará únicamente en la reducción de los recargos tarifarios a los productos industriales. Bruselas asegura que la agricultura queda totalmente excluida, aunque los negociadores estadounidenses quieren incorporarla. La decisión no ha sido unánime: Francia ha votado en contra, Bélgica se abstiene y España tiene muchas dudas.

La iniciativa es un último intento, patrocinado por Alemania, de evitar un nuevo estallido de guerra comercial entre la UE y EEUU. Una señal positiva de que Bruselas quiere al menos seguir negociando. Y es que Trump prepara recargos arancelarios sobre productos europeos por valor de 11.000 millones de dólares (entre ellos naranjas, vino o aceite de oliva) como represalia por las subvenciones de los Estados miembros al gigante aeronáutico Airbus. Bruselas tiene previsto contraatacar este miércoles con su propia lista de sanciones -cuyo valor podría ascender a 20.000 millones de euros- por las ayudas de Washington a Boeing, según ha confirmado Malmström.

Además, el presidente de EEUU decidirá en las próximas semanas si impone aranceles de hasta el 25% a los coches importados desde Europa, una medida que perjudicaría sobre todo a Alemania, pero también a España. Finalmente, la administración norteamericana mantiene los recargos tarifarios sobre el acero (25%) y el aluminio (10%) procedente de la UE que impuso hace casi un año. Las tensiones comerciales desatadas por Trump desde que llegó a la Casa Blanca son uno de los principales factores detrás del frenazo económico en la eurozona, según ha dicho el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.

El mandato para negociar un acuerdo comercial con EEUU que han aprobado los Gobiernos de la UE responde a la tregua firmada en julio del año pasado entre Trump y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Los dos mandatarios acordaron entonces concentrarse en un pacto para reducir los aranceles sobre los bienes industriales. Además, Juncker se comprometió a comprar más soja y gas licuado de EEUU. A cambio, el ex magnate inmobiliario renunciaba a imponer nuevos aranceles a la UE mientras duraran las negociaciones.

Las dudas de España

Emmanuel Macron ha maniobrado hasta el final para retrasar todo lo posible la luz verde a las negociaciones con Trump. Alega que la UE no puede concluir un pacto comercial con un país que se niega a respetar el Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático. El presidente francés teme además que el lanzamiento de las conversaciones provoque una revuelta popular similar a la que provocó el polémico TTIP, que daría alas a los euroescépticos en plena campaña para las elecciones a la Eurocámara de mayo. Por eso ha votado en solitario contra el mandato, que de todas formas se ha aprobado por mayoría cualificada.

El Gobierno de Pedro Sánchez comparte muchas de las inquietudes de Francia, pero al final ha decidido apoyar el lanzamiento de las negociaciones, aunque ha hecho pública una declaración en la que detalla todas sus dudas. Para España es fundamental que los productos agrícolas queden completamente excluidos de la negociación por mucho que presione Washington. Además, reclama garantías de que EEUU respetará los compromisos de París en materia de cambio climático, según ha explicado el ministro de Agricultura, Luis Planas.

Finalmente, España tiene una preocupación propia: la posibilidad de que Estados Unidos castigue en las próximas semanas a las empresas europeas, mayoritariamente españolas, con intereses en Cuba recurriendo a la ley Helms Burton. Estas sanciones "irían en contra del espíritu de las conversaciones, por lo que la UE debería tenerla en cuenta en su posición durante el proceso negociador", reclama el Gobierno de Sánchez. Además de Francia, Bélgica y España, también la Eurocámara, que debe dar su visto bueno al final del proceso, tiene muchas reservas sobre este miniacuerdo con Trump.

¿Ha accedido la UE a negociar con Trump con una pistola en la sien por miedo a los aranceles contra los coches?, le han preguntado a Malmström en rueda de prensa. "Esta Comisión no tiene miedo de nada", contesta la comisaria de Comercio. Algunas de las preocupaciones de la Eurocámara están recogidas en el mandato: por ejemplo, se descarta categóricamente resucitar el TTIP y las negociaciones se interrumpirán automáticamente si EEUU impone nuevos recargos tarifarios a la UE. Además, Washington deberá levantar los aranceles al acero y al aluminio antes de que el miniacuerdo entre en vigor.

Un pacto que suprima los aranceles a los productos industriales aumentaría un 8% las exportaciones de la UE a EEUU y un 9% las exportaciones norteamericanas a la Unión de aquí a 2033. Eso supondría ganancias adicionales de 27.000 millones y 26.000 millones en exportaciones de la UE y de EEUU, respectivamente, según los cálculos de Bruselas.

Todavía no se ha fijado ninguna fecha para la primera ronda de contactos. Aún así, Malmström cree que las negociaciones pueden ser rápidas y que el acuerdo se cerrará antes de que concluya el mandato de la Comisión Juncker, es decir, para el 31 de octubre de este año.