
Protesta para conmemorar el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, en Taipéi, Taiwán, 23 de febrero de 2025. Reuters
Taiwán ofrece a Trump sus chips avanzados para no sufrir el trato de Ucrania: "China irá a la guerra cueste lo que cueste"
El presidente de EEUU evita pronunciarse sobre si defendería a la isla de una eventual invasión de Pekín, pero su acercamiento con el Kremlin genera desconfianza en Taipéi.
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¿Defendería Taiwán en caso de invasión china? “Sí”, respondió sin atisbo de duda Joe Biden. “Sí, si de hecho se produjera un ataque sin precedentes”, se reafirmó el entonces presidente de Estados Unidos durante una entrevista con el programa 60 Minutes de la CBS emitida a finales de 2022. Hacia el ecuador de su mandato, el líder demócrata abandonaba así, de súbito, la tradicional “ambigüedad estratégica” que EEUU había mantenido desde la era de Richard Nixon sobre la defensa de Taiwán. Los inquilinos de la Casa Blanca nunca se habían pronunciado sobre este asunto con la claridad con que lo hizo Biden. Los círculos de poder en Washington han querido servirse históricamente de esa ambigüedad como elemento disuasorio frente a Pekín, pero sin quemar los puentes diplomáticos con el Partido Comunista Chino (PPCh).
Sigue vigente en Estados Unidos el principio de “una sola China”, esto es, la doctrina de política exterior que sostiene que la China continental, Hong Kong, Macao y Taiwán forman parte del mismo Estado nación. Ahora, sin embargo, Donald Trump quiere recuperar esa “ambigüedad estratégica” que Biden dejó de lado.
El secretario de Estado, Marco Rubio, reafirmó la pasada semana que la Administración Trump está “en contra de cualquier cambio forzado, obligado, coercitivo en el estatus de Taiwán”. El jefe de la diplomacia estadounidense estaba haciendo referencia a la condición política de la isla. Un estatus cuando menos singular. Taiwán es un territorio autónomo, pero no plenamente soberano. Sus sucesivos líderes políticos nunca dieron el paso de declarar formalmente la independencia con respecto de la China continental. Un extremo que motivaría una respuesta airada de Pekín.
La tradicional “ambigüedad estratégica” en la política exterior estadounidense tiene también mucho que ver con eso, con no envalentonar a las autoridades taiwanesas para que éstas no den el paso que todos temen: la independencia. “Esa ha sido nuestra posición desde finales de los años setenta, y sigue siéndolo, y no va a cambiar”, subrayó Rubio, uno de los halcones que defiende la línea dura frente a China.
Preguntado el miércoles de la semana pasada sobre si permitiría a Pekín “tomar el control de Taiwán por la fuerza”, Trump echó balones fuera. “Nunca hago comentarios al respecto”, respondió. “No lo comento porque no quiero ponerme nunca en esa situación”. Esa misma mañana, sin previo aviso, China puso en marcha una nueva ronda de ejercicios militares con fuego real frente a las costas de Taiwán. Una simulación de guerra más de las decenas que han tenido lugar en estos últimos meses. En esta ocasión, el Ejército Popular de Liberación (EPL) empleó 45 aviones y 14 buques de guerra alrededor de la isla. Una escalada significativa.
Ese mismo día, además, la Guardia Costera de Taiwán detuvo a ocho tripulantes de nacionalidad china que navegaban a bordo de un carguero implicado en el corte de uno de los cables submarinos que conectan la isla de Formosa con las islas de Kinmen o Pescadores, archipiélago taiwanés que se encuentra a tan sólo tres kilómetros de distancia de la China continental.
Pekín se limitó a quitarle hierro al asunto. Hay “cientos de incidentes” anuales relacionados con sabotajes de cables submarinos, indicaron los portavoces chinos, que consideraron “exageradas” las protestas de Taipéi sobre los ejercicios militares. Con todo, el objetivo del Partido Comunista sigue siendo anexionar un territorio que sin embargo nunca ha controlado. No descartan el uso de la fuerza. En su último discurso de año nuevo, el presidente chino Xi Jinping quiso dejar claro que nadie puede detener la “tendencia histórica” de la “reunificación”.
Cerca del punto de no retorno
“Estamos muy cerca de ese [punto] en el que a diario la hoja de parra de un ejercicio podría muy bien ocultar una advertencia operativa”, deslizó el principal comandante militar estadounidense en el Indo-Pacífico, Samuel Paparo, durante el Foro de Defensa de Honolulu celebrado a finales de febrero. “Sus maniobras agresivas en torno a Taiwán ahora mismo no son ejercicios como ellos los llaman, son ensayos. Son ensayos para la unificación forzosa de Taiwán al continente”, advirtió.
Los desagravios continuados de Trump a Ucrania generan serias dudas en Taiwán justo cuando China ha anunciado un nuevo aumento del 7,2% del gasto en defensa. La Administración estadounidense suspendió los envíos de ayuda militar a Kyiv y ordenó dejar de compartir información de inteligencia con el Ejército ucraniano sólo unos días después de que Trump abroncara a Volodímir Zelenski en el Despacho Oval y le forzara a firmar un acuerdo sin garantías de seguridad para ceder a EEUU la mitad de sus recursos naturales.
La pregunta que turba a los taiwaneses es si Trump hará lo mismo con ellos. “Trump es un empresario y está acostumbrado a las reglas del contrato, es decir, a los derechos y obligaciones de ambas partes”, responde Su Tzu-yun, investigador y director del Instituto de Investigación sobre Defensa y Seguridad Nacional de Taiwán. “Más allá de sus declaraciones, Trump hizo hincapié en el libre comercio durante su primer mandato, y se retiró del Tratado de Fuerzas Nucleares (INF, por sus siglas en inglés) porque sólo EEUU y Rusia lo cumplían, y China era libre de desarrollar misiles de medio alcance”.
Partiendo de esta base, Tzu-yun Su intuye en diálogo con EL ESPAÑOL que “el énfasis de Trump en el Canal de Panamá, Groenlandia, y querer reconstruir Gaza —cerca del Canal de Suez—, muestra que se está centrando en el papel geopolítico, y el transporte marítimo periférico de Taiwán representa el 26% del total mundial, lo que es más importante que el 5% del Canal de Panamá y el 12% del Canal de Suez. En otras palabras, la ubicación de Taiwán es una importante moneda de cambio fuera del chip avanzado, por lo que se puede predecir razonablemente que la Administración Trump no descuidará la seguridad de Taiwán”.
Pero la industria de chip avanzado de Taiwán es, de momento, lo único que le interesa al mandatario estadounidense. Consciente de lo que está en juego, CC Wei, presidente y consejero delegado de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited (TSMC, por sus siglas), la compañía que produce el 90% de los semiconductores de última generación, se comprometió a principios de esta semana durante una visita a la Casa Blanca a disparar su inversión en EEUU por encima de los 160.000 millones de dólares.
Las miradas en Taipéi también estarán puestas en la mesa de negociación para la posguerra en Ucrania. “Interesa saber el resultado de cualquier acuerdo de paz entre Kyiv y Moscú, y qué mensajes y lecciones podrían observarse de ese proceso”, subraya en este sentido Tzu-yun Su. De momento, Trump no emite señales de acercamiento con Xi Jinping, con quien dice tener sin embargo una “gran relación”. Ambos mandatarios conversaron por última vez tres días antes de la ceremonia de inauguración del mandatario republicano para discutir el expediente de TikTok y tratar sus relaciones comerciales. Eso fue todo.
Aunque simbólico, el único paso que ha dado hasta la fecha la Administración Trump en esta cuestión ha sido eliminar de un informe del Departamento de Estado vinculado a la crisis en el Estrecho de Taiwán la siguiente cita: “No apoyamos la independencia de Taiwán”. Un clavo ardiendo al que aferrarse. Mientras, en este extraño impasse, el presidente taiwanés William Lai Ching-te —a quien China considera un “peligroso separatista” porque, creen en Pekín, aspira a declarar la independencia formal de la isla, algo que ni siquiera figura en la agenda— confía en poder asegurarse el respaldo de Trump mediante la compra masiva de armamento a Estados Unidos, como adelantó el viceministro taiwanés de Asuntos Exteriores, Wu Chih-chung, en una entrevista con Bloomberg.
“Creo que hay una manera de tener una relación de seguridad más estrecha, de manera extraoficial, con EEUU”, expresó Wu. “Estamos rezando para que suceda y eso también enviará un mensaje a China para que no toque a Taiwán tan fácilmente”.
“Las tasas de protección no protegerán a las fuerzas independentistas de Taiwán, y las piezas de ajedrez se convertirán inevitablemente en piezas abandonadas”, replicó la pasada semana el portavoz encargado de Taiwán del Consejo de Estado chino, Zhu Fenglian. En paralelo a los esfuerzos del Gobierno taiwanés, el ejército chino pretende retomar los contactos militares con Washington, suspendidos desde el pasado mes de septiembre, un mes antes del regreso triunfal de Trump a la Casa Blanca. “Se espera que las relaciones militares entre China y EEUU tengan un buen comienzo y sigan creciendo”, avanzó a finales de febrero Wu Qian, portavoz del Ministerio de Defensa chino.
Bajas expectativas
Durante su primer mandato, Trump fue popular en Taiwán por su abierta hostilidad hacia Pekín. Pero el buen hacer de la Administración Biden, abandonando la ambigüedad estratégica y fortaleciendo las defensas de la isla, propició que el 56% de los taiwaneses prefiriera una victoria de la demócrata Kamala Harris en las elecciones de noviembre. Algo que no sucedió. ¿Y ahora qué? ¿Sigue siendo Trump popular en Formosa? “Diría que no”, traslada a este periódico el analista Brian Hioe. “Tiene fans acérrimos que se niegan a reconocer que es peligroso para Taiwán y que son bastante ruidosos, pero el público en general no le apoya”, apunta.
“Políticamente, Taiwán sabe que la paz sólo puede mantenerse con la fuerza, no con la ayuda del amigo o la buena voluntad del enemigo. Estratégicamente, Trump y su gabinete han enfatizado repetidamente la necesidad de dejar de ayudar a Ucrania, principalmente para centrar los recursos en contrarrestar a China. Esto demuestra la importancia de Taiwán”, indica Su Tzu-yun.
“Militarmente, Taiwán tiene más suerte que Ucrania, Israel o incluso Corea del Sur porque están en contacto con el enemigo en tierra y son fáciles de invadir. Por lo tanto, Taiwán tiene una buena oportunidad de utilizar su geografía militar para crear una zona de negación con munición de precisión, sistemas no tripulados, minas y otras armas de bajo coste para bloquear los desembarcos del EPL”.
“China irá a la guerra cueste lo que cueste, pero el Partido Comunista no puede permitirse el riesgo de fracasar, por lo que puede ser disuadido haciendo que Xi Jinping revise de nuevo su calendario de juego bélico”, apunta Su Tzu-yun. “Esta es la máxima prioridad de Taiwán, tomarse el tiempo necesario para fortalecerse en lugar de adivinar cuándo atacará Pekín y si Washington le ayudará”.