Donald Trump en en Eagle Pass y Joe Biden en Brownsville durante su visita a la frontera con México este jueves.

Donald Trump en en Eagle Pass y Joe Biden en Brownsville durante su visita a la frontera con México este jueves. Reuters

EEUU

Trump llama ‘violadores’ a los migrantes y Biden pide unión en la visita de ambos a la frontera con México

Trump ha prometido que si vuelve a la presidencia llevará a cabo la "operación de deportación nacional más grande de EEUU".

1 marzo, 2024 02:47
Ciudad de México

Tanto el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, como el expresidente y actual candidato favorito por el Partido Republicano, Donald Trump, visitaron el jueves la frontera de Estados Unidos con México. El objetivo fue claro: tratar un tema clave de la campaña electoral de las presidenciales que el país vivirá el próximo mes de noviembre.

A pesar de estar separados por unos 480 kilómetros, ambos realizaron recorridos muy similares, caminando a lo largo de puntos fronterizos mientras recibían información de funcionarios públicos sobre inmigración procedente de México. Trump lo hizo en Eagle Pass, una ciudad de menos de 30.000 habitantes que hace frontera con Piedras Negras, en el estado mexicano de Coahuila. Mientras que Joe Biden hizo lo propio en Brownsville, de 500.000 habitantes y fronteriza con Matamoros en el estado de Tamaulipas, uno de los lugares donde el narco tiene mayor influencia y extorsiona y secuestra migrantes en el país.

Ambos dedicaron parte de su tiempo a atender a los medios. El expresidente Donald Trump no tuvo problema en decir que las personas que cruzan ilegalmente la frontera sur son criminales con problemas de salud mental. "Vienen de cárceles y de instituciones mentales", dijo a pocos metros de la frontera.

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"Cuando México envía a su gente, no está enviando a los mejores, está enviando a quienes traen drogas, delincuencia y son violadores. Algunos, supongo, son buenas personas", concluyó. También prometió llevar a cabo la "operación de deportación nacional más grande en la historia de Estados Unidos" si gana la Casa Blanca en noviembre.

Joe Biden intentó no hablar sobre Donald Trump, pero no pudo contenerse: "En lugar de jugar a la política con el tema, en lugar de decir a los miembros del Congreso que bloqueen esta legislación, únanse a mí, o yo me uniré a ustedes para decir al Congreso, aprueben este proyecto de ley bipartidista de seguridad fronteriza. Podemos hacerlo juntos", dijo, en relación con un paquete de gasto con concesiones significativas en política fronteriza que los republicanos rechazaron.

"No podemos esperar más, es hora de dar un paso al frente, proporcionarles mucho más personal y capacidades", expresó.

Crisis migratoria en el sur

La que es la décima frontera más larga del mundo, con más de tres mil kilómetros, fue testigo el pasado mes de diciembre del máximo número de migrantes arrestados por parte de las autoridades estadounidenses en la historia: fueron procesadas más de 300.000 personas y el Departamento de Seguridad Nacional ha tratado la situación como una ‘crisis’ en la frontera sur.

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A pesar de ello, y sólo unas horas antes de la visita de ambos mandatarios, un juez federal bloqueó la aplicación de una controvertida ley de inmigración en Texas, que permitiría a los agentes estatales arrestar y detener a personas sospechosas de ingresar ilegalmente en el país. Consideró que la actual afluencia de migrantes a través de la frontera no podía considerarse una invasión y que, por ende, el gobierno regional no tenía derecho a regular unilateralmente la inmigración.

Hasta ahora, y al igual que en su campaña electoral de 2016, Donald Trump ha hecho de la inmigración ilegal una pieza central de su discurso para buscar la reelección, aprovechando que sólo el 30% de los estadounidenses aprueban a Joe Biden en este tema. De hecho, la visita del presidente Biden se produce en plena crisis del sistema para procesar a los solicitantes de asilo: las personas admitidas en el país esperan varios años mientras se evalúan sus solicitudes y un tribunal resuelve. Más de tres millones de casos están pendientes, de los cuales un millón se agregaron en el último año.

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Mientras el presidente considera una acción ejecutiva radical para restringir la capacidad de los migrantes de buscar asilo, los estados a lo largo de la frontera sur se han quejado del creciente número de migrantes que cruzan hacia los Estados Unidos.

En múltiples ocasiones, las pequeñas ciudades fronterizas, como Eagle Pass, McAllen o Calexico, se han enfrentado a afluencias repentinas de miles de migrantes en el espacio de unos pocos días. Líderes de estados fronterizos, como el gobernador de Texas, Greg Abbott, han clamado que la respuesta del gobierno federal a la crisis ha sido insuficiente, tanto en términos de respuestas políticas que reducirían el flujo de migrantes como en términos de brindar asistencia para gestionar el cuidado del gran número de personas que cruzan la frontera.

Joe Biden durante su visita a Brownsville, en la frontera con México, este jueves.

Joe Biden durante su visita a Brownsville, en la frontera con México, este jueves. Reuters

El año pasado, particularmente el gobernador Abbot, que pertenece al Partido Republicano, aceleró un programa bajo el cual Texas podía transportar a grandes grupos de migrantes. Lo hacían en autobús o en avión a las principales ciudades de Estados Unidos, generalmente dirigidas por alcaldes demócratas, como Nueva York y Chicago. Pero los líderes de las ciudades que han recibido decenas de miles de migrantes de esta manera han comenzado a intentar detener el flujo.

En Nueva York, por ejemplo, el alcalde Eric Adams emitió una orden ejecutiva que restringe la entrada de autobuses de migrantes a ciertos horarios y puntos de entrega. En respuesta, muchos de los autobuses simplemente se han detenido cerca de estaciones de transporte público en la vecina Nueva Jersey y han indicado a los pasajeros que utilicen el transporte público hacia la gran manzana.

Un tema clave de campaña 

En las últimas semanas, los republicanos en el Congreso se han negado a considerar importantes paquetes de ayuda exterior a Ucrania e Israel a menos que estén vinculados a importantes reformas migratorias. En una aparición en la televisión CBS el domingo, el senador Lindsey Graham expresó su posición al respecto de manera concisa: "Cuando llegas a nuestra frontera, decimos: 'Lo siento, estamos llenos'".

En el mismo programa, el alcalde de Denver, Mike Johnston, rechazó la idea de que el país está lleno, diciendo que ciudades como la suya sólo piden llegadas ordenadas de migrantes. "Lo que no queremos es que la gente llegue a las dos de la mañana a un edificio de la ciudad y del condado con mujeres y niños afuera en un clima de 10 grados y sin apoyo", dijo.

"Por eso, queremos que los autobuses aquí hagan lo que hacen todos los demás, que es aterrizar en una estación y en una parada de autobús en horas en que podamos tener personal allí para recibirlos y dirigirlos hacia los servicios".

El debate prosigue en todo el país mientras el presidente Joe Biden insta a la unión de legisladores y el expresidente Donald Trump propone deportaciones históricas. El Partido Republicano y el Demócrata parecen tener claras sus posiciones de cara a las próximas elecciones de noviembre. Al menos en cuanto ambos visitan la frontera sur y miran hacia México.