Trump este jueves , durante una reunión con el comité de emergencias

Trump este jueves , durante una reunión con el comité de emergencias Efe

EEUU Coronavirus

Trump ya no se ríe del “virus chino”: de “simple gripe” a asumir 18 meses de pandemia

El presidente y sus medios afines se han caído del caballo tomándose en serio la pandemia, lo que podría perjudicar las opciones demócratas

20 marzo, 2020 02:42
San Diego
Estados Unidos ha tardado más que Europa en darse cuenta de la gravedad de la situación provocada por el coronavirus, pero ahora parece ser más consciente del sacrificio que le espera al país en los próximos meses. Los expertos, que llevan días desfilando por los medios de comunicación para analizar la crisis sanitaria, ya no hablan en semanas cuando se les pregunta cuándo se recuperará la normalidad. Todo ha cambiado en cuestión de 72 horas.

Hasta hace sólo unos días, medio país, sobre todo mitad conservadora que se informa a través de Fox News, todavía pensaba que el coronavirus era otro ‘invento’ demócrata para dañar la imagen a Donald Trump, similar al ‘Rusiagate’ o el juicio político por las supuestas presiones Ucrania, dos asuntos que ya parecen de otro siglo. La mayoría de los periodistas y líderes de opinión de esta cadena se han referido al Covid-19 como una gripe más ante la que se estaba exagerando. Ahora, el discurso de este canal ha girado 180 grados, como también ha ocurrido con el del presidente Trump.

Si hace pocos días, Trump quitaba hierro al asunto y aseguraba que todo estaba todo bajo control, esta semana ya reconoce todo lo contrario. Este miércoles, de hecho, la CNN desveló que el gobierno federal se está preparando para la posibilidad de que la pandemia pueda durar hasta 18 meses o más, y que "incluya múltiples oleadas", lo que supondría no volver a la normalidad que conocíamos hasta 2021, como mínimo.

Doctores y expertos consultados por los medios sobre estos plazos coinciden en que desarrollar una vacuna efectiva desde que empiezan las pruebas en humanos -fase en la que ya ha entrado EEUU- requiere 12 meses, más otros seis para la fabricación del masiva. Entre tanto, la administración tendría que estar preparada para aplanar la curva cada vez que surja un brote.

Los peores escenarios posibles


El citado informe -precisa la CNN- no indica que la administración Trump asuma que la crisis vaya a durar 18 meses, pero platea esta tesis de duración para preparar al gobierno.

De hecho, el presidente Trump ha respondido este jueves en rueda de prensa que espera volver a la normalidad “pronto”, sin entrar en fechas.

El documento profundiza en los peores escenarios posibles, incluyendo la falta de equipos médicos, una realidad de la que ya informan en hospitales de Seattle y Nueva York.

Y no sólo los plazos o la falta de material son preocupantes. Algunas previsiones señalan que en el peor de los casos, en EEUU fallecerán 1,1 millones de personas, según el Washington Post.

Nueva estrategia


Ante este panorama, Trump está rediseñando su estrategia ante el virus, no sólo asumiendo y reconociendo la gravedad de la situación, sino buscando a un culpable. Durante toda esta semana, el presidente se ha referido al coronavirus como “virus chino”, culpando a Pekín de su propagación por no haber sido capaz de contenerlo y por no haber informado a tiempo de su seriedad.

Los medios liberales han entrado en el juego y parece que ahora el debate está en decidir si Trump es racista por describir como “chino” al virus, estigmatizando supuestamente a la comunidad china en EEUU. “No es racista en absoluto. Viene de China, por eso, quiero ser preciso”, insiste el presidente, que se reafirma alegando que Pekín intentó deslizar la teoría de que había sido el Ejército norteamericano el que creó el virus y lo llevó a Wuhan durante unas competiciones deportivas para militares en 2019. “No voy a permitir eso, no mientras yo sea presidente”, zanjó este miércoles.

El puente de Brookñyn de Nueva York, vacío, este jueves

El puente de Brookñyn de Nueva York, vacío, este jueves Efe



Un país al borde del cierre



Mientras las cifras de infectados (más de 10.000) y muertos (más de 152) suben cada día, la mayoría de los estados ya han implementado medidas restrictivas,  como el cierre de escuelas, bares y restaurantes o la prohibición de reuniones, o el confinamiento de la población en zonas muy específicas, como San Francisco. Sin embargo, todavía no se ha adoptado una medida nacional, y Trump, aunque ha dicho que no la descarta, ha dejado claro que espera no tener que tomarla.

La frontera con Canadá está cerrada, no se admite la entrada de solicitantes de asilo desde México, la policía ha anunciado que dejará las detenciones de inmigrantes ilegales por el momento y se intuye la adopción de nuevas medidas antes de la próxima semana.

Y a todo esto, este miércoles aún podían verse imágenes de playas en Florida atestadas de turistas y de jóvenes disfrutando del buen tiempo y no respetando la “distancia social” que se viene recomendando desde hace tiempo.


¿Y la reelección de Trump?


En este contexto, las cuestiones electorales van pareciendo cada vez más secundarias, si bien, buena parte de los analistas aún se preguntan cómo saldrá Donald Trump de la gestión de esta pandemia. Y no hay una respuesta, sino dos. El presidente acabará reforzado o acabará vencido. Parece una obviedad, pero en este momento se están publicando análisis en ambos sentidos.

Aunque parece que ha pasado ya un siglo, hace sólo dos semanas, los demócratas se encontraban enzarzados en una batalla interna para elegir un candidato a las presidenciales de noviembre, con el -autodenominado- socialista Bernie Sanders como favorito. La economía del país iba a todo gas, con la bolsa marcando máximos históricos y el desempleo en mínimos, y muchos daban por hecho que Trump tenía la campaña ganada de antemano.

Pero las cosas han cambiado mucho. La economía se adentra en terreno desconocido y se augura, como mínimo, una recesión. Las previsiones barajan un 20% de paro. Los comercios, bares y restaurantes están cerrados. Las fábricas empiezan a detener su actividad. Las ligas deportivas se han cancelado y los mercados financieros no abandonan el rojo.

El panorama ha cambiado radicalmente para Trump, que para colmo ve cómo el ex vicepresidente Joe Biden probablemente será su rival tras su victoria en las últimas primarias celebradas en Florida, Arizona e Illinois. El perfil moderado de Biden no asusta al electorado centrista como Sanders.

Y si nos referimos a la gestión de la crisis de Trump, ha sido muy variable. Al principio minimizó la magnitud del problema lanzando mensajes tranquilizadores y limitándose a recomendar medidas higiénicas. Desde esta semana, su tono ha cambiado radicalmente.

Las primarias, en el aire

En este punto, muchos analistas coinciden en que el presidente se ha quedado sin bazas para la reelección. Ni economía, ni un oponente socialista radical. Y como guinda, su paquete de medidas económicas para paliar esta crisis que incluyen acciones como el envío de cheques con dinero a los afectados, lo que supone desdecirse de todo su discurso de reducir la administración al mínimo.

Las últimas encuestas indican que el índice de aprobación de Trump ha caído y el apoyo a su gestión de la crisis no llega ni al 50%. Sólo el 46% de los estadounidenses piensa que el gobierno federal está haciendo lo suficiente, por debajo del 61% del mes pasado, según una encuesta de NPR/PBS NewsHour/Marist. Además, los sondeos reflejan que la confianza en Biden o Sanders para resolver esta situación supera a la depositada en Trump en 16 y seis puntos, respectivamente.

Hasta aquí, los que dan por hundido al presidente. Pero, como ocurre generalmente en los medios norteamericanos, hay análisis para todos los gustos. Político, por ejemplo, señala que la congelación de las primarias demócratas puede beneficiar a Sanders. Maryland ha sido el quinto estado en posponer estas votaciones, y vendrán más.


Esta situación abre una ventana de esperanza para el senador socialista, ya que hasta que se reanuden las primarias pueden cambiar mucho las cosas. De hecho, no da señales de que vaya a tirar la toalla.

Además, ya hay demócratas que creen que el cambio de actitud de Trump puede beneficiarle en noviembre. El tiempo, sostienen, juega a su favor, ya que el brote de coronavirus ha estallado al principio del ciclo electoral. Esto le da margen para reaccionar y ejercer de líder en tiempos de guerra.

"La mala gestión inicial del coronavirus por parte del gobierno no significa que los votantes vayan a penalizar a Trump en noviembre", dijo Michael Ceraso, asesor de Sanders en la campaña de 2016 y de Pete Buttigieg en 2019. No en vano, la experiencia de crisis anteriores como la del 11-S o y la Gran Recesión reforzaron a Bush y Obama cuando tuvieron que manejarla. En lo que coinciden casi todos los analistas es en que las consecuencias de esta pandemia superarán a las de esos dos hitos históricos.