Seguidores del candidato presidencial Salvador Nasralla, del Partido Liberal de Honduras (PLH), rezan afuera del Consejo Nacional Electoral (CNE).

Seguidores del candidato presidencial Salvador Nasralla, del Partido Liberal de Honduras (PLH), rezan afuera del Consejo Nacional Electoral (CNE). Fredy Rodríguez Reuters

América

Las amenazas de Trump y el recuerdo de los muertos de 2017 agitan el recuento en Honduras entre acusaciones de fraude

El candidato favorito de Trump, Nasry 'Tito' Asfura, recupera la primera posición en un recuento agónico ante las denuncias de irregularidades de su principal adversario, el liberal Salvador Nasralla.

Más información: Nuevo vuelco en Honduras: el trumpista Asfura vuelve a imponerse y su rival Nasralla denuncia un "cambio de datos"

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Las claves

El recuento electoral en Honduras avanza con dificultades técnicas y denuncias de fraude, mientras la diferencia entre los candidatos Nasry Asfura y Salvador Nasralla es mínima.

Donald Trump ha intervenido en el proceso, apoyando a Asfura y amenazando con suspender la ayuda económica a Honduras si su candidato no gana.

El trauma de las elecciones de 2017, que terminaron con muertos y denuncias de irregularidades, resurge ante el ambiente tenso y las sospechas de manipulación en el actual proceso.

El partido oficialista Libre, liderado por Xiomara Castro, queda relegado a la tercera posición, lo que supone un duro golpe para la izquierda hondureña tras cuatro años en el poder.

El proceso electoral del pasado domingo provocó un fundido a negro en Honduras. Cinco días después del cierre de los centros de votación, el país centroamericano sigue sin conocer a ciencia cierta la identidad de su próximo presidente. El sistema de conteo de votos sufrió un rosario de problemas técnicos en el servicio de divulgación de los resultados, y tanto el Consejo Nacional Electoral (CNE) como el Tribunal de Justicia Electoral (TJE) se mostraron incapaces de ofrecer soluciones.

El escrutinio avanza a trompicones desde que el Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares (TREP), el único mecanismo de divulgación rápida de votos en el que pueden confiar los hondureños, dejó de funcionar. Sólo este jueves el recuento superó, por fin, el umbral del 85 por ciento.

Dos hombres se disputan a cara o cruz la presidencia. El conservador Nasry Asfura, un antiguo alcalde de la capital conocido como Tito Asfura o Papi a la orden, y el liberal Salvador Nasralla, un famoso presentador de televisión y comentarista deportivo con un pie en la arena política. Dos hombres, por cierto, nacidos en Tegucigalpa pero de orígenes palestinos.

Asfura comenzó liderando el recuento con 515 votos de diferencia. Nasralla le superó el miércoles. Pero este jueves, cuando el líder centrista paladeaba la victoria, Asfura recuperó por sorpresa la primera plaza. El aspirante conservador obtendría el 41,20 por ciento de los votos, frente al 39,46 por ciento de Nasralla.

La diferencia sobrepasa las 20.000 papeletas. Un margen tan estrecho que el CNE lo considera "histórico". Parece complicado revertir la tendencia a estas alturas, pero casi nadie parece dispuesto a apostar visto lo visto. Tampoco es ningún aliciente que la presidencia se decida a una sola vuelta.

Nasry Tito Asfura, candidato del Partido Nacional de Honduras.

Nasry Tito Asfura, candidato del Partido Nacional de Honduras. Reuters

La injerencia de Donald Trump en el proceso no facilitó las cosas. El presidente de Estados Unidos tomó partido 48 horas antes de que abrieran las urnas pidiendo el voto para Asfura, y amenazó con suspender la ayuda económica a Honduras —con no seguir "malgastando dinero" en el país— en caso de que el candidato conservador, un admirador confeso de Javier Milei y Nayib Bukele con una dilatada trayectoria política, perdiera los comicios.

No contento con eso, Trump volvió a jugar la carta del intervencionismo en mitad del parsimonioso recuento. Agitó el fantasma del fraude electoral cuando la diferencia de votos entre su candidato y Nasralla comenzaba a estrecharse. "Parece que Honduras está tratando de cambiar los resultados de su elección presidencial. ¡Si lo hacen, habrá consecuencias graves!", escribió en su plataforma, Truth Social.

Muchos se preguntan qué se le ha perdido en Honduras. Los hondureños lo tienen claro. Orlando J. Pérez, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad del Norte de Texas explica que el mandatario republicano "tiene varios intereses a la vez: mostrar que 'contiene' al eje Cuba–Venezuela–Nicaragua, reforzar su discurso de guerra contra las drogas y mandar una señal a su electorado hispano en Estados Unidos de que apoya a gobiernos de derecha 'duros' en materia de seguridad".

Pero ¿por qué cerrar filas con Papi a la orden? "Su vínculo con el Partido Nacional es político y biográfico: fue el Gobierno de Juan Orlando Hernández, hoy indultado por Trump, el que se alineó estrechamente con Washington en seguridad y migración, y Asfura es heredero de ese proyecto", responde Pérez.

"Presentar a Asfura como 'el único con quien puede trabajar' no solo favorece al Partido Nacional, también intenta sentar un precedente: los aliados que se pliegan a la agenda de Trump en migración, lucha antidrogas y Venezuela reciben respaldo electoral explícito e incluso beneficios judiciales, aunque la calidad democrática del socio sea cuestionable", añade el especialista en diálogo con EL ESPAÑOL.

No deja de ser paradójico porque, como apunta en conversación con este periódico la abogada hondureña Gisselle Wolozny, cofundadora de la consultora CENTURIA, Asfura había tratado en estos últimos cuatro años de distanciarse del legado de Hernández, conocido como JOH, una figura polarizadora en la escena política nacional. Trump reventó esa estrategia, pero el inquilino de la Casa Blanca todavía puede salirse con la suya.

Estados Unidos desestabiliza, pero Nasralla tampoco pone de su parte para rebajar las tensiones. El candidato liberal denuncia fraude. Dice que "un algoritmo cambió los datos" del recuento en la madrugada del jueves. Con nocturnidad y alevosía.

No tiene pruebas, pero tampoco dudas. Aunque bien es cierto que la autoridad electoral reconoce que el 17 por ciento de las actas presentan inconsistencias, por lo que serán revisadas. Habrá que esperar.

El candidato presidencial Salvador Nasralla en una rueda de prensa en Tegucigalpa este martes.

El candidato presidencial Salvador Nasralla en una rueda de prensa en Tegucigalpa este martes. Fredy Rodriguez Reuters

Las denuncias de fraude revivieron, de todos modos, el trauma electoral que sacudió el país en las elecciones de 2017. "Entonces, un conteo plagado de irregularidades y cortes técnicos terminó con el reconocimiento rápido de Hernández pese a las dudas de la OEA y de buena parte de la comunidad internacional", recuerda Pérez.

"Hoy volvemos a tener un resultado estrechísimo, una caída del sistema de transmisión de datos y una intervención abierta de Washington, ahora personalizada en Trump, cuestionando el proceso cuando su candidato estaba perdiendo", añade.

La crisis postelectoral de 2017 causó la muerte de 31 personas en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, según los datos de Amnistía Internacional. Las víctimas fueron los seguidores del propio Nasralla, entonces candidato bajo las siglas de Alianza de Oposición contra la Dictadura, que perdió los comicios frente a un Hernández que certificó su reelección.

"El riesgo no es solo que se 'robe' otra elección, sino que se normalice que el desenlace de una contienda cerrada se decida por presiones externas y narrativas de fraude importadas, más que por las reglas e instituciones hondureñas", advierte en este sentido el catedrático de la Universidad del Norte de Texas.

Un indulto

La injerencia de Trump en el proceso electoral hondureño culminó el lunes con la liberación de Juan Orlando Hernández. En los primeros compases del recuento, las autoridades penitenciarias estadounidenses confirmaron que el expresidente hondureño había abandonado la prisión de máxima seguridad de Hazelton (Virginia Occidental) donde cumplía una condena de 45 años de cárcel.

En marzo de 2024, un tribunal de Nueva York lo encontró culpable de narcotráfico y delitos relacionados con armas. La Justicia estadounidense demostró probado que Hernández recibió sobornos nada menos que de El Chapo Guzmán, en el marco de una conspiración para traficar más de 400 toneladas de cocaína a través de la frontera de Estados Unidos.

El propio Hernández había pedido al mandatario republicano que lo indultara a través de una misiva en la que lo llamaba “su excelencia”. Trump aceptó asegurando que Hernández había sido tratado "de manera muy dura e injusta" y que la Administración de Joe Biden "le tendió una trampa". Aceptó. Y eso que, como reveló la instrucción, JOH llegó a decir en un momento dado que "meterían la droga directamente por las narices de los gringos".

Hecatombe de la izquierda

El expresidente Gabriel Zelaya, marido y consejero áulico de la presidenta saliente Xiomara Castro, escribió en X: "Señor Donald Trump, a nosotros no nos intimida, hemos resistido golpes de Estado, fraudes monumentales, asesinatos políticos y persecución. Si sobrevivimos a la narcodictadura, ¿cree usted que nos va a doblar un tuit suyo?".

Zelaya —que sufrió una asonada por aproximar a Honduras a la órbita de Cuba y Venezuela— denunció, de paso, que "con la injerencia de Donald Trump y su perdón a JOH, el bipartidismo desesperado impone un golpe electoral contra Rixi".

Las declaraciones del expresidente no suavizan la hecatombe del oficialista Libre, el partido que fundó y coordina. La formación de Xiomara Castro queda relegado a la tercera posición. Su candidata, Rixi Moncada, permanece "lejos de sus expectativas y del papel que jugó su fuerza política en gobiernos recientes", subraya el analista Daniel Zovatto. Sólo obtendría el 19,30 por ciento de los votos.

El colapso de la izquierda llega después de cuatro años de gobierno en uno de los países más violentos de la región, atravesado por la violencia de las bandas criminales y la corrupción. Mientras tanto, "la derecha gana terreno con perspectivas de retomar no sólo el poder, sino también viejas alianzas internacionales —como la posible restauración de relaciones con Taiwán— y un apoyo inesperado e intenso de Trump en Washington", añade Zovatto.