El director del FBI, Kash Patel.

El director del FBI, Kash Patel. FBI

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El FBI de Trump somete a sus altos cargos al polígrafo para detectar críticas internas y medir su lealtad a su director

Exámenes para detectar críticas internas al director, purgas ideológicas y demandas por difamación refuerzan el control político sobre la agencia.

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En una de las prácticas más controvertidas de la nueva era del FBI bajo el gobierno de Donald Trump, la agencia ha comenzado a utilizar pruebas de polígrafo no sólo para investigar filtraciones o accesos indebidos a información clasificada, sino también para sondear la lealtad política de sus propios funcionarios.

Según reveló el New York Times, decenas de altos cargos han sido interrogados con preguntas tan directas como si han dicho algo negativo sobre Kash Patel, actual director del Buró Federal de Investigaciones y uno de los aliados más cercanos del presidente.

La medida forma parte de una campaña más amplia contra las filtraciones a la prensa y refleja, al mismo tiempo, la extrema sensibilidad del director respecto a su imagen pública.

Patel, que no es agente de carrera, solicitó incluso portar un arma reglamentaria, una decisión inusual que generó tensiones internas. La agencia usó el polígrafo para tratar de descubrir quién filtró esa información a los medios.

Exagentes consultados por el diario neoyorquino califican estas maniobras como una “caza de brujas” impropia de una institución cuya misión debería estar guiada por la Constitución y no por lealtades personales.

La lealtad de un agente del FBI es hacia la Constitución, no hacia el director”, recordó James Davidson, quien pasó 23 años en el Buró. Y añadió: “El hecho de que Patel vea esto como una amenaza lo dice todo sobre su debilidad institucional”.

Represalias, purgas y delación

Desde la llegada de Patel a la dirección del FBI -nombrado por Trump con el respaldo de su número dos, Dan Bongino-, se ha producido una purga sin precedentes.

Agentes veteranos han sido forzados a retirarse, enviados a puestos marginales o directamente despedidos.

Según estimaciones, alrededor del 40% de las oficinas de campo del país han sufrido una renovación total o parcial de sus cúpulas.

Una de las figuras más destacadas apartadas recientemente fue Tonya Ugoretz, analista de inteligencia de alto rango.

Ugoretz fue suspendida tras conocerse su decisión de frenar la difusión de un informe débilmente fundamentado que afirmaba que China trató de influir en las elecciones de 2020 a favor de Joe Biden.

Aunque su decisión se basó en criterios técnicos, fue interpretada como una ofensa política.

Otro caso que evidencia el nuevo clima de desconfianza es el de Michael Feinberg, antiguo jefe de la oficina del FBI en Norfolk (Virginia), quien fue amenazado con un polígrafo debido a su amistad con Peter Strzok, el agente despedido por criticar a Trump en mensajes privados.

Feinberg denunció el hecho en el medio especializado Lawfare, describiendo la atmósfera dentro del Buró como una “revolución cultural” que sacrifica la experiencia por la obediencia ideológica. Acabó dimitiendo antes de someterse a la prueba.

Preguntas 'trampa'

Desde que asumió la dirección, Patel ha llevado a cabo una reorganización completa de la agencia. Ha promovido rápidamente a figuras afines, como Jake Hemme, quien se convirtió en subjefe de personal tras solo tres años como agente.

Al mismo tiempo, ha demostrado una fuerte aversión a las críticas públicas. En junio, demandó por difamación al exalto funcionario Frank Figliuzzi, comentarista en MSNBC, por insinuar que Patel pasaba más tiempo en clubes nocturnos que en su oficina.

La demanda, de 75.000 dólares, fue presentada pese a que la cadena se retractó.

Patel ya había intentado demandar en 2019 a varios medios, incluido el New York Times, por cómo cubrieron su papel en la política de Ucrania durante la presidencia de Trump.

En esa ocasión retiró la demanda, pero su historial sugiere una inclinación sostenida a perseguir judicialmente las críticas.

Aunque los polígrafos no son aceptados como evidencia en los tribunales, las agencias de seguridad nacional los emplean habitualmente en procesos de acreditación o investigaciones internas.

Sin embargo, los expertos alertan sobre el uso de preguntas “trampa” o de control -como la referida a si alguien ha criticado al director- que podrían estar diseñadas para inducir respuestas fisiológicas útiles para confrontar otras respuestas.

En todo caso, la práctica está generando un profundo malestar dentro de la agencia.

¿Quién no se ha quejado de su jefe?”, ironizó un exagente al ser preguntado por el uso de estas tácticas. Para muchos, la pregunta no es si el FBI está cambiando, sino si aún se puede considerar una agencia independiente.