Manifestantes sudaneses levantan una barricada en una carretera de Jartum.

Manifestantes sudaneses levantan una barricada en una carretera de Jartum. Reuters

África

Los militares frustran la transición de Sudán: un país en el que Putin gana la partida a la Unión Europea

La inestabilidad política de Sudán ha vuelto a quedar de manifiesto. Y sin embargo, su economía sigue creciendo a un ritmo vertiginoso gracias a sus reservas petrolíferas, algo que ha llamado la atención de Rusia.

26 octubre, 2021 02:56
Enrique Lavilla Agencias

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Veintiuno de septiembre de 2021. Aquél día publicamos en EL ESPAÑOL que el Ejército de Sudán abortó un intento de golpe de Estado. Noticia que, como casi todo lo que tiene que ver con Sudán, pasó desapercibida. Apenas un mes después el país norteafricano ha sufrido un segundo golpe de Estado. En esta ocasión, las informaciones señalan que los militares han logrado su objetivo, han detenido a varios miembros del Gobierno y han decretado el estado de emergencia.

Conviene señalar que Sudán es un país que estaba experimentando una transición a la democracia. O al menos, eso es lo que se ha vendido a la información internacional durante los dos últimos años (tras el golpe de Estado de abril de 2019 en el que se derrocó al dictador Omar al-Bashir) Una transición un tanto sui generis y en la que militares y civiles compartían el poder a través del Consejo Soberano, el órgano que debía guiar la transición y velar por la celebración de elecciones libres en Sudán.

El primer ministro sudanés era hasta el día de ayer el economista Abdalá Hamdok. Pero a día de hoy él y su esposa, Muna Abdalla, se encuentran bajo arresto y en paradero desconocido. En la misma situación que ellos se encuentran otros ministros y representantes políticos civiles. Los militares se han cansado de la transición y han tomado el poder.

Abdalá Hamdok, primer ministro de Sudán hasta el pasado 25 de octubre de 2021.

Abdalá Hamdok, primer ministro de Sudán hasta el pasado 25 de octubre de 2021. Reuters

El general Abdelfatah al Burhan, presidente del Consejo Soberano, ha disuelto el Consejo de Ministros encabezado por Hamdok y el propio Consejo Soberano, que habían sido creados en 2019 en base a un documento constitucional que regía la transición.

Además, Al Burhan también ha suspendido algunos artículos de esa Constitución transitoria, que fue firmada en agosto de 2019 por los militares y los civiles, y en la que se sentaron las bases del reparto de poder durante 39 meses hasta la celebración de elecciones democráticas, previstas para principios de 2024.

El Consejo Soberano estaba integrado once miembros, cinco de ellos militares y otros cinco civiles, además de uno seleccionado por acuerdo de todas las partes, con una presidencia rotatoria, que en los pasados más de dos años estuvo ocupada por Al Burhan.

Las tensiones entre los dirigentes civiles y militares han estado presentes en el periodo transitorio, pero eso no ha impedido que el proceso siguiera su curso, hasta que el pasado mes de septiembre hubo una intentona golpista que hizo que ambas partes se lanzaran acusaciones directas y recriminaciones, y desató un conflicto abierto.

El general Abdelfatah al Burhan, presidente del Consejo Soberano de Sudán.

El general Abdelfatah al Burhan, presidente del Consejo Soberano de Sudán. Reuters

Hamdok atribuyó aquella asonada a "remanentes" del régimen de Al Bashir dentro y fuera de las Fuerzas Armadas y dijo que era necesario "reformar los órganos militares y de seguridad", lo que provocó el enfado de los líderes castrenses y la interrupción de las comunicaciones entre las dos partes.

Hamdok también había señalado entonces que se habían dado "preparativos" para crear un ambiente propicio para el golpe, como la falta de seguridad en las calles en medio de protestas en algunas provincias del país y escasez de productos básicos, en el marco de la prolongada crisis económica que vive Sudán.

Intereses geoestratégicos

Es cierto que Sudán es un país pobre en el que la mayor parte de su población se dedica a la agricultura. Posee una amplia superficie pero también grandes extensiones de desierto. Y sin embargo, analizando su PIB, se sitúa por delante de países como Islandia, Chipre o Malta (atendiendo al último listado del FMI).

El diario The New York Times ha destacado en alguna ocasión la velocidad de crecimiento económico de Sudán gracias a los grandes recursos petrolíferos y gasísticos con los que cuenta. Y gracias también a su producción algodonera (tan necesaria para el textil que consumimos en Europa) y de algunos otros materiales. A todo ello hay que sumar que parte de su territorio oriental está bañado por el Mar Rojo, lo que le da una ventaja geoestratégica envidiable. No en vano, Rusia lleva tiempo queriendo establecer una base naval en pleno Mar Rojo.

Todos estos factores, añadidos al ingrediente de la inestabilidad política, han sido determinantes para que Vladimir Putin haya posado la vista en Sudán. Moscú ha responsabilizado al Gobierno civil de Sudán de crear la crisis que ha provocado el golpe de Estado. Y ha pedido a la comunidad internacional que respete el derecho de autodeterminación de los sudaneses y no se inmiscuya en los asuntos internos del país.

Es importante destacar lo del Gobierno civil, porque Rusia brinda apoyo a los militares en Sudán, como ha hecho con otros países del continente africano. El caso más reciente fue el de Mali, tal y como explicamos en septiembre.

Protestas en Jartum por el golpe de Estado militar en Sudán.

Protestas en Jartum por el golpe de Estado militar en Sudán. Reuters

"El desarrollo de la situación en Sudán es resultado de una grave crisis que abarca todas las esferas de la vida política y económica del país. Es el resultado natural de la política fracasada de los últimos dos años", declaró el lunes la portavoz de Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajárova, citada por la Cancillería rusa.

Según la representante de la diplomacia rusa, "la situación desesperada y la miseria de la inmensa mayoría de la población fue ignorada en la práctica por las autoridades provisionales y sus asesores y benefactores extranjeros".

"La injerencia extranjera a gran escala en los asuntos internos de la república condujo a que los ciudadanos de Sudán perdiesen la confianza en el Gobierno de transición, algo que condujo a múltiples protestas y generó una inestabilidad general en el país", constató.

En ese sentido, señaló que "los sudaneses pueden y deben solucionar de modo independiente sus problemas internos y decidir la dirección del desarrollo soberano de su país en base a los intereses nacionales".

"Rusia continuará respetando la elección del amigo pueblo sudanés y ofreciéndole toda la ayuda necesaria", concluyó.

Mientras tanto, la Unión Europea (UE) se mantiene expectante y se limitó a señalar que sigue con "gran preocupación" los acontecimientos en Sudán tras el golpe de Estado perpetrado por las fuerzas militares. Subrayando la necesidad de evitar "la violencia y un baño de sangre" en el país.

El alto representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, señaló a través de Twitter que seguía "con la mayor preocupación" lo que ocurre en el país y que la UE ha pedido a todos los implicados y a los socios en la región "volver a encarrilar el proceso de transición".

Por su parte, la portavoz comunitaria Nabila Massrali dijo en la rueda de prensa diaria de la Comisión que la UE ha urgido a la "rápida liberación" del primer ministro del país, Abdalá Hamdok, así como la del resto de civiles.

Con respecto a distintas informaciones sobre la existencia de cortes en las comunicaciones por teléfono e internet, Bruselas pidió el lunes que se aseguren esas comunicaciones para poder localizar a "aquellos que lo necesiten". Asimismo, la UE ha subrayó en un comunicado que "debe respetarse el derecho a la protesta pacífica".

Entre los buenos deseos de la UE y el sibilino respaldo de Rusia a la asonada militar en Sudán parece evidente quién va ganando esta nueva partida geoestratégica. Al menos, en lo que respecta al continente africano. Y al caso de Sudán en particular.