Dos miembros de la Guardia Nacional Boliviariana de Venezuela.
Cazas chinos, misiles rusos y drones iraníes: las cartas de Venezuela para defenderse de EEUU si Trump se abalanza
Los expertos consideran que la autorización de Trump de operaciones militares dentro de Venezuela supone el inicio de una fase de enfrentamiento bélico.
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En medio de una campaña declarada contra el narcotráfico, las fuerzas armadas estadounidenses han realizado más de diez ataques en el mar Caribe y en el Pacífico oriental que han acabado con la vida de al menos 60 personas señaladas por el gobierno de Donald Trump como miembros de cárteles de contrabando.
Sin embargo, estas son operaciones menores para justificar el despliegue militar que incluye alrededor de 10.000 efectivos, el portaaviones USS Gerald R. Ford, buques de guerra, un submarino de propulsión nuclear, cazas F-35B y helicópteros MH-6 y MH-60, que además han llevado a cabo vuelos sobre las aguas territoriales venezolanas.
El señalamiento de Nicolás Maduro y el resto de la cúpula chavista como cabecillas del tráfico de drogas hacia los Estados Unidos y el anuncio de la autorización de operaciones dentro de Venezuela han llevado a líderes mundiales y a expertos a considerar que estas acciones son la apertura de un enfrentamiento con los militares y paramilitares del país latinoamericano, aunque ninguna figura del poder ejecutivo de EEUU lo confirme explícitamente.
El senador estadounidense Rick Scott aseguró en una entrevista para la cadena CBS que Maduro “tiene los días contados” y que le convendría “irse a Rusia o a China”, reforzando el mensaje que coloca al mandatario venezolano como el objetivo principal de la estrategia norteamericana, atacando puestos y figuras clave del narcotráfico. Pero se negó a confirmar los planes de una invasión.
En cualquier caso, Maduro se ha dirigido al mundo para rechazar lo que ha tachado en inglés como crazy war (guerra loca) y un golpe de Estado en su contra.
En declaraciones recientes recalcó que cualquier intento de invasión se enfrentaría con “millones de hombres y mujeres con fusiles”, alcanzando más de ocho millones, según el propio Maduro. Con estas afirmaciones hizo una referencia especial a las milicias del país, fuerzas paramilitares con un entrenamiento irregular y pocas condiciones de entrada y permanencia, a las que ha ordenado activar a lo largo de las últimas semanas.
Debido a la naturaleza de este cuerpo, es difícil comprobar qué tanto se aproxima a las cifras de participación reportadas oficialmente, pero lo cierto es que cuentan con los mismos fusiles rusos AK-103 que usa el ejército, así como los FAL y los FN-30. Un habitante de una zona popular cercana a la capital venezolana afirma que los ejercicios militares dejan en evidencia el nivel de los milicianos.
“Se nota que no saben usar los FAL”, comenta.
La opacidad característica del régimen se extiende al anuncio de Maduro sobre los misiles de guía infrarroja Igla-S, diseñados para la defensa aérea, de los que dice tener más de 5.000. Estos se sumarían a la defensa aérea del país, compuesta mayormente de equipo comprado a Rusia y que se reporta que incluye dos sistemas móviles antiaéreos BUK-M2 y dos unidades S-300, diseñadas para enfrentarse a misiles balísticos y a la aviación y que, según una fuente familiarizada con el arsenal militar venezolano, “podrían alcanzar las bases del Comando Sur en Curazao y Aruba si no los detectan rápidamente”, así como los sistemas de misiles superficie-aire S-125 Pechora y unas 300 unidades de ZU-23-2, cañones automáticos antiaéreos dobles remolcados de la época soviética.
A pesar de cierto grado de obsolescencia, esta combinación de equipos representa una amenaza que los pilotos estadounidenses no pueden desdeñar. Además, los sistemas de radar P-18-2 rusos y JYL-1 chinos, de los cuales Venezuela cuenta con tres, pueden marcar la diferencia al detectar ataques en puntos clave de la capital y en algún otro punto estratégico, a los que se puede desplazar artillería como obuses, lanzacohetes y morteros.
Como la mayoría del armamento de las fuerzas armadas venezolanas, es difícil saber cuántos de estos sistemas se encuentran operacionales después de años de negligencia y falta de mantenimiento, en un contexto de sanciones que impiden conseguir repuestos para sus mecanismos y la corrupción generalizada; las cúpulas de las fuerzas militares se han dedicado más al control del comercio en varios sectores económicos y a la represión interna que a la preparación para la guerra y la defensa territorial.
Sin embargo, varias fuentes que declaran bajo condición de anonimato resaltan la posibilidad de que el entrenamiento se haya dedicado a las tácticas propias de las guerrillas, como las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN); tampoco se atreven a descartar su participación directa en un hipotético enfrentamiento armado.
Uno de los problemas principales dentro de las fuerzas armadas, que cuenta entre 100.000 y 150.000 efectivos y alrededor de 8.000 reservistas, según varios informes, es la motivación y la baja moral entre las tropas. Aparte de las purgas que se han desarrollado desde 2019, la situación económica ahorca a los militares de rango más bajo, con sueldos mensuales que rara vez llegan a los 30 euros. Hasta el punto de que venden armas y equipo militar a grupos criminales y terroristas e incluso abandonan sus puestos para escapar a otros países en busca de otras oportunidades.
La líder opositora María Corina Machado ha buscado el apoyo de los militares para su plan de transición de gobierno, pero cualquier asistencia real de parte de los castrenses se ha mantenido en secreto hasta el momento.
“Varios militares quieren pasarse al lado de ella, pero no saben a quién dirigirse, y muchos que lo han intentado han terminado presos, acusados de traición a la patria”, afirma un hombre vinculado a grupos de oposición. Destaca también que Rusia y Cuba han enviado a consejeros en materia militar, aunque sus tareas se enfoquen más en inteligencia y el control interno de un cuerpo militar completamente politizado a favor del Partido Socialista Unido de Venezuela.
Este ámbito de falta de confianza y de oportunidades se extiende a la aviación, que arrastra desde hace años la falta de pilotos entrenados y de medios para mantener sus aeronaves.
Cazas Sukquhoi
Según varios reportes, cuentan con 24 cazas Sukhoi Su-30MK2, comprados antes de la muerte de Hugo Chávez en 2013, que pueden llevar misiles antiaéreos y antibuque, así como otros tipos de bombas, aunque varias investigaciones de fuente abierta señalan que entre tres y 16 de estos pueden no estar operacionales; se calcula que los aviones de combate activos suman alrededor de medio centenar, incluyendo 23 unidades del modelo chino K-8W Karakorum.
Curiosamente, Venezuela cuenta con seis F-5 y cuatro F-16, de los cuales dos se pudieron ver volando en el Caribe en septiembre, aunque se cree que las sanciones de EEUU han impedido la obtención de repuestos que permitieran la operatividad de todas las unidades, que además representan aeronaves de cuarta generación frente a los F-35 de EEUU, de quinta generación.
Los helicópteros como los Mi-17 rusos y aviones de transporte son una muestra abigarrada en cuanto a su procedencia: EEUU, España, Francia, Alemania, Reino Unido e incluso la extinta Unión Soviética, dificultando aún más la capacitación de pilotos.
Sin embargo, una persona con cercanía a la aviación declara que “el factor más peligroso que tiene Venezuela” son los drones modelados como los Mohajer y los Shahed iraníes, cuyos productores han enviado técnicos al país para entrenar al personal venezolano en la construcción y producción interna, así como en tácticas de guerra asimétrica.
“En Ucrania vimos cómo funcionan los drones cargados con misiles, y aunque Venezuela no tiene una cantidad tan grande como Rusia y se ha demostrado que los sistemas estadounidenses Patriot pueden pararlos”, representan la mayor preocupación para los norteamericanos por el riesgo de que sobrecarguen sus sistemas de detección y “le den a cualquier cosa”, afirma, añadiendo que sus primeros objetivos serían “las fábricas de producción de drones y misiles, como una que está en Maracay”.
En cuanto a las capacidades de Venezuela en sus aguas territoriales, destaca el despliegue de varias lanchas de ataque rápido Peykaap III, de fabricación iraní. De seis fragatas de clase Lupo, adquiridas en la década de 1970, queda una operativa, así como uno de los dos submarinos de ataque diésel/eléctrico alemanes Tipo 209. En páginas de investigación de fuentes abiertas se cuentan 25 patrulleros, tres embarcaciones costeras y cinco barcos anfibios como el resto de la capacidad de ofensiva marítima del régimen chavista.