Xi Jinping lidera la cuarta sesión plenaria del 20º Comité Central del Partido Comunista de China, este jueves.

Xi Jinping lidera la cuarta sesión plenaria del 20º Comité Central del Partido Comunista de China, este jueves. Europa Press

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China espera la visita de Donald Trump con un plan quinquenal a medida de la guerra comercial y una misteriosa purga militar

El Gobierno chino busca blindar la ejecución de una autarquía tecnológica selectiva y ganar resiliencia industrial en un mundo de barreras crecientes.

Más información: Xi Jinping expulsa a varios altos mandos del Ejército chino en una de las mayores purgas internas del Partido Comunista

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El Comité Central del partido único en China, el comunista PCCh que dirige el país desde 1949, ha cerrado su plenario esta semana con el 15º Plan Quinquenal 2026-2030 que pivota sobre la seguridad técnico-industrial, el control fiscal, y una poda inusual en la cúpula militar del Ejército Popular de Liberación (EPL).

Todo esto ocurre a pocos días de un cara a cara entre el presidente Xi Jinping (72) y su homólogo estadounidense, Donald Trump (79), en Busan (Corea del Sur), durante la semana de APEC, con aranceles del 10% de base ya vigentes y nuevas rondas de controles chinos a minerales críticos como telón de fondo.

El presidente Xi es también líder del PCCh y del ejército, por lo que la toma de decisiones es sencilla en la segunda potencia económica: el plenario anual del Partido decide el guion, el Ejecutivo –también liderado por Xi– lo pone en marcha, y la Asamblea Nacional Popular (parlamento simbólico, también dominado por Xi) aprueba por mayoría el plan que orquesta el próximo lustro en economía, tecnología y seguridad.

Los planes quinquenales chinos han regido la economía y la política del gigante desde la década de 1980, con una enorme influencia en el resto del planeta, desde la Política de Reforma y Apertura hasta el crecimiento de industrias estratégicas de la última década.

La presentación del quinquenal ha estado precedida por una misteriosa limpieza en la cúpula del ejército, que ha culminado con la promoción de Zhang Shengmin (67), el “zar” anticorrupción castrense, a número dos de la Comisión Militar Central (CMC).

Todo ello tras la expulsión del general He Weidong (68), el número tres, bajo acusaciones de corrupción, en lo que constituye la decapitación de más alto nivel en seis décadas, también acompañada por la expulsión de otros ocho generales.

Autosuficiencia, IA y deuda

El comunicado oficial del plenario habla de un período crítico (2026-2030) para aproximarse a lo que Xi denomina la modernización socialista de 2035.

El texto de Recomendaciones para formular el 15º Plan Quinquenal fija el guion político-técnico: innovación, seguridad y calidad del crecimiento, con énfasis en la autosuficiencia tecnológica, manufactura avanzada, IA aplicada, energía e infraestructuras.

Y con disciplina férrea sobre la deuda local. Es decir: es un plan más defensivo que expansivo, pensado para producir más y depender menos del exterior en eslabones críticos.

Este giro casa con una realidad poco optimista: un crecimiento interanual del PIB del 4,8% interanual en el T3 –el mínimo este año–, vivienda en caída libre, y paro juvenil rebrotando hacia el 19%. Y una competitividad externa que choca con los muros arancelarios.

Imagen de archivo del desfile militar en China.

Imagen de archivo del desfile militar en China. EFE

Pekín asume que la globalización fácil se acabó: el nuevo plan busca una autonomía selectiva (en chips, maquinaria de precisión y materias estratégicas) y resiliencia industrial para exportar afrontando muros como los aranceles antidumping, controles a la exportación y vetos tecnológicos.

La licencia china como palanca regulatoria—en tierras raras e imanes—apunta a que la oferta será, cada vez más, una decisión política y no sólo basada en el precio, como indica la IEA.

Disciplina militar

La caída de He Weidong, líder del Comando Oriental afín a Xi, y el ascenso de Zhang Shengmin—secretario de la Comisión de Inspección Disciplinaria del CMC desde 2017—no son un episodio aislado. He había desaparecido de la luz pública en los últimos siete meses mientras era investigado por supuesta corrupción “de altas sumas de dinero” y deslealtad a Xi.

El mismo plenario formalizó relevos masivos en el Comité Central en un proceso de depuración que lleva dos años impactando a la Fuerza de Cohetes y al Departamento de Desarrollo de Equipos, el corazón de las compras militares.

El Pentágono ya advertía en 2024 que esta ola podía perturbar la modernización 2027 del EPL. Xi Jinping ha decidido extirpar ahora el problema.

El mensaje político es transparente: nadie está a salvo. Charles Parton, veterano ex diplomático en China y miembro honorario de The Council on Geostrategy, lo sintetiza así a EL ESPAÑOL: “La lógica de Xi es instrumental: limpiar al EPL porque la corrupción degrada la capacidad de combate.

El mensaje es que nadie—ni siquiera los afines—está a salvo”. Con esa vara de medir, la purga no es sólo punitiva: es una condición operativa para que el aparato militar ejecute el giro en seguridad tecnológica del 15º Plan con obediencia vertical y menos fugas de calidad en adquisiciones.

En la purga se ha producido una aparente paradoja: los cuadros caídos tenían el pedigrí del 31º Grupo de Fujian, la histórica cantera asociada al presidente Xi.

Pero no hay incoherencia, sino un mensaje disciplinario implícito: el sacrificio de los afines al presidente se produce para disuadir y sentar ejemplo.

La lealtad de origen ya no blinda frente a la corrupción, y la cadena de mando se restablece antes de los ciclos operativos críticos.

Entrenamiento para un desfile militar en conmemoración del 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, en Pekín.

Entrenamiento para un desfile militar en conmemoración del 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, en Pekín. Maxim Shemetov Reuters

El analista Rowan Callick (ASPI) añade que “para Xi, modernizar el ejército del Partido significa asegurar que, sobre todo su cúpula, responde plenamente a la ideología en evolución del Partido y a las instrucciones de liderazgo”.

En un entorno interno febril y con presupuestos de adquisición gigantes, es lógico ver una “rotación continua de personal”, añade este experto.

Es decir, la movilidad forzada no sería una anomalía coyuntural, sino un rasgo estructural del modelo de Xi, que exige alineamiento ideológico con control del gasto.

El presidente estadounidense, Donald Trump, junto al presidente chino, Xi Jinping.

El presidente estadounidense, Donald Trump, junto al presidente chino, Xi Jinping. Reuters Reuters

Reunión con Trump

La foto de los dos líderes globales más poderosos no es un gesto vacuo. La Casa Blanca ha confirmado el encuentro para el 30 de octubre en Busan, dentro de la gira asiática del líder republicano.

El encuentro servirá para testear si hay margen para un freno táctico en la batalla comercial o si entran en una nueva escalada de coerción recíproca. La negociación con Trump será transaccional.

Trump llega con dos instrumentos poderosos: un suelo arancelario del 10% invocado por emergencia nacional (IEEPA) desde abril; y la amenaza de subir hasta el 100% en sectores sensibles si Pekín no cede en tecnología y balances comerciales.

La negociación es simple y un déjà vu trumpiano: Washington ofrece aliviar o pausar aranceles a cambio de que China limite sus exportaciones de coches eléctricos, baterías y solar, de que acepte topes y garantías en chips y software de origen estadounidense, y conceda alguna licencia puntual como gesto.

Pekín, por su parte, ha cerrado filas en un frente donde más le duele a Washington: minerales críticos e imanes permanentes, cruciales para la defensa estadounidense, como explicaba Gracelin Baskaran, directora del Programa de Seguridad de Minerales Críticos del CSIS.

El presidente chino, Xi Jinping, durante el desfile del Día de los Mártires del pasado 30 de septiembre.

El presidente chino, Xi Jinping, durante el desfile del Día de los Mártires del pasado 30 de septiembre. Reuters Reuters

Las restricciones a su exportación, anunciadas el 9 de octubre, están ligadas a su uso final, y es un arma regulatoria que traslada incertidumbre aguas a bajo a toda la cadena occidental y encarece las alternativas fuera de China.

En este sector, China se adelantó más de una década a EEUU y a la UE en la extracción, procesado y fabricación de imanes de tierras raras, invirtió rotundamente con dinero público y crédito barato, incluso cuando no era rentable a corto plazo. “China empezó pronto, invirtió a fondo y ganó resistencia en cada eslabón de la cadena.

Occidente aún puede competir, pero solo "si deja de confundir la concienciación con la acción”, explica a este diario June Teufel Dreyer, catedrática de la Universidad de Miami.

Según ella, Occidente lleva años encadenando informes y alertas, y lo que falta son plantas, permisos y presupuesto público para procesar y fabricar.

El nuevo plan quinquenal chino hace justo eso: absorbe demanda interna de tierras raras para dar volumen y estabilidad a sus fábricas y, además, regula la exportación por uso final, convirtiendo las licencias en palanca geopolítica.

El presidente ruso, Vladímir Putin; el presidente chino, Xi Jinping; y el líder norcoreano, Kim Jong Un (de izq. a der.); juntos antes del desfile militar del Día de la Victoria de China.

El presidente ruso, Vladímir Putin; el presidente chino, Xi Jinping; y el líder norcoreano, Kim Jong Un (de izq. a der.); juntos antes del desfile militar del Día de la Victoria de China. Sergei Bobylev / TASS vía ZUMA Pre / DPA Europa Press

El éxito del plan 2027-30 se medirá con más fabricación doméstica en sectores críticos, como los chips, materiales y maquinaria; con mantener la ventaja en coches eléctricos, baterías y solar, desviando hacia terceros países lo que frena el G7, y en apretar el control en compras y auditorías en la industria militar. China no se cierra, pero reduce vulnerabilidades y eleva el nivel tecnológico.

También hay riesgos. La rotación constante de mandos militares puede frenar los programas y descoordinar las cadenas. La economía china va muy justa, con previsiones del 4-5%, consumo muy débil y una deuda local tensa que exige subsidios quirúrgicos.

En el exterior, se esperan más medidas antidumping, pleitos en la OMC y controles a la inversión china. China juega al largo plazo, sin una democracia que entorpezca sus planes. Si Occidente quiere competir, tendrá que pasar de los discursos a producción.