Los cardenales rezan en la Capilla Sixtina, antes del cónclave para elegir al próximo Papa en el Vaticano.

Los cardenales rezan en la Capilla Sixtina, antes del cónclave para elegir al próximo Papa en el Vaticano. Reuters

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Los secretos del Cónclave: el estricto menú para los 133 cardenales y los alimentos que tienen prohibidos

El médico Giorgio Calabrese ha sido el encargado de diseñar el menú para sus eminencias, una dieta basada en hidratos de carbono, verduras y un poco de vino.

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Los 133 cardenales que elegirán al sucesor del papa Francisco ya se encuentran encerrados en la Capilla Sixtina. No saldrán de este histórico oratorio hasta que uno de los candidatos logre al menos 89 votos, por lo que este proceso no tiene una duración determinada.

Es por ello que los cardenales -muchos de ellos octogenarios- deben cuidar su salud mientras permanezcan confinados: cuentan con una dieta estricta y tienen alimentos prohibidos durante estos días, entre otras curiosidades.

El médico italiano Giorgio Calabrese, experto nutricionista y asesor del Ministerio de Sanidad de Italia, ha sido el encargado de diseñar el menú para sus eminencias. Se trata de una dieta ciertamente estricta, rica en hidratos de carbono, verduras y frutas y en la que predominan los alimentos líquidos.

Calabrese es consciente de que, dada la heterogénea procedencia de los 133 religiosos, cada uno preferiría comer una cosa diferente. Otros igual esperaban comer lasaña y pasta carbonara. Sin embargo, el nutricionista ha optado por alimentos que les puedan proporcionar energía y bienestar, tanto físico como emocional, así como una buena digestión.

El menú, y los alimentos prohibidos

Los cardenales harán todas las comidas del día. Comenzando por el desayuno, el nutricionista les ha recomendado comenzar la jornada tomando leche semidesnatada y acompañarla con tostadas o galletas con un poco de miel y mermelada y varias piezas de fruta. También se les ofrecerá té o café.

Para la comida, habrá un primero y un segundo. Calabrese recomienda una sopa, una pasta ligera con tomate o legumbres como primer plato y, después, alguna proteína básica (pollo, carne o pescado) cocinada a la plancha o al vapor y acompañada de "muchas verduras de temporada pero nada de espárragos". La razón: este alimento produce un fuerte olor en la orina y los cardenales comparten baño durante el día.

Por la noche, el médico recomienda alimentos fáciles de digerir, como jamón cocido, salmón ahumado, atún al natural, pescado azul o sardinas, acompañado de queso fresco, como la mozzarella.

Para beber agua, pero en jarras de cristal transparente para evitar que desde fuera alguien pueda introducir mensajes ocultos. Por esta misma curiosa razón, está prohibido que sus eminencias coman cualquier comida rellena o cerrada, como empanadillas o pavo.

Calabrese también ha optado por privarles de alimentos que contengan mucha grasa, ya que apenas se van a mover durante días. Además, ha destacado la importancia de que el aceite de oliva que tomen sea “virgen extra” y que el pan esté tostado para evitar la excesiva miga del pan.

Respecto al alcohol, también tendrán prohibido tomar licores fuertes, aunque sí podrán beber vino durante las comidas, pero "solo un vaso". El nutricionista considera que una copa de vino acentúa los sabores de la comida, pero les anima a estar bien hidratados.

El menú de Calabrese son simples sugerencias, ya que quienes toman la decisión final son las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que gestionan la Casa Santa Marta, una residencia dentro del Vaticano en la que también están las cocinas.

Dónde duermen, quién les acompaña y otras curiosidades

Durante el cónclave, los cardenales residen en la Casa Santa Marta. Se trata de un edificio de cinco plantas que cuenta con 106 suites y 22 habitaciones individuales, que se reparten con sorteo.

Estas habitaciones están totalmente aisladas del mundo exterior con el fin de garantizar la confidencialidad del proceso: nada de móviles, teléfonos, televisiones o radios.

Otra curiosidad es que tienen a su disposición personal laico "de confianza", una plantilla de 60 empleados que también está obligada a prestar juramento de confidencialidad y a tener un contacto limitado con los cardenales conclavistas.

Serán quienes les preparen los almuerzos y las cenas. El chef responsable de las cocinas o el personal médico también están sometidos a un riguroso secreto.