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Buck Angel: “Las mujeres 'trans' no son mujeres, son mujeres 'trans'. Son hombres biológicamente”

A sus sesenta años, Buck Angel ha sido una destacada figura transexual internacional del movimiento trans. De un tiempo a esta parte, se ha separado de las reivindicaciones de dicho movimiento, al que critica por haberse convertido en "una ideología" que compara al "fascismo" o al "comunismo".

30 abril, 2023 03:19

Treinta años lleva viviendo Buck Angel (Los Ángeles, 1962) como hombre. Eso sí, biológicamente, Angel no tiene problemas en reconocer: "Yo soy una mujer". "Yo no miento", dice en esta entrevista con EL ESPAÑOL este hombre transexual de 60 años.

Cuando Angel pone la vista atrás es imposible no ver los muchos éxitos que le han acompañado en su vida. Hombre de negocios, creador de los primeros juguetes sexuales para transexuales, actor pornográfico - se le conoció en su momento como The man with a puso o "el hombre con coño" -, conferenciante inspiracional, activista carismático y referente para el movimiento feminista, Buck Angel ha sido y es, muchas cosas. "He tenido una vida increíble, quiero que la gente lo sepa”, afirma. 

A este diario, Angel ya contó que, antes de su transición, la disforia de género que se le diagnosticó le hizo pasar momentos muy duros y etapas en las que se llegó a temer por su vida. Sin embargo, él defiende que el sistema médico que se ocupó de su caso le salvó la vida. "Cuando yo transicioné, había un protocolo muy estricto y seguro", dice.

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Sin embargo, ese sistema, a su entender, se ha desmoronado ante un movimiento trans que ha logrado, en su país pero también fuera de él, aligerar el acceso a las transiciones. "En Estados Unidos, un doctor puede atenderte en una videollamada y, en 20 minutos, te dicen, por ejemplo: 'si eres, trans, aquí tienes la receta de testosterona'", cuenta Angel.

Como activista, él ha acompañado a muchos transexuales en muchas luchas fuera de las fronteras estadounidenses. De países como España, sin embargo, le han llegado llamadas para ayudar al movimiento feminista que ha visto como las reivindicaciones trans buscan "borrar a las mujeres", cuenta Angel. "Lo que está pasando es que el espacio de los trans ha sido secuestrado para hacer que sea político. Nos están usando a los trans para tratar de desmantelar a las mujeres, o espacios de mujeres", comenta este incansable emprendedor y autodenominado activista "pro-derechos humanos".

P.- ¿Sigue usted considerándose un activista? Si es así, ¿en qué sentido sigue siéndolo?

R.- Yo era un activista, y lo sigo siendo. Diría que soy un activista pro-derechos humanos. A través de mi trabajo en el cine para adultos llegué a tener una iniciativa como la de crear el primer juguete sexual para los hombres trans. Ese era mi activismo. Mi activismo no se basaba en ir a proferir amenazas o ir a pegar a gente o ir por ahí a decirle a la gente que tiene que aceptar lo que digo. Simplemente iba dando información a la sociedad. No creo que el activismo tenga que venir de un ámbito en el que haya enfado. Mi activismo estaba centrado en crear matices y en tratar de hacer que la sexualidad se mire desde un punto de vista saludable, también para la gente transexual. 

P.- Usted diferencia entre ser transexual y ser transgénero. ¿Podría explicar qué diferencias hay entre lo que significan esas dos palabras?

R.- Transgénero es un término paraguas que implica muchas otras palabras. Bajo ese paraguas está la idea de ser “no binario”, “transmaculino”, “transfemenino”, “género con conforme” y demás. Pero, eso sí, nunca dicen “ser transexual”. La diferencia que hay entre una persona trans y yo es que ser transgénero se ha convertido en una identidad. Una persona transexual, alguien como yo, es alguien que ha recibido un diagnóstico de disforia de género. Eso implica ir al médico, que observa ese desorden mental y, bueno, yo hago luego lo que hace falta para tratarlo. Esto puede ser con medicina, hormonas y operaciones. Así, puedo vivir como un hombre. Yo no quiero ser trans, yo quiero ser un hombre. Esa es la diferencia. Los transgénero quieren ser trans, yo no. Yo quiero ser un hombre. Mi caso implica aceptar el diagnóstico de disforia de género, mientras que el espacio transgénero es mucho más fluido.

P.- Pero ahora observamos que hay gente que considera el diagnóstico de “disforia de género” como algo opresivo. ¿No es esto problemático?

R.- ¡Sí! Es ridículo. Es como decir, ante un diagnóstico de diabetes, que es algo opresivo. No lo es, no. Para alguien como yo, obtener el diagnóstico es algo muy importante. El diagnóstico me ayuda a saber que hay algo que no va bien conmigo. Es ese diagnóstico la explicación de por qué yo, como mujer, no estaba bien en este mundo. Y, como mujer, hasta que no tuve ese diagnóstico, no supe por qué me pasaba lo que me pasaba. Ese diagnóstico es importante porque me ayuda a entenderme mejor y para entender por qué me siento como me siento. La gente que no quiere el diagnóstico de disforia de género no lo quiere porque no son transexuales. Son gente que está eligiendo ser trans. Por mi parte, yo no elegí ser así. Es que lo soy. Hay una gran diferencia.

P.- ¿Por qué elegir ser trans? 

R.- Lo hacen como argumento político. En mi caso no es así. 

P.- La política parece que se ha convertido en algo que ha de llenar la identidad de las personas. ¿La gente está tratando de encontrar sentido a sus vidas con la política y por eso los debates sobre estos temas son tan intensos en Estados Unidos y allá donde se planteen?

R.- Son debates intensos, sí. En España sé que lo son también. Hay gente que me escribe diciendo que les ayude ante los últimos cambios legales que afectan a las mujeres. Me dicen también de otros países que a las mujeres ya no se llaman así, que han pasado a llamarse “personas gestantes”, “personas menstruantes”, me dicen que la palabra “mujer” está siendo borrada. No lo veo bien. Lo que ocurre es que el espacio de los trans ha sido secuestrado para hacer que sea político. Nos están usando a los trans para tratar de desmantelar los derechos de las mujeres o los espacios de mujeres. 

P.- ¿Por qué parece que en esto no se ven afectados los hombres realmente?

R.- Sólo hay debate en este tema porque son las mujeres las que se ven afectadas. En los debates que genera este tema se habla de que es un tema de derechos humanos. Yo digo que no, porque si fuera un tema de derechos humanos las mujeres estarían participando sin fisuras. Lo que está pasando es que se está arrollando los derechos de las mujeres. Que los derechos de los hombres no estén viéndose afectados por esto demuestra que es un movimiento falso y que estamos ante un movimiento misógino. 

P.- Es notorio también que, en esos intensos debates, la juventud esté jugando un papel importante también. 

R.- Sí, la gente joven está siendo utilizada también. La gente joven, porque es joven, no tiene miedo. Mire, en cada gran movimiento de la historia reciente, como el comunismo o el fascismo, siempre se ha utilizado a la juventud. Porque la juventud siempre cree que está haciendo lo correcto. Pero en el movimiento trans, si uno se fija bien, hay tracción porque hay mucha gente joven, gente muy impresionable que están tomando esa identidad trans pensando que están haciendo lo correcto. Se les están diciendo cosas como que les odian y que lleven cuidado porque a nadie en el mundo le gustan los trans, o eso que gritan: “¡Las mujeres trans son mujeres!”. Las mujeres trans no son mujeres; son mujeres trans. Son hombres desde un punto de vista biológico. 

P.- ¿Es mentira decir que las mujeres trans son mujeres?

R.- Es una mentira decir que son mujeres. Yo no miento, yo soy una mujer desde un de vista biológico. Por eso soy un transexual. Lo que está pasando con el movimiento trans es que, en mi opinión, es una ideología. No es algo como lo mío, un desorden mental que se puede arreglar para existir en este mundo. Cuando eres honesto, el mundo no te odia. A mí no se me odia, salvo en el movimiento trans. Yo hice mi transición hace 30 años, y he acompañado un montón de personas en un montón de países de todo el mundo cambiando leyes para crear un espacio seguro para gente como yo, para que se pueda hace una transición. Pero esta gente del movimiento trans actual no quiere coexistir. Quieren dominar.

P.- Queda claro que usted no encaja en esa la línea dominante del movimiento trans…

R.- Yo soy una persona libre. Soy una persona que piensa por sí misma. También soy muy liberal, no soy conservador. A ver, ¡me dedico a hacer juguetes sexuales! Yo estoy a favor de la libertad de expresión. Pero lo que está pasando con el movimiento trans es algo que yo llamaría fascismo, autoritarismo, en muchos casos terrorista. Están tratando de apagar debates. Esta gente no quiere tener una democracia en la que haya gente con opiniones diferentes, porque quieren desmantelar la democracia. 

Y mi país, sobre todo, es un país de libertad, de libertad de expresión, lo que quiere decir que aceptamos lo que dicen los otros, independientemente de lo que se diga. Debemos poder tener diferentes opiniones. Pero ellos no quieren que tengamos opiniones diferentes. Eso no es lo que nosotros llamamos “estilo americano”. Pero ellos quieren desmantelar eso y quieren mandar sobre el modo en que hablamos, quieren definir lo que es una mujer al margen de la biología. ¡Es increíble! Si no empezamos a dar otras opiniones… bueno, así es como empieza el fascismo. Pero yo no tengo miedo de la comunidad trans, para nada. Yo estoy aquí, hablando. Y voy a ganar. Porque ellos mienten. 

P.- ¿Por qué dice usted: “en muchos casos terrorista”?

R.- Sé que la palabra terrorismo suena fuerte. Pero, al menos en Estados Unidos, la cosa ha llegado a tales extremos... Pero terrorismo no sólo es hacer atentados como los del 11-S. También puede ser gente que está imponiendo una agenda política, causando terror en la gente. Pero el activismo trans, la gente que dice denominarse TRA [siglas inglesas de Activista por los Derechos Trans], es gente que está aterrorizando a los otros. No están generando un discurso cívico, o protestando pacíficamente para tener un debate.

Están generando miedo en la gente, yo he llegado a ver imágenes de mujeres siendo agredidas por activistas trans. Están pegando puñetazos a mujeres en la cara por… ¿por qué? ¿por los derechos trans? Eso es terrorismo. También han creado el término TERF, siglas inglesas de la expresión “feminista radical trans excluyente”. Esto es un concepto fake que alude a algo que en realidad no existe. Han creado eso de TERF para crear un relato, para decir que no se les quiere. Eso no es cierto. Las mujeres que se oponen al movimiento trans son gente que está diciendo que quieren sus espacios. Porque las mujeres trans pertenecen a otro espacio. Muchas de ellas aún tienen pene. 

P.- Hace poco, una persona trans entró en Nashville y mató a seis personas en un colegio, incluyendo tres niños de nueve años. Llamó la atención que, después de aquello, se hablara en su país de “genocidio trans”. Y usted dice que eso no existe. ¿Me puede explicar todo esto?

R.- Tenía que decir lo que dije. Soy una persona afortunada por el papel que tengo en el debate público. Tengo que usar esa posición. Porque no todas las personas son como son en el movimiento trans. Lo que ocurre les que a ese movimiento se le ofrece una plataforma en el debate público, y se están aferrando a él, haciendo que la gente que no piensa como ellos tenga miedo. Por eso cuando te opones a ellos te llaman TERF, nazi o lo que sea. Cuando oigo eso de que hay en marcha un “genocidio trans”, me enfado tanto… Yo vengo de una familia judía y también tengo amigos armenios. ¡¿Cómo se atreven a decir eso en el movimiento trans?! Van por ahí diciéndole a la gente nazi. ¡Yo soy judío!. No hay un genocidio contra la gente trans. Lo que está pasando es que están manipulando el lenguaje.

P.- Otra persona denostada por “transfóbica” o “TERF”, la autora británica J.K. Rowling, creadora de la saga de Harry Potter, dijo que, con lo trans, estamos ante el mayor escándalo médico en un siglo. Ahora, en el Reino Unido, se ha cerrado una clínica de la sanidad pública que se ocupaba a tratar disforia de género. ¿Cómo es el protocolo en Estados Unidos?

R.- No lo hay. Cuando yo transicioné, había un protocolo muy estricto y seguro. A este sistema, en el movimiento trans lo tachan de ‘gate-keeping’ - o sistema de control de acceso. Pero yo lo llamo ‘safe-keeping’ - o sistema seguro. Digo que es seguro porque ahora soy una persona feliz. Yo he tenido una vida increíble, quiero que la gente lo sepa. Y quiero que se vea que ser trans puede ser increíble. Pero eso es gracias a que había un sistema.

Pero ahora, en Estados Unidos, cualquiera, siendo menor incluso, se puede ir a Internet y un doctor puede atenderte en una videollamada. En 20 minutos te dicen, por ejemplo: “sí eres, trans, aquí tienes la receta de testosterona”. Luego, en Youtube, puedes ver cómo te puedes poner la dosis de testosterona. Esto es algo muy peligroso. Y algo muy fácil para lo que no es necesario un diagnóstico de disforia de género.

P.- Esto está pasando con menores también. ¿No es cierto?

R.- Para mí, con 16 años, se sigue siendo un niño. Pero acceso a estas transiciones puedes tenerlo sin permiso de los padres. Los padres, por regla general, tienen que aceptar si el menor toma los bloqueadores de pubertad, pero a los padres se les está diciendo que los niños se van a suicidar si no hacen la transición. ¡Pero eso no es cierto! Y esa es la base para que estos experimentos con nuestros hijos tengan lugar, aunque en países como Suecia, también en el Reino Unido, hayan terminado revisando o cerrando esa posibilidad de hacer transitar a niños.

P.- En España, la última Ley Trans ha facilitado el cambio de sexo en el registro civil. Ese cambio se puede hacer a partir de los 16 años. ¿Esto es algo que anima al proceso de transición?

R.- Sí. Eso anima. Pero, ¿por qué se está animado a la gente a la vida trans? Yo he podido corregir mi situación, pero aún así, tengo que seguir tomando testosterona y llevar un lastre importante. ¿No es acaso mejor tratar de sacar a los menores de una situación así? ¿No es mejor sacar a la gente de la disforia? Lo que se está haciendo ahora, en mi opinión, es animarlos a entrar en la disforia desde la adolescencia. ¿Por qué va a haber que medicalizar la vida de los adolescentes? Yo digo que están experimentando. Lo mismo con los niños. De ninguna manera existen los niños trans. Los niños ni siquiera se conocen.

P.- ¿Usted ha llegado a decir que la comunidad trans no existe?

R.- Así es. No existe. Porque si la hubo, ha sido secuestrada y se ha convertido en algo político dedicado a adoctrinar a los jóvenes para que hagan su trabajo sucio. A mí que no se atrevan a llamarme transfóbico. Yo he trabajado treinta años en este movimiento, también participé en su momento en el movimiento que hubo contra el SIDA. Cuando yo hablo, estoy abriendo la puerta para que otras personas digan lo que piensan. Yo, como transexual, puedo abrir la puerta. Y no me van a parar.

P.- ¿Qué piensa usted de las reacciones de los gobiernos ante el movimiento trans ?

R.- Aquí, en Estados Unidos, republicanos y demócratas están muy atrincherados. Por un lado, para los republicanos, la gente como yo no existe. En el lado de los demócratas también he podido oír cosas como que no soy una mujer ni un hombre. Da igual. Lo importante es que hay mucha gente en el centro, en ninguno de esos bandos. A mí me interesaría que hubiera puentes a todas partes. Pero, especialmente en el movimiento trans, se está diciendo que las mujeres trans son mujeres y están tratando de ocupar los espacios de las mujeres. Pero no son mujeres, son mujeres trans. Insisto. 

P.- Concretamente, ¿cómo ve ante este movimiento al Gobierno de Estados Unidos?

R.- Es ridículo. Están mas preocupados por el dinero y los votos que por otra cosa. No están preocupados de la gente. Y esto, en verdad, también se aplica a la oposición. Francamente, yo no conecto ni con demócratas ni con republicanos.