Mujeres protestando en Afganistán.

Mujeres protestando en Afganistán.

Mundo

Las mujeres en Afganistán: de la invisibilidad a la resistencia a los talibanes

Un año después de que los talibanes asumieran el poder, son las mujeres las que lideran la resistencia a un regimen que quiere eliminar sus derechos. 

15 agosto, 2022 02:32

Meena tiene 17 años y hasta hace un año estudiaba en un instituto de Kabul y hacía arte callejero. Cuando los talibanes asumieron el control del país, todo se desmoronó. "Los talibanes lo han destruido todo. Desde que han vuelto no hay educación, no hay pintura, no hay arte. Iba a tener exámenes, pero las escuelas siguen cerradas pese a que prometieron reabrirlas", cuenta. 

Ella no había conocido el yugo de los talibanes hasta ahora. Su madre no pensó que volvería a sufrirlo. "Me dijo: 'Sí, estamos perdiendo. Hemos perdido muchas cosas. Pero, si puedes sobrevivir a esto, puedes sobrevivir a todo'". Y a esas palabras se agarra Meena para seguir luchando. "El mundo debe saber que no tenemos miedo de los talibanes. Las mujeres afganas somos más fuertes que nunca y nunca aceptaremos esta realidad. Encontraremos diferentes formas de expresarnos, de protestar y de luchar contra ellos. Piensan que si ponen restricciones nos pueden parar, pero eso no va a ocurrir, las mujeres afganas son imparables", asegura.

Desde que los talibanes asumieron el poder, las mujeres han visto cómo su mundo se empequeñecía. Primero les obligaron a llevar pañuelo o burka para ir a trabajar y luego se les prohibió trabajar directamente. Cuando protestaron por la prohibición, los talibanes arrestaron a decenas de mujeres para que sirviera de ejemplo y les impidieron salir de casa sin la compañía de un hombre, o mahram. Más tarde les han prohibido el acceso a la educación, segregaron el espacio público por sexos y las mujeres han sido relegadas cada vez más a sus casas y a la invisibilidad. 

[Los talibanes disparan contra una manifestación de mujeres afganas que reclamaban sus derechos]

"Nos pasamos el día en casa. Hace unas semanas fui a comprar y llevaba el pañuelo y la abaya puestos pero se me veían los vaqueros debajo. Un talibán me dijo que no podía llevar vaqueros, que estaba prohibido. Da igual como vayas y donde vayas. Si sales, se te quedan mirando intentando encontrar un motivo para acosarte", describe Meena.

El suyo es sólo uno de los más de 100 testimonios recogidos por Amnistía Internacional (AI) en su investigación sobre los derechos de las mujeres en Afganistán después de que el país fuera controlado por los talibanes. Lo que encontraron fue lo que han descrito como "una muerte a cámara lenta" donde las mujeres están siendo progresivamente borradas. 

"Hemos visto una ráfaga de restricciones draconianas en lo que respeta al acceso a la educación y al trabajo, bien como el aumento del matrimonio infantil y de los arrestos arbitrarios", cuenta una de las investigadoras de AI, Nicolette Waldman a EL ESPAÑOL. "Casi todas las restricciones tienen que ver con las políticas de los talibanes que han eliminado de facto la educación secundaria, bloquearon las perspectivas laborales de las mujeres y han instaurado el delito de corrupción moral, que normalmente se trata de estar en la calle sin un mahram y por eso terminan detenidas, torturadas y estigmatizadas de por vida". 

Tela de araña

El 7 de mayo de 2022, el Ministerio de la Virtud del Gobierno Talibán ordenó que las mujeres debían cubrir su rostro en público y no salir de sus casas a no ser que fuera estrictamente necesario. Tampoco podrían viajar sin un mahram. "Hay tantas mujeres que han perdido sus maridos, sus padres, sus hijos en la guerra que la norma a veces es hasta imposible de cumplir, porque no tienen a un hombre que pueda salir con ellas", cuenta una joven de 19 años en el informe.

Por situaciones como esta, destaca Waldman, la sola presencia de una de las restricciones hace que las siguientes se den en cadena, en una trama casi imposible de romper: "Descubrimos que todas las restricciones están interconectadas: una niña que no puede ir al colegio tiene más posibilidades de ser obligada a casarse por su familia, luego no podrá trabajar y puede llegar a ser impedida de salir de su casa… Es una telaraña con cada vez más hilos que atrapa a las mujeres". 

La persecución a las mujeres encaja en la ideología de los talibanes que ya conocíamos desde hace 20 años. Desde que los talibanes se hicieron con el poder, más que dedicarse a gobernar el país se han dedicado a imponer su ideología, sus códigos morales y de conducta basados en la versión más radical de la religión.

Cuando EEUU decidió abandonar el país, muchos hablaron de una especie de segunda generación de talibanes, un grupo más culto, más abierto, que hablaba un inglés fluido y estaba dispuesto a respetar los derechos humanos de las mujeres en una nueva forma de liderar. Pero rápidamente se verificó que estas esperanzas eran infundadas y, poco a poco, las mujeres vieron como sus derechos eran mermados. 

Sin embargo, con lo que no contaban los talibanes era con -esa sí- una nueva generación de mujeres que se ha criado lejos de su yugo opresor, que han crecido con acceso a educación y al mercado laboral y con más libertades que las que han gozado sus madres. 

"Estamos viendo muchas protestas de mujeres y jóvenes, y son ellas las que están liderando la resistencia a los talibanes ante la desilusión que está siendo la comunidad internacional. Son las mujeres las que están intentando llevar a cabo un cambio real. Algunas están viviendo vidas irreconocibles, cuando comparadas a las que vivían antes de los talibanes", detalla Waldman. 

"Muchas mujeres que no conocen nada más que lo que han vivido en estos 20 años. Y otras, que sí han vivido bajo el yugo de los talibanes, tampoco están dispuestas a ver como les roban sus derechos otra vez. Esa combinación de generaciones de mujeres está creando una gran resistencia a los talibanes", relata.

Detenciones y tortura

Resisten como pueden. Unas leyendo hasta el último libro que tienen en casa, procurando no perder los conocimientos adquiridos en estos años de estudios, otras estudiando a escondidas, y otras, las más valientes, saliendo a la calle a protestar, arriesgándose a la detención, la tortura y la humillación, la suya y la de sus familias. "Me detuvieron durante 10 días y me pegaron varias veces", cuenta una mujer a AI. "Durante ese tiempo los talibanes no paraban de enseñarme fotos de mi familia, diciéndome que podrían matarles y yo no podría hacer nada. 'No llores', me decían, 'si protestas sabes que te esperan días como este'".

Dos jóvenes afganas estudiando en su casa.

Dos jóvenes afganas estudiando en su casa. Reuters

En este ambiente de inseguridad constante, los hombres tienen un papel fundamental. "Muchas mujeres nos contaban que sus familias se habían vuelto como los talibanes. Y que sus padres, sus hermanos, sus tíos, sus vecinos se habían aprovechado de estas restricciones para negarles sus derechos", cuenta Waldman. "Sin embargo otras también nos decían que habían sido apoyadas por sus familiares y amigos cercanos del sexo masculino, y que muchos habían salido con ellas a la calle arriesgándose a la cárcel para luchar por sus derechos". 

Como el taxista de Elaha, de 22 años, al que los talibanes dieron una paliza por defenderla después de que le preguntaran, en un punto de control, por qué viajaba sin un mahram. "Lloré todo el día cuando volví a casa. Incluso después de que le estuvieran pegando, él seguía defendiéndome", recuerda. 

Un año después, la sensación es de que han sido abandonadas, de que la comunidad internacional mira para otro lado mientras ellas, solas, intentan proteger los derechos que han tardado años en conseguir. "Es tiempo de que la comunidad internacional se una a estas mujeres. Necesitamos una acción coordinada y dar a esto la atención que se merece por la gravedad de la violación de los derechos humanos que está ocurriendo", enfatiza Waldman.

"Los talibanes deberían saber que sufrirán consecuencias. Si las sanciones económicas y la prohibición de los viajes se instauraran para los oficiales responsables, quizás se mandaría ese mensaje a los talibanes, de que estas acciones no son aceptables en 2022 y que la comunidad internacional no va a aceptar un gobierno con estos niveles de represión. Pero su actuación es decepcionante y parece que tenemos que recordar que los derechos de las mujeres son derechos humanos", concluye Waldman. "Si me permito tener alguna esperanza en este país es por estas mujeres que se están levantando y luchando".