El laborista Sadiq Khan, tras saber que es el nuevo alcalde de Londres.

El laborista Sadiq Khan, tras saber que es el nuevo alcalde de Londres. Andy Rain Efe

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El laborista Khan gana la Alcaldía de Londres y salva a su partido

Sadiq Khan arrebata el poder a los conservadores y se convierte en el primer alcalde musulmán de la capital británica.

6 mayo, 2016 20:08
Londres

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El laborista Sadiq Khan fue declarado nuevo alcalde de Londres con el 57% de los votos (en la segunda vuelta), imponiéndose al conservador Zac Goldsmith, con el 43%. En número de votos, Sadiq Khan recibió 1.310.143 y Zac Goldsmith 994.614.

En la ceremonia de nombramiento celebrada pasada la medianoche en el City Hall, el moderno edificio del ayuntamiento de Londres junto al Tower Bridge, comparecieron los doce candidatos que compitieron en la primera vuelta. Khan se convierte en el primer alcalde musulmán de Londres y revitaliza a los laboristas tras su dolorosa derrota en Escocia en las elecciones del jueves.

“Londres es la mejor ciudad del mundo y me siento muy honrado por la confianza depositada en mí”, expresó Khan en su primer discurso. Tuvo palabras para su difunto padre, que llegó a Londres procedente de Pakistán en 1970 y recordó que creció en un piso de protección social donde ni siquiera soñó en convertirse en alcalde de aquella ciudad. “Quiero que todos los londinenses tengan las mismas oportunidades que la ciudad dio a mi familia no sólo para sobrevivir, sino también para progresar”.

Sadiq Khan también se refirió, sin nombrarlo, a Zac Goldsmith a las malas artes utilizadas contra él por su rival durante la campaña, vinculando a Khan con el extremismo islámico pese a que la erradicación del radicalismo era una de sus prioridades. “Me enorgullece que Londres haya elegido la esperanza por delante del miedo, la unidad por delante de la división”. Y concluyó que “la política del miedo no tiene cabida en esta ciudad”. Muchos creen que la campaña negativa de Goldsmith fue lo que le abocó a la derrota.

El sustituto del tory Boris Johnson es un laborista moderado, musulmán, humilde, que decidirá los designios de una ciudad de ocho millones de habitantes donde una de cada ocho personas es musulmana y en algunos barrios los musulmanes alcanzan el 40%.

En su programa, Khan ha propuesto frenar la vorágine de construcción ilimitada de rascacielos y viviendas de lujo en la que entró la ciudad con Johnson. Propone la construcción de 50.000 pisos a precios asequibles y nuevas formas de financiación en la construcción, además de congelar los precios del transporte público durante cuatro años.

Se convierte Khan en el tercer alcalde de Londres, tras Ken Livingstone y Boris Johnson, desde que restauró esta figura en el año 2000. El alcalde es el máximo dirigente de Londres y toda su área metropolitana junto a la Asamblea de Londres, que también fue elegida el jueves y que quedó compuesta por 12 laboristas, 8 conservadores, 2 verdes, 2 del UKIP y un liberaldemócrata.

Khan, de 46 años, es hijo de inmigrantes paquistaníes que se instalaron en el barrio de Tooting, al sur de Londres, donde nació y donde ha vivido toda la vida. Originariamente su familia era de la India pero, tras la partición del país en 1947, sus abuelos emigraron a Pakistán. Su padre fue un conductor de autobuses.

Khan una vez explicó que busca siempre el balance entre la religión y el trabajo aunque no siempre ha sido fácil. Hace tres años lo amenazaron de muerte por haber votado a favor de los matrimonios de personas del mismo sexo. Un imán de Bradford llegó a declararlo no musulmán. Tiene siete hermanos y hasta los 24 años vivió en casa de sus padres y durmió en una litera porque el piso sólo tenía tres habitaciones. Es un exboxeador. En una ocasión contó que aprendió a boxear para defenderse de las burlas racistas en el colegio. Sigue entrenando.

Estudió en una escuela pública y se licenció en derecho para convertirse en abogado defensor de derechos humanos. En su barrio, de joven, recién licenciado, lideró la campaña contra los poderes policiales de “parar y registrar” a personas sin haber cometido ningún delito. Es europeísta. En el año 2008 fue nombrado ministro de comunidades para el Gobierno de Gordon Brown y después, ya con los laboristas en la oposición, responsable de economía y de justicia del partido. Fue elegido parlamentario por el distrito electoral de Tooting en 2005. Está casado con una abogada y tiene dos hijos.

BUENAS NOTICIAS PARA UN CORBYN DEBILITADO

La victoria de Khan ha salvado a Corbyn, muy criticado por el resultado de las elecciones, que ponen en duda su liderazgo. Corbyn se atribuye la victoria de Khan aunque éste se ha distanciado de él en la campaña para no ser relacionado con sus políticas de austeridad. El Partido Laborista ha perdido votos en todas las elecciones en las que se presentaba aunque en distinta medida. La derrota más dolorosa ha sido en Escocia, donde ha perdido 13 parlamentarios quedándose en 24 y relegado a tercera fuerza política en favor de los conservadores. Los laboristas se han quedado también sin ningún diputado en Glasgow, el tradicional feudo laborista en Escocia.

En Gales perdió un escaño y se quedó con 29, a dos de la mayoría. Fue una derrota menor. El principal motivo fueron por las críticas a la mala gestión de la Sanidad Pública durante la última legislatura. Pese a eso, sólo han perdido un parlamentario. En las municipales inglesas, con el resultado conocido en 111 de los 124 municipios, tan sólo han perdido un municipio y 23 concejales, cuando auguraban una pérdida de más de 200 concejales.

En Escocia el Partido Laborista sigue en caída libre después de haber hecho campaña a favor permanencia en el Reino Unido con los conservadores. “El referéndum rompió el molde de la política escocesa. Mucha gente estaba votando a SNP en las elecciones escocesas pero al Partido Laborista en las generales y, raíz del referéndum, cuando votan por la independencia, dejan de votar los laboristas. Segundo porque por primera vez el SNP tenía expectativas de resultados importantes y podía hacer una coalición”, explica a EL ESPAÑOL Robert Liñeira, investigador de la Universidad de Edimburgo.

El columnista de The Times, Phillip Collins, escribe que “la mejor manera de deshacerse de Corbyn es esperar”. Dice también que “algunos en su partido creen que lo dejará pronto, pero que el golpe es muy probable que venga de la izquierda que de la derecha”. Esta es una opinión generalizada en Reino Unido, que el principal enemigo de Corbyn está dentro de su propio partido. Corbyn se encaramó al liderazgo del laborismo el pasado mes de septiembre de forma inesperada con el apoyo de los sindicatos y la oposición de buena parte del grupo parlamentario. Corbyn fue elegido tras la debacle de Ed Miliband, su predecesor, en las generales de 2015.

Tras la dimisión de Ed Miliband se inició un debate interno en el partido para determinar hacia dónde debía dirigirse. Parecía que el rumbo iba a ser la vuelta al Nuevo Laborismo, la vuelta al centro, con figuras como Tony Blair, entendiendo que aquella era la única manera de que los laboristas ganaran unas elecciones, como él hizo en 1997.

Sin embargo, en las primarias del partido, contra todo pronóstico, se impuso Corbyn con sus políticas contra la austeridad. Se giró aún más hacia la izquierda que con Ed Miliband. La crisis del laborismo empezó con Tony Blair y la guerra de Irak, un Blair que fue quien llevó al partido a sus cotas más altas. Le sucedió Gordon Brown cuyo liderazgo coincidió con la crisis y tachó la reputación que se había ganado como ministro de Finanzas. Y los últimos cuatro años con Ed Miliband estuvieron marcados por el sentimiento de que había elegido al hermano equivocado.

EL PRIMER EXAMEN DEL LÍDER LABORISTA

Estas elecciones eran el primer examen electoral de Corbyn. La campaña estuvo marcada por las acusaciones de antisemitismo dentro de su partido que le obligaron a suspender la militancia de varios parlamentarios, entre ellos el exalcalde de Londres Ken Livingstone, y le forzó a abrir una investigación interna. Las sospechas de antisemitismo llegaron hasta el propio Corbyn. Incluso David Cameron llegó a llamarle “el amigo de Hamas”.

Tras los malos resultados en los comicios, varios parlamentarios de su partido han cuestionado el liderazgo del líder laborista. La diputada Jo Cox ha puesto en tela de juicio la capacidad de Corbyn para dirigir y ha declarado que “Jeremy necesita reconocer que no es suficiente” y que “debe convencer a todos los miembros de que tiene una estrategia que nos devuelva al poder”. Otro parlamentario, Neil Coyle, ha dicho que “nos estamos alejando con políticas periféricas” y “parece que tengamos un equipo desunido sin una visión ni políticas que los votantes quieran”. El líder de los laboristas en Portsmouth, John Ferrett, ha llamado “incompetente” al número uno de su formación.

Sin embargo, pese a los ataques desde dentro de su partido, el segundo de Corbyn, Tom Watson, le defendió y dijo que Corbyn “apenas lleva ocho meses en el poder y necesita consolidar sus ideas. Recordó que en Gales habían retenido el poder y que en las municipales inglesas habían retenido algunos municipios clave que muchos creían que los perdería. Y les quedaba la esperanza de Alcaldía de Londres.

Por su parte, Jeremy Corbyn, defendió la actuación de su partido y dijo que “predecían que perderíamos municipios en Inglaterra y no ha sido así, los hemos mantenido y además ha aumentado el apoyo en muchos lugares”. Y quiso enviar un mensaje de ánimo a sus parlamentarios escoceses: “caminaré con vosotros de la mano para recuperar el apoyo de la gente”. Curiosamente una proyección de la BBC uniendo el voto en todas las elecciones del jueves, mostraba que los laboristas habían conseguido el 31% de los votos, los conservadores el 30%, los libdems el 15% y el UKIP el 12%.