La deportista posa en el Palacio de Hielo de Madrid.

La deportista posa en el Palacio de Hielo de Madrid. Nieves Díaz

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Isabel Calvo, de doctora en biomedicina a campeona de artes marciales mixtas: "También oposito a bombera"

Esta madrileña de 29 años dejó su trabajo en el laboratorio a los 25 para competir en MMA y ya acumula importantes títulos.

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La historia de Isabel Calvo es de récord, tan apasionante como única. Escucharla te lleva a pensar por momentos que hay algo sobrehumano en ella. En sólo tres años y siete meses ha pasado de iniciarse en el MMA a alzarse con el título de campeona del mundo amateur de artes marciales mixtas.

Esta práctica, gracias en buena parte a Ilia Topuria, ha experimentado un gran auge en los últimos años, casi duplicando su número de espectadores en las veladas, que cada vez son más habituales. La presencia de mujeres, aunque todavía menor, también va aumentando.

Esta madrileña de 29 años es una de las que visibilizan la disciplina. Ella por sí sola rompe muchos de los estereotipos que hay sobre los deportes de contacto, además, sin pretenderlo. Hasta hace no tanto, en el imaginario colectivo aún se creía que el perfil de quienes lo practican era masculino y con cierto matiz marginal.

Nada que ver con la realidad. Isa ha estudiado biología, con un doctorado de biomedicina, trabajó en un laboratorio y lo dejó todo para dedicarse a su gran pasión: el MMA. Quizá nunca pensó que su trayectoria en este mundo fuera tan meteórica y que a día de hoy ya sea un referente para muchas jóvenes.

Nos citamos con ella, antes de la velada en la que peleará el sábado 13, que se celebra en el Madrid Arena, organizada por la promotora WOW. Está en plena fase de corte para dar el peso requerido —sin beber agua— y está segura de que hará una buena pelea. Por algo se la conoce como The Iron...

Antes de adentrarte en esta disciplina, parecía que tu destino era otro, más científico...

Sí... Estudié Biología en Madrid y luego me fui a Barcelona a hacer un máster en biomedicina. Luego seguí con el doctorado. Elegí esa carrera principalmente por mi tío, Miguel Serrano, que hace un gran trabajo de investigación en este campo. Me encantaba que me contara historias de sus proyectos y solía hacerle preguntas para saber más. La verdad es que quería ser como él.

Y de pronto, ¿cómo pasas a dejarlo todo para dedicarte al deporte?

Yo trabajaba en el laboratorio de mi tío y fue mientras hacía la tesis, con todo el estrés que conlleva, cuando entro en contacto con las artes marciales mixtas. Por casualidad fui a entrenar, me gustó mucho... y hasta hoy.

¿Aquello fue un shock para tus padres?

Bueno, en mi casa saben que soy una enamorada de lo que me gusta, igual que me pasa con la ciencia. Cuando empecé en el MMA, me tiré de cabeza y sin flotador, pensando 'si me hundo, pues me he hundido'. Al principio era un hobby, no me imaginé que fuera a competir.

De pronto, simplemente surgió… Aunque quizá de una manera demasiado apresurada… Me lo tomé un poco como un juego, pero me atrapó tanto que seguí. Ellos vieron que no era un capricho, que le dedicaba muchísimo tiempo y esfuerzo.

Al final, si quieres a tus hijos, lo principal es que sean felices y así lo han visto. Además, no ha sido como 'dejo de estar en un laboratorio para tocarme las narices'. Yo ahora trabajo más que antes.

Isabel Calvo es una de las pocas mujeres que compiten en MMA.

Isabel Calvo es una de las pocas mujeres que compiten en MMA. Nieves Díaz

¿Qué edad tenías cuando empezaste en este deporte?

Ha sido un viaje exprés. Comencé a entrenar con 25, al mes ya estaba compitiendo y con 28 fui campeona del mundo. Pero es verdad que venía de hacer crossfit o baloncesto y llegaba con muy buena base física.

Una biomédica en el MMA rompe viejos estereotipos. ¿Cómo se ha transformado el perfil de los deportistas de esta disciplina?

Ha habido un cambio radical. Antes era algo propio de guetos, de peleas clandestinas. Pero se ha ido estudiándolo, tecnificando y se ha desarrollado un reglamento que antes ni existía. La gente lo ha ido conociendo no de forma tan superficial y se ha empezado a entrenar más de forma amateur en gimnasios comerciales.

Luego llegó el gran salto gracias a Ilia Topuria o Joel Álvarez, las grandes figuras españolas de esta práctica. Gracias a ellos, la población ha podido ver que es un deporte normal, que lo hace gente normal. Sí que es verdad que implica violencia, porque es de contacto, pero todo está reglado. Yo veo, por ejemplo, partidos de fútbol en los que hay agresiones directas. Aquí hay una normativa y entrenas para ello.

A mí lo que me encanta del MMA son las relaciones que se crean. Te estás pegando, termina el round y te abrazas, comentas los golpes... Todo con mucho respeto. Muchas veces me preguntan que cómo me tratan mis compañeros siendo una chica y yo respondo que como una más, incluso mejor.

Pese a ser una disciplina mayoritariamente de hombres, ¿no has encontrado trabas?

No, al contrario, respetan mucho el sacrificio que hacemos con los entrenamientos, a los que dedicamos cinco horas al día. Al final tenemos menos fuerza genéticamente en comparación y yo casi siempre me pego con ellos en el octágono, porque como somos tan pocas mujeres... En mi gimnasio solo hay dos compitiendo.

Es muy importante que creemos buenas relaciones entre nosotras. Ahora, para esta próxima pelea, ha tenido que ayudarme mi compañera Sandra. En otras ocasiones me he ido a París una semana para poder encontrar chicas que estén a un nivel alto.

Con los chicos se puede hacer muchas cosas, pero no es del todo realista, porque o bien te intentan cuidar inconscientemente; o bien en la lucha cuerpo a cuerpo no se dan cuenta y hacen demasiada fuerza.

Se suele ir por un extremo o por el otro, pero no son las reacciones reales. Entre nosotras podemos hacer cosas mucho más parecidas a lo que va a pasar en el combate.

Además de lo físico, ¿es también un deporte muy mental?

Sí, y para mí hay algo que es muy representativo. Yo vengo de un laboratorio, de utilizar el método científico, analizar pruebas, hacer ensayo error... Y el MMA representa lo mismo: aprendes una cosa, la pruebas, ves si funciona, estudias por qué y lo mejoras.

En las peleas, cuando te subes a la jaula, lo que tienes delante de ti es un problema a solucionar. Y si fallas, hay consecuencias. Creo que mi vida anterior me ha preparado para el MMA mucho más que algunos entrenamientos.

¿Y qué es lo más duro?, ¿los golpes?

No, porque se vuelven parte de tu día a día. Lo más difícil es ser consciente del trabajo que todo el mundo pone en ti y querer estar a la altura. Al final, eso genera un poco de presión. Estamos tres o cuatro meses preparándonos para un solo día e intentamos que salga perfecto.

Para mí no es muy duro, pero sí que es verdad que no podemos llevar una vida normal en el plano social. Tenemos que mantener siempre la dieta y el descanso es importantísimo. Eso a algunas personas se les puede hacer complicado. Para dedicarte a esto profesionalmente tienes que estar locamente enamorado del deporte.

El pesaje también exige sacrificios, ¿eso qué tal se lleva?

Es muy complicado. Yo al principio lo llevaba mucho peor. Ahora tengo profesionales que me ayudan a que el corte de peso —para competir hay que llegar con los kilos establecidos en cada categoría— sea lo más llevadero posible y luego el rebote no se vuelva algo brutal.

Sé que es parte de esta profesión y que hay que sufrir para dar lo que se pide. Después el cuerpo se merece y necesita descanso, mimos y comer lo que te apetece sin que un nutricionista te esté pautando todo.

¿Cómo ves la evolución del número de chicas que se animan a practicar MMA?

Cada vez hay más y, aparte, también se va normalizando que haya distintas imágenes de mujeres dentro de las artes marciales. Porque ha habido una época en la que existían ciertos estereotipos de tatuajes, perfiles con el pelo rapado, algo muy masculino...

Ahora la gente se ha dado cuenta de que no tienes por qué encajar en ese cliché: puedes ser femenina, rubia, morena, alta, baja... Este es un deporte para personas, no para un género u otro.

La figura de Ilia Topuria ha ayudado de manera increíble a visibilizar el MMA aquí en España. Yo también doy clases y se ha notado un aumento de personas e incluso una mayor variedad de alumnos. Ahora convive todo tipo de gente en el tatami.

¿Cuáles son tus retos futuros?

Cuando se me pone algo entre ceja y ceja, voy a por ello. Quiero ser la mejor del mundo en lo que hago y estoy dispuesta a hacer todo lo necesario para conseguirlo. En tres años logré ser campeona del mundo amateur, en mis primeros mundiales alcancé el bronce, una plata en unos campeonatos de Europa y luego llegó el oro.

Ahora voy a ser campeona de WOW cuando abran cinturones de mujeres, voy a fichar por UFC (Ultimate Fighting Championship) y voy a ganar el título.

Hubo un momento en mi carrera en el que me daba vergüenza verbalizarlo, pero, como me dijo un compañero, hacerlo es el primer paso para que se convierta en realidad.

¿Y hay plan B?, ¿te planteas volver a la biomedicina?

Bueno, ahora mismo estoy preparándome las oposiciones de bombera y haciendo un máster en formación del profesorado. Me gusta mucho la ciencia y la biología y es otra opción que también veo para el futuro: poder compartir con los chavales todo lo que aprendí en el laboratorio.

Soy un culo inquieto, me encanta estudiar y llevo un ritmo que a veces ni siquiera puedo mantener. Me gusta estar ocupada.

El sueño de la luchadora es ser la mejor del mundo en su deporte.

El sueño de la luchadora es ser la mejor del mundo en su deporte. Nieves Díaz

Antes de empezar un combate, ¿sientes miedo?

No, nada, porque todas las situaciones malas ya las he vivido entrenando. Miedo tendría si no me hubiera preparado bien. Lo que sí tengo son ganas de que todo lo que he trabajado salga tal cual; no quiero fallar.

Lo disfruto mucho, porque después de prepararme durante meses, es el día en que puedo enseñarlo todo.

¿Y verte pelear no es complicado para tus padres, para tu familia?

Se han acostumbrado. Un día fui a una velada con la nariz rota y les avisé de que iba a haber mucha sangre para que no se sorprendieran. Al principio sí lo pasaban mal, pero ahora les gusta.