Alicia González, debido a su trastorno neurológico ha estado noches enteras sin poder dormir.

Alicia González, debido a su trastorno neurológico ha estado noches enteras sin poder dormir. Cedida.

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"Volví a abrazar a los 18 años": la historia de Alicia González y el estigma invisible del 'bullying' por sus tics nerviosos

El acoso escolar recibido la llevó a intentar suicidarse y le hizo cambiar de centro educativo hasta en cinco ocasiones.

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En el patio del colegio hay un grupo de niños de nueve años que tienen atemorizada a Alicia. Uno de ellos le espeta: "Si no haces tics te dejamos ser nuestra amiga". Pero ella no puede, padece el síndrome de Tourette. Es un trastorno neurológico que provoca movimientos involuntarios e incluso hace emitir palabras o sonidos en alto de manera inconsciente.

Por los pasillos se oyen risas y comentarios a su paso y, una vez dentro del aula, el trato no mejora. Una profesora le suspende porque no es capaz de exponer un trabajo y otra, le manda a la mesa del fondo ya que "no puede concentrarse" con sus espasmos.

Alicia González (Madrid, 2000) sufrió bullying durante toda su infancia y adolescencia, y según explica a Magas, esto le llevó a cambiar de centro educativo hasta en cinco ocasiones. "A día de hoy, no sé ni cómo estoy viva porque, en su momento, tuve muchos pensamientos suicidas y varios intentos de ello", relata.

Los primeros síntomas del Tourette suelen manifestarse en torno a los cinco años, aunque Alicia a los tres ya sacaba la lengua de forma automática y reiterada en un periodo corto de tiempo. Además, puede conllevar la aparición de trastornos asociados como impulsividad, falta de atención (TDAH/TDA), conducta obsesiva compulsiva, insomnio o depresión.

El síndrome es tan poco común que no se ha investigado su cura. La incidencia es muy baja, únicamente lo padece entre el 0,3% y el 0,8% de la población española menor de 18 años, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

"Los tics van cambiando, son super creativos y puede que alguno que has tenido anteriormente, te vuelva al cabo de los años", asegura González. El de enseñar la lengua lo dejó atrás, pero ha pasado por otros no tan inofensivos. Hubo una temporada que echaba la cabeza hacia atrás tan fuerte, que su nuca tocaba con su espalda y otra, que cerraba la boca con tanta intensidad, que se rompió una muela.

Si se encuentra en un entorno con muchos estímulos, es posible que los movimientos o sonidos le salgan sin darse cuenta. Sin embargo, en escenarios más tranquilos puede notar cuando van a surgir. "Es un nervio que quiere salir, como un fuego artificial que quiere explotar", detalla la joven.

Pero no los puede controlar, como mucho "retrasar". Aunque eso es peor porque luego se manifiestan todos de golpe y es como si una batería de pirotecnia estallara. En la adolescencia, el sistema hormonal influye tanto en las emociones que los tics se vuelven más "rebeldes". Sin embargo, con la edad, tienden a mejorar.

La madrileña ha probado varios fármacos para reducir los síntomas del Tourette, pero ninguno ha surtido efecto. "La gran mayoría de los que existen son antipsicóticos, es decir, muy fuertes y te dejan atontada. Muchas veces, en el colegio, me dormía encima de la mesa", aclara.

Ahora, no toma ninguna medicación y ha aprendido a gestionarlos con técnicas de relajación como la hipnosis, meditación, acupuntura o reiki. También le ha ayudado el ejercicio físico, mejorar su concentración, los trucos de memoria y medicinas alternativas como el CBD. "La clave es tener una rutina y hacer las cosas despacio", apostilla.

Sin embargo, hay días en los que es imposible "autoregularse" y los tics se desbocan de tal manera que acaba agotada, con el cuerpo dolorido e incluso, incapacitada para hacer tareas cotidianas.

Trayectoria escolar traumática

Los abusos empezaron desde bien pequeña. Con apenas siete años, sus compañeros de clase se lo pusieron bastante difícil, convirtieron su amistad en una especie de premio que Alicia se tenía que ganar: "Salta este muro", "Corre como un perro", "Quítate la zapatilla", "Deja de hacer tics", son algunas de las frases que resuenan en su cabeza.

El problema, como dice ella, es que una niña con esa edad, "no es capaz de dejarlo pasar. Si ves que te aíslan, haces lo que sea para intentar pertenecer al grupo, aunque eso signifique juntarte con gente que al final te acaba traicionando".

A medida que subía de curso y, a pesar de la madurez que supone abandonar la niñez y llegar a la adolescencia, las muestras de desprecio no cesaron. "Toda mi trayectoria escolar ha sido traumática", comenta resignada.

Durante la ESO, el acoso continuó hasta el punto que, en tercero, "ya no podía más". Le hicieron el vacío total. Eso, añadido al pánico, estrés e intimidación que ya sufría, provocó que su psiquiatra le recomendara dar clases en casa porque sus síntomas del Tourette se habían agravado.

Alicia González en los primeros años que sufrió bullying.

Alicia González en los primeros años que sufrió bullying. Cedida.

¿Y los profesores qué? Pues, por regla general, "no se metían". Y cuando lo hacían, no era con buenas intenciones. "Me hicieron abandonar un examen porque mis tics distraían a mis compañeros, me sentaron con uno de los cabecillas del grupo que me acosaba, me preguntaban en alto que por qué no me callaba o qué estaba haciendo moviéndome tanto", explica González.

Una de las pocas veces que intervino un docente fue cuando un niño le tiró un lápiz a la cabeza en mitad de una explicación. Pero en verdad, Alicia casi que prefería que no mediaran, ya que, normalmente, suponía el doble de acoso en los días siguientes por "chivata".

El bullying nunca acaba en las aulas. Las secuelas psicológicas que sufrió la joven han sido incontables. "Mi carácter cambió, me volví una persona irascible y agresiva. Perdí mis emociones, no lloraba delante de personas, no abrazaba. Aprendí a abrazar de nuevo a los 18 años, cuando empecé a quitarme la coraza", expone.

A pesar de las dificultades físicas y las barreras sociales que la vida se ha encargado de ponerle en su camino, Alicia tiene ilusión por su futuro. Desde hace años es profesora de matronatación y primera infancia, ha estudiado un grado superior de Administración y Finanzas y ahora se está preparando una oposición de auxiliar administrativa.

Tiene una familia que siempre la ha apoyado, una pareja que "consigue leerla entre líneas" y acompañarla en todas sus subidas y bajadas. En cuanto al tema personal, disfruta de las pequeñas cosas: un paseo por la playa, un café en una terraza al sol o leer un libro con música clásica de fondo.