Retrato de Loly Ghirardi (Buenos Aires, 1975), mejor conocida por su pseudónimo Srta. Lylo.

Retrato de Loly Ghirardi (Buenos Aires, 1975), mejor conocida por su pseudónimo Srta. Lylo. Hamza Djenat Penguin Random House

Protagonistas

"Una aguja duele y la otra sana": cómo el bordado se convirtió en refugio de una mujer que no puede ser madre

Loly Ghirardi, la archiconocida Srta. Lylo, ha presentado su libro 'Diario de una bordadora' (Lumen, 2023) donde presenta su historia sin final feliz.

29 noviembre, 2023 02:26

"Yo empecé a bordar a los treinta y cinco años sin nunca haber tenido que ver con el asunto, simplemente porque no sabía qué hacer con mi vida", escribe Loly Ghirardi (Buenos Aires, 1975), la archiconocida Srta. Lylo, en su libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023). La suya es una historia de redescubrimiento, un fino hilo que discurrió durante años como un punto hilván y que hasta hace no mucho se ha anudado marcando el fin de uno de los anhelos de muchas mujeres: la maternidad. 

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Con sus bordados bajo el brazo y un suéter adornado con motivos ornamentales hechos por ella misma, nos recibe en la sede de Penguin Random House en Madrid para conversar sobre el proceso catártico que ha experimentado durante el año de escritura de su recién publicada obra ilustrada. 

Portada Diario de una bordadora.

Portada Diario de una bordadora. Penguin Random House

En esta memoria de una no-maternidad, Ghirardi recuerda que "a medida que se acercaba mi cumpleaños número treinta,

Su infancia, como la de cualquier otra niña argentina de familia acomodada, se desarrolló con normalidad. Y, en conversación con EL ESPAÑOL recuerda que "antes no se cuestionaba si una mujer quería ser madre o no, tanto si se da a luz como si se aborta". "Notas cómo vas creciendo con ese discurso y, evidentemente, quieres serlo".

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023).

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023). Penguin Random House

No obstante, cuenta, se ignoran aquellos casos en los cuales dar a luz no es posible. Este es el fantasma que atormenta a muchas mujeres que quieren ser madres. "Es un palo muy grande", describe Srta. Lylo. "Necesitaba una referente de maternidad que tuviera otro final", añade. 

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Por eso, y aconsejada por su buena amiga Agustina Guerrero, con quien había colaborado en El viaje (Lumen, 2020), decidió aventurarse a escribir su historia con la idea de querer "aportar un granito de arena a un relato que refleje otras realidades y nombrar silencios femeninos en estos temas que son tabú". 

"Yo sabía desde el principio que esto iba a ser terapéutico", confiesa. Y añade que "fue como revisitar informes médicos, talleres de terapia, mirar fotos de esos años y ver que cómo era mi expresión pensando que quería hablar del bordado y de la no-maternidad".

"Una aguja que salva y otra que duele"

La primera vez que Ghirardi intentó tener un bebé con Ariel, su pareja desde su etapa en la universidad, sucedió de manera natural. Fue en octubre de 2007. Ghirardi, llena de ilusión, se lo anunció a sus padres el 20 de ese mismo mes, coincidiendo con el Día de la Madre en su país natal. "¿Cómo iba a imaginar que esos minutos serían el único Día de la Madre que íbamos a compartir con mi mamá casi de igual a igual?", relata en su obra. 

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023).

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023). Penguin Random House

Veinte días después, Ghirardi recibió una llamada que la obligó a apresurarse al hospital. Allí le dieron la noticia: "Lo siento mucho, no hay latido". Siguieron intentándolo de forma natural durante tres años, pero "la regla siempre venía". Al tiempo que estudiaba, fue probando todo tipo de actividades para "aprender a serenarse": terapia gestalt, meditación, tocar el ukelele, running, patinaje, terapias alternativas y la alineación de chakras". 

La iniciación de Ghirardi en el arte del bordado comenzó en esa etapa. En uno de sus muchos paseos de vuelta a su casa tras la terapia pudo ver a través de una puerta cómo bordaban algunas mujeres en una tienda del barrio gótico. "En silencio, muy concentradas, todas con una media sonrisa y la mirada fija en el bastidor", describe en su libro. Eso la animó a apuntarse y asistió a su primera clase en octubre de 2010 en el espacio de talleres Dudúa. 

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023).

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023). Penguin Random House

"El bordado era aquel a quien acudía para descargarme, conectarme y estar acompañada conmigo misma", explica. Era su refugio. Mientras se iniciaba en el bordado, su vida seguía igual. Hasta que llegaron los resultados de sus estudios genéticos. "Translocación cromosomática recíproca equilibrada". Eso fue lo que le diagnosticaron. 

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Esta rémora genética, tal como relata, "ponía en jaque la condición de mujer que yo siempre había proyectado para mí". Se dio cuenta de que el problema era ella. "Fue un momento en el cual notas que no estás a la altura ni de tus expectativas ni las de los demás", explica. Y uno de sus reproches era no ser capaz de hacer padre a su pareja. 

Fue entonces cuando el bordado dejó de ser la única aguja en su vida. Una aguja, la del bordado, "me salvaba", mientras que la otra, la de los tratamientos hormonales, "me dolía", señala Ghirardi. La pareja tiró finalmente la toalla en 2016, tras un tratamiento de donación de óvulos que falló. 

Inventario de una no-maternidad

3 abortos espontáneos (2 con legrados)

1 embarazo ectópico

1 trompa derecha extirpada

3 tratamientos fallidos de fecundación in vitro

3 tratamientos fallidos con ovodonación

Una forma de relacionarse con el mundo

El refugio temporal de Ghirardi terminó convirtiéndose en uno permanente. Porque "no es un pasatiempo, es mi forma con relacionarme con el mundo", afirma convencida. Sintió que quería dedicarse a bordar cuando recibió su primer encargo: una colaboración con la ilustradora Agustina Guerrero. A medida que iba recibiendo encargos, se codeaba con otras mujeres entregadas al bordado y otras disciplinas del mundo craft. 

Incluso llegó a ser miembro de la guerrilla del ganxet, un grupo de bordadoras que desde 2010 hacían suyo el movimiento del yarnbombing transmitiendo mensajes sociales para cambiar la imagen tradicional de las labores manuales. 

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023).

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023). Penguin Random House

"Fui conociendo a otras mujeres en los talleres y como que quería seguir en mi mundo de hilos, me apunté sin dudarlo", señala Ghirardi. Y recuerda dos acciones en las que participó: en una colocaron eslabones en ganchillo en la calzada para pedir al ayuntamiento que pusiera más plazas de aparcamiento para bicis y en otra tejieron unas barbas para animar a los hombres a coser y bordar. 

"Todo cambió cuando vi que apostaban por mí", afirma Ghirardi. Este fue un apoyo que le llegó más allá de su círculo más íntimo. "Me pidieron que hiciera clases presenciales y online de bordado", añade. Desde el principio decidió separar su faceta de diseñadora de la de maestra bordadora. Y se le ocurrió un anagrama acompañado de una de las fórmulas de cortesía más extendidas: Señorita (Srta.) Lylo

Esta suerte de alter ego aparecía "cuando Loly le daba un espacio". "Loly diseñaba en el ordenador y Lylo bordaba en el bastidor", afirma. En 2019 fue cuando decidió cerrar su estudio de diseño y dedicarse plenamente al bordado. "Fue una separación muy dolorosa tras diez años de trabajo", destaca. Por aquel entonces ya contaba con una base de admiradores en las redes sociales, donde cuando podía compartía sus bordados. 

"Al enseñarlos veía que se me daba bien y que tenía un buen feedback". Fue así como se dio cuenta de que "poco a poco eso se estaba transformando en mi modo de vida: lo disfruto y es como mi relación con él afuera". 

Srta. Lylo

Ante la pregunta de si en algún momento la Srta. Lylo invadió el espacio de Loly, la bordadora lo tiene claro: "No, esto nunca llegó a suceder porque siempre ha sido como al principio: Loly le permitía a Lylo estar". Era "autoimpuesto", cuenta. Y, "si Lylo comía de la otra parte, era porque la estaba dejando, no porque la estuviera conquistando". 

Con un libro publicado y algunos encargos de clientes, Srta. Lylo adelanta que el siguiente paso será "montar una exposición con todos los bordados que hice para el libro". Más de la mitad de las creaciones que expone en el libro son nuevas. "Ver las piezas reales no expuestas sería algo muy bonito", confiesa. 

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023).

Interior del libro Diario de una bordadora (Lumen, 2023). Penguin Random House