María Fernández-Miranda, en una foto de archivo.

María Fernández-Miranda, en una foto de archivo. VOCENTO vía Europa Press

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María Fernández-Miranda: "La marca Balenciaga últimamente está rodeada de escándalo, pero él era un hombre discreto"

La autora hace un recorrido por su trayectoria y revela a Magas detalles de su nueva obra, una biografía en homenaje al icónico modista español.

23 noviembre, 2023 02:28

En El enigma Balenciaga (Plaza & Janés Editores), María Fernández-Miranda recrea ocho escenas de la vida del maestro de Guetaria imaginando cómo fueron esos ocho momentos que marcaron un punto de inflexión, ya fuera a nivel artístico o humano, en la vida de Cristóbal Balenciaga. Esta nueva y original biografía del modista español más famoso de todos los tiempos precede a la serie que se estrena a finales de enero de 2024.  

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El enigma Balenciaga es el tercero de los libros de esta mujer alta (mide 1,75 cm) y sonriente, que parece estirar las horas del día como un chicle. Una biografía tras un ensayo y una novela, en los que nos contaba algunos detalles de su vida, desde su lucha por despojar de tópicos a quienes no han podido ser madres hasta su pasión por los perfumes.

Usted nació en Gijón y vive en Madrid. ¿Asturias, patria querida?

¡Siempre! Allí tengo mis raíces, es la tierra donde vive mi familia y el lugar al que siempre vuelvo.

Cuéntenos algo de su infancia, para conocerla de forma más personal, antes de entrar en materia... 

Soy la mediana de tres hermanas. Mis veranos de la infancia están asociados a la playa de San Lorenzo de Gijón. Yo me los pasaba dentro de la caseta que tenía mi familia en el arenal, leyendo los libros de Enid Blyton que me compraba con la paga.

¿Es usted familia de Torcuato Fernández-Miranda y Hevia? (1915–1980), el político y jurista español, considerado como uno de los artífices de la transición, que fue presidente del Gobierno interino en 1973, tras el asesinato de Luis Carrero Blanco y hasta la asunción de Carlos Arias Navarro?

Sí. Torcuato era hermano de mi abuelo paterno, Evaristo. En mi familia siempre nos hemos referido a él como "tío Tato". Murió cuando yo era pequeña, así que no le recuerdo. En los tiempos políticos que vivimos, creo que sería interesante recordar su ejemplo. A todos los que quieran profundizar en su figura les recomiendo el libro El guionista de la transición, escrito por mi primo Juan Fernández-Miranda.

Entonces, el título nobiliario de duque de Fernández-Miranda pertenece a alguno de los miembros de su familia…

Sí, el Ducado de Fernández-Miranda lo ostenta actualmente uno de los hijos de Torcuato, Enrique, que es primo de mi padre y por lo tanto tío segundo mío.

¿Crecer en esa familia, digamos peculiar, la marcó de alguna manera…?

Bueno, es que yo creo que mi familia es bastante normal... El apellido únicamente me ha marcado en el sentido de que, desde muy joven, he tenido curiosidad por leer acerca del periodo de la Transición.

Tras licenciarse en Periodismo por la Universidad de Navarra, inició su carrera profesional como redactora de información local en el periódico La Nueva España (Editorial Prensa Ibérica). ¿Siempre quiso ser periodista? Porque creo que hay alguno en su familia..

Yo siempre, desde muy pequeña, quise ser escritora. Estudié Periodismo porque era una carrera en la que había que leer y escribir mucho, que básicamente son mis dos grandes aficiones. Fui muy feliz en el campus de la Universidad de Navarra en Pamplona, al que he regresado recientemente para impartir clases en el Programa en Comunicación de Moda. 

Durante los veranos hacía prácticas en el periódico La Nueva España y al acabar la carrera me quedé allí seis años; fue la mejor escuela que pude tener. Entre los Fernández-Miranda ganan por goleada los que se han dedicado a carreras relacionadas con el Derecho, así que soy la 'oveja negra' junto a mi primo Juan, al que me he referido antes. Él ocupa actualmente el cargo de adjunto al director y jefe de Nacional en el periódico ABC.

Siempre a la búsqueda de desafíos, de ahí saltó al mundo de las revistas femeninas: fue redactora en Marie Claire, directora de Belleza en Yo Dona y Elle, y subdirectora en Cosmopolitan. ¿Para cuándo esa novela al estilo El demonio viste de Prada pero a la española?

En 2021 publiqué una novela, El verano que volvimos a Alegranza, en la que la protagonista es editora en una revista de moda. Ese libro no es exactamente como El demonio viste de Prada, pero sí tiene algunas similitudes, pues aparece una redacción de una revista de moda aunque sea de manera secundaria.

Se declara "una fanática de los libros, los viajes, los cosméticos y los perfumes", ¿por ese orden?

¡Los perfumes van antes que los cosméticos! Me gustan, en general, todas aquellas cosas que transmiten belleza. En eso coincido con el escritor Manuel Vilas, a quien entrevisté hace unos meses y me contó su obsesión por los objetos bonitos.

Confiésenos tres de sus perfumes favoritos fresquitos y tres más intensos, para que haya para todos los gustos…

En el apartado de perfumes frescos, elegiré estos: Boy, de Chanel, que huele a lavanda y geranio, y lleva el nombre del gran amor de Coco, Boy Capel; Eau de Toilette de Verbena, de L’Occitane, un básico que todos deberíamos tener en el cuarto de baño a modo de fondo de armario; y Herba Fresca, que pertenece a la maravillosa colección Aqua Allegoria de Guerlain. 

En cuanto a los intensos: Datura Noir, de Serge Lutens, un perfume cremoso y extraño; Portrait of a Lady, de Frederic Malle, una mezcla bestial de rosa, sándalo e incienso, y Opium Pour Homme de Yves Saint Laurent, especiado y exótico. Tengo que aclarar que no creo en la distinción entre perfumes masculinos y femeninos; es como decir que hay libros para hombres y libros para mujeres. 

Tengo que aclarar que no creo en la distinción entre perfumes masculinos y femeninos; es como decir que hay libros para hombres y libros para mujeres.

¿Hay algún secreto de belleza que le quede por descubrir?

Seguro que sí, ¡siempre hay cosas nuevas que aprender!

Por favor, díganos un truco para estar guapa que a usted nunca le ha fallado…

Darme un brochazo de colorete Orgasm, de Nars.

Es usted autora también del libro de ensayo No madres. Mujeres sin hijos contra los tópicos, de la editorial Plaza&Janés. En él, junto a otras mujeres, explica por qué no son madres "con la esperanza de que un futuro cercano ninguna mujer tenga que dar explicaciones al respecto". ¿Ha llegado alguna vez a ser insoportable tener que explicar y explicarse?

Sí. Sólo hay dos razones por las cuales una mujer no tiene hijos: o no puede, o no quiere. Y, en ambos casos, se trata de un asunto muy íntimo que no deberíamos tener que estar explicando todo el rato.

No madres incluye los testimonios de personajes como Rosa Montero, Maribel Verdú, Alaska, Mamen Mendizábal, Inka Martí o Sandra Ibarra, entre otras. ¿Cuál de ellos le pareció más impactante? 

Todas fueron maravillosas y siempre les estaré agradecida por haber participado en este libro de manera tan generosa. Pero quizá la que más me emocionó fue la galerista Soledad Lorenzo porque, cuando la entrevisté, ella ya tenía 80 años, o sea que hablaba desde la experiencia, y, cuando me despedía de ella, me dijo: "Vas a ser muy feliz sin hijos".

Eso es algo que nadie te dice, cuando no eres madre todo el mundo te machaca con lo que te pierdes (que, obviamente, son muchas cosas), pero nadie te cuenta lo que ganas (¡y también son muchas cosas!).

En 2017, año de su publicación, provocó un amplio debate en los medios de comunicación y las redes sociales en torno al tema de la no maternidad, y la invitaron a impartir una charla TEDx que ya ha superado las 200.000 visualizaciones en YouTube. ¿Estaba preparada para ello o le pilló en cierto modo por sorpresa?

Yo me quedé muy sorprendida con el eco tan espectacular que tuvo el libro. A día de hoy, se sigue vendiendo: acaba de salir la cuarta edición. Ha sido muy gratificante recibir cientos de mensajes de mujeres que me cuentan que mi libro les ha ayudado a sentirse menos solas.

Tras estallar la guerra de Ucrania, escribía usted en esta revista Magas de EL ESPAÑOL que el conflicto bélico había traído de nuevo a la actualidad "la cuestión delicadísima de lo que unos llaman gestación subrogada y otros vientres de alquiler".  

En dicho artículo, titulado Ni tú ni yo tenemos derecho a ser madres, pero sí a que dejen de hacernos preguntas, contaba cómo, a lo largo de cuatro años, se sometió a siete fecundaciones in vitro, todas ellas fallidas.  

Y escribía: "Conozco de primera mano el dolor de no poder concebir un bebé, que la gestación subrogada (o como se quiera llamar; sinceramente, el término me importa poco) es en mi opinión inaceptable". Es usted una mujer valiente y de convicciones profundas...

No soy especialmente valiente. Pero sí creo que el hecho de que yo no haya podido tener hijos no justifica que me aproveche de las circunstancias adversas de otra mujer. Tener hijos no es un derecho, es un deseo. Y en la vida no todos nuestros deseos se cumplen: hay que aceptarlo y seguir adelante. Siempre se dice que no tener hijos es egoísta; a mí lo que me parece egoísta es pretender tenerlos a toda costa.

En el mismo artículo añadía: "Si no me hubiera tocado una jefa que me pedía que la cubriera en todas sus cenas de trabajo porque ella debía atender a sus dos hijas y yo, total, qué tenía que hacer a las nueve de la noche si en mi casa no había prole a la que alimentar". ¿Siguen quedando muchos tópicos que derribar, sobre este tema, en nuestro país?

Sí. Cada vez que se habla de conciliación, suele ser en relación con el cuidado de los hijos. Todos tenemos derecho a conciliar, ya sea para ir a dar la merienda a los niños o a tomarse una cerveza.

Todos tenemos derecho a conciliar, ya sea para ir a dar la merienda a los niños o a tomarse una cerveza.

En 2021 publicó la novela que nos comentaba antes, El verano que volvimos a Alegranza, también con Plaza&Janés, que a los dos meses de salir a la luz alcanzó su tercera edición. Es una novela "atravesada por la memoria olfativa y bañada por la luz de Asturias". ¿Qué importancia tiene esa memoria olfativa en su propia vida?

Mi memoria olfativa me lleva al mar o al “prao” recién segado. No somos conscientes del poder del olfato. Dicen los expertos que no olemos con la nariz, sino con el cerebro.

Según ha declarado, "llevaba un par de años rondándome la cabeza y finalmente acabé de pergeñarla durante el interminable confinamiento de 2020". ¿Dónde pasó el 'encierro'? Usted, que no para, además de escribir el libro, ¿también se dedicó a hacer pan y yoga?

No sé ni freír un huevo, así que no, no hice pan. Yoga sí que lo practiqué, con los vídeos de Xuan Lan. Pasé el confinamiento en una casa que tienen mis suegros en Asturias, con mi marido. En teoría nos fuimos a teletrabajar un par de días, pero luego se precipitaron los acontecimientos, cerraron Madrid… y nos acabamos quedando cuatro meses. Yo hacía mi jornada laboral y, al terminar, me ponía a escribir. Fue la mejor manera de evadirme de todo lo que estaba sucediendo. Fuimos unos privilegiados.

En sus propias palabras, El verano que volvimos a Alegranza cuenta "historias sobre secretos familiares y segundas oportunidades; si le produce curiosidad el proceso de creación de un perfume; si le gustan las tramas ambientadas en escenarios tan evocadores y dispares entre sí como París y la costa asturiana… entonces probablemente le enganchará (ojalá sea así)". Apasionante, ¿para cuándo la película o la serie?

Uy, ¡ya me gustaría! La actriz Miriam Giovanelli, que es amiga mía, ya se ha ofrecido a encarnar el papel de Leandra, la protagonista. Así que, si nos lee algún directivo de Netflix, HBO o Disney+, ¡que me llamen!

He leído que "Alegranza es una casa que no existe y toma su nombre de un islote canario (este sí, real)". Pregunta inevitable, ¿cuánto hay de autobiográfico y cuánto de inventado?

Efectivamente, esa casa no existe. O no existía hasta ahora: mi marido y yo estamos rehabilitando una casa en Asturias a la que hemos puesto el nombre de Alegranza.

Y ahora, se atreve a intentar arrojar un poco de luz sobre el diseñador más famoso de todos los tiempos y, a la vez, el más misterioso, hermético y críptico de la historia de la moda… Sea sincera, ¿le dio vértigo aceptar la tarea?

Mucho. De hecho, me parecía una osadía por mi parte escribir acerca de Cristóbal Balenciaga, pero me convencieron David Trías y Virginia Fernández, de Plaza&Janés.

A diferencia de Coco Chanel, que era maestra en promocionarse a sí misma, dice usted en el libro que Cristóbal Balenciaga "quería que se hablara de su moda, no de él". Son, como bien explica usted, dos estilos muy diferentes que hoy continúan: el diseñador celebrity, encantado de conocerse, y el alérgico a los focos, que se siente más a gusto en el silencio del taller…

Cristóbal Balenciaga decía que no quería que se hablara de él, sino de su creación. Hoy casi todos (me incluyo) estamos demasiado volcados en gestionar eso que se ha dado en llamar "marca personal"; a menudo pasamos más tiempo hablando de nosotros mismos en Instagram que haciendo cosas realmente interesantes.

Cuenta usted también, cómo, a pesar de lo diferentes que eran, Chanel y Balenciaga comparten haber escapado de un destino que los abocaba a la pobreza y a una vida durísima y que, por tanto, ambos carecían del pedigrí que hacía falta para entrar en el mundo de la moda entonces. Y, sin embargo, ambos lograron entrar en el Olimpo de los dioses de la alta costura…

Es fascinante pensar cómo una niña abandonada en un orfanato y un niño nacido en un pueblo español de pescadores acabaron triunfando a lo grande en París. Ellos son la prueba de que podemos convertirnos en los artífices de nuestro destino.

Recoge esta frase de Diana Vreeland en sus memorias: "Una mujer vestida de Chanel allá por los años veinte y treinta –al igual que una mujer vestida de Balenciaga en los años cincuenta y sesenta– tenía solemnidad, autoridad, algo que iba más allá de la cuestión del gusto" pero ¿en los cuarenta no estaba Balenciaga en su apogeo? 

Portada de 'El enigma de Balenciaga'

Portada de 'El enigma de Balenciaga'

Él tuvo éxito desde muy pronto, abrió su primera casa de costura en San Sebastián con sólo 22 años. Pero fue a partir de los años cincuenta cuando concibió sus mejores obras: las siluetas túnica, saco, el baby doll… 

El diseñador Fernando Lemoniez, que presta su testimonio a El enigma Balenciaga, me contó que en su opinión la mejor colección fue la del otoño-invierno de 1967. Y Rosa Clará opina que el vestido de novia más excepcional que hizo Balenciaga fue uno también fechado en 1967.

Según comenta en el libro Sonsoles Díez de Rivera, a Balenciaga le horrorizó ver que otras personas diseñaban para Dior o Chanel tras las muertes de estos, en 1957 y 1971 respectivamente: «A menudo decía: "Cuando yo muera, Balenciaga se acaba. Balenciaga soy yo y nadie puede firmar con el nombre de Balenciaga"». 

Así es. Cuando murió Dior, Yves Saint Laurent se puso a diseñar en su nombre, y a Cristóbal aquello le pareció terrible. Él quería que su nombre muriera con él.

¿Qué cree que habría pensado el modista del trabajo de sus sucesores? Michael Goma (que lanzó sin exito una colección de prêt-à-porter y estuvo al frente desde finales de los 80 hasta 1992); Josephus Melchior Thimister (a cargo de la dirección hasta 1997); Nicolas Ghesquière (de 1997a 2012) y Alexander Wang (2012-2016).

¡No tengo ni idea! Lo único que sé es que, como he dicho antes, él no aprobaba que otros diseñaran usando su nombre.

Usted que, como afirma en el libro, ha llegado a conocerlo tanto que se ha enamorado o encariñado con Cristóbal Balenciaga, ¿qué cree que habría pensado el modista del trabajo del actual director creativo de su firma, Demna Gvasalia?

Creo que Demna Gvasalia, al igual que Cristóbal Balenciaga, es un visionario. Pero la marca Balenciaga ha estado últimamente rodeada de escándalo, y no podemos olvidar que él era un hombre muy discreto…

[El día que Balenciaga vendió su alma al diablo]

Uno de los pasajes habla de sus clientas habituales, "las balenciagas", en su mayoría de la jet set internacional, y cómo llegaban a encargar el mismo vestido en tres colores diferentes, como la multimillonaria Barbara Hutton, o 150 del tirón como Mona Von Bismark. O Claudia Heard de Osborne, que pidió que la enterraran con un balenciaga para que el modista pudiera reconocerla cuando se encontraran en el Más Allá… 

Pero no sólo las aristócratas y las actrices internacionales vestían de Balenciaga: también muchas españolas que encargaban su vestuario a los talleres de Madrid, Barcelona y San Sebastián. Las prendas que salían de dichos talleres llevaban la etiqueta de EISA, que hace referencia al apellido de la madre de Cristóbal, Martina Eizaguirre (en euskera, la zeta se pronuncia como ese).

Para intentar descifrar la personalidad de Cristóbal Balenciaga, ha contado usted también con la colaboración del actor Alberto San Juan, que interpreta al creador vasco en la serie que prepara Disney + y que se estrena el próximo 19 de enero de 2024.

Sí. Creo que Alberto San Juan y yo hemos tenido una experiencia similar: él se ha metido en la piel de Balenciaga para interpretarlo; yo, para narrar lo que vivía o sentía. Y ambos hemos acabado enamorados de él.

¿Qué es, de todo lo que ha descubierto durante el tiempo que ha estado investigando, lo que más le ha llamado la atención del "enigma Balenciaga"?

Su búsqueda incansable de la excelencia. Era capaz de deshacer un vestido ya terminado si percibía en él el más mínimo error.

Actualmente dirige usted Welife, la plataforma de Vocento dedicada al bienestar y la sostenibilidad, "para contribuir al mensaje de que todos debemos cuidar más de nosotros mismos y del planeta". ¿Qué le ha aportado este nuevo reto que su anterior etapa no hiciera?

Es una nueva manera de hacer periodismo, basada en lo digital y en las experiencias presenciales, y prescindiendo del papel. Lo que más me gusta de WeLife es que se trata de un proyecto con propósito, porque tratamos de ayudar a nuestros lectores y seguidores a que tengan una vida más consciente y feliz.

Cuenta en El enigma Balenciaga que, recientemente, viajó a una eco-farm a las afueras de París para descubrir cómo se elaboran los productos de Ulé, la nueva marca del grupo Shiseido que defiende la "belleza consciente". ¿Podría explicarnos qué es esa belleza consciente?

Una belleza que hace que nos sintamos bien en nuestra propia piel y que no descuida el respeto al planeta, con el uso de envases reciclables, de ingredientes obtenidos en cultivos sostenibles... Creo que la cosmética del futuro va a ir en esa línea.

Decía Séneca: "En los viajes habituales hay caminos señalizados y, si tenemos dudas, podemos preguntar a los viandantes. En cambio, en el itinerario que conduce a la felicidad, encontrarnos entre mucha gente no es señal de que vayamos bien encaminados: todo lo contrario, significa que nos hemos confundido de carretera". ¿Cree que Cristóbal Balenciaga fue feliz? ¿Cuándo?

Supongo que tendría momentos de felicidad, pero también vivía atormentado, porque trabajaba mucho y su perfeccionismo era tal que le generaba mucha insatisfacción. En una de las dos únicas entrevistas que concedió a lo largo de toda su vida dijo que la vida de diseñador era una "vida de perros".

Balenciaga vivía atormentado, porque trabajaba mucho y su perfeccionismo era tal que le generaba mucha insatisfacción.

Porque en la foto junto a Vladzio se le ve radiante pero, aunque en París vivían más libremente su relación, en España era imposible...

Las fuentes que he consultado señalan que llevaba su vida privada de manera muy discreta. Me imagino que experimentaba una permanente contradicción, porque convivía con un hombre y al mismo tiempo era muy religioso. Yo he tratado de abordar esa parte desde el máximo respeto.

Usted que ha leído la mayoría de las biografías nacionales e internacionales que sobre Balenciaga se han escrito hasta la fecha, ¿en cuál de ellas cree que se acercan más al verdadero?

Hay un libro fundamental para entender sus orígenes: Cristóbal Balenciaga. La forja de un maestro (1895-1936), de Miren Arzalluz. Esa publicación aborda toda su etapa española, desde su nacimiento hasta su traslado a Francia con el estallido de la guerra civil. Al final de mi libro he incluido una bibliografía comentada, para todos aquellos que quieran seguir rastreando la huella del modista.

Sí, pero entre los dedicados a Balenciaga y los que hablan de Chanel, de Dior, de Carmen Díez de Rivera o la industria de la moda, hay 35 referencias, por eso le preguntaba si podía decirnos, además del de Miren Arzalluz, que es el gran libro de referencia sobre el modista, algunos que le hayan sorprendido especialmente o en el que haya descubierto algo que le haya hecho especialmente feliz…

Me parece maravilloso el libro que dedicaron a Balenciaga Marie-Andrée Jouve (quien fuera la jefa de sus archivos) y la periodista Jacqueline Demornex. Es una joya; tiene fotografías reproducidas a altísima calidad en las que es posible apreciar al detalle los tejidos de las prendas de Balenciaga. Lamentablemente, es difícil conseguir hoy en día este libro sin gastarse una fortuna. Para mi investigación, yo utilicé un ejemplar que me prestó la periodista Lola Gavarrón, a quien estoy muy agradecida por su generosidad.

Dice usted en su perfil de LinkedIN: "Me gusta contar historias, sea cual sea el formato". ¿Qué otros formatos le gustaría explorar?

Me gusta hacer entrevistas, redactar artículos, escribir libros, grabar podcasts, presentar eventos… ¡y estoy abierta a todo lo que me depare el futuro en el plano profesional!

Por favor, díganos algo de usted que no sepa mucha gente…

Decidí que quería ser escritora el día que leí Mujercitas. De pequeña soñaba con ser como Jo March.

¿Hay alguna pregunta que no le haya hecho y que le gustaría responder?

Me parece una entrevista completísima y ¡no quiero aburrir a los lectores hablando tanto sobre mí!