Lola Higueras, la primera arqueóloga subacuática de España.

Lola Higueras, la primera arqueóloga subacuática de España.

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Lola Higueras, primera arqueóloga subacuática de España: "He sido pionera en un mundo de hombres"

La primera buzo española recibe el premio MadBlue Cinco Océanos por su divulgación de la historia del patrimonio marítimo español desde el Museo Naval.

10 mayo, 2023 02:17

Lola Higueras (Madrid, 1945) llega a pie a la calle Marqués de Valdeiglesias donde tiene lugar la entrevista. Ha aparcado en la calle Montalbán, al lado de su querido Museo Naval. Desde esta institución, presentándose por todo el mundo como “Lola Museo Naval, americanista e historiadora naval”, ha dado a conocer las gestas de la navegación española desde el siglo XV hasta el XIX. 

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Autora de numerosísimos libros, publicaciones y conferencias, Lola Higueras ha sido la primera arqueóloga subacuática de España. El almirante Julio Guillén pensó en ella para liderar dentro del Museo Naval una unidad absolutamente pionera de arqueología subacuática. Como en la Armada no admitían mujeres, se formó como buceadora de primera categoría con un empresario amigo del almirante. 

A las dos cruces al mérito naval y numerosos premios añade otro, el MadBlue Cinco Océanos por su divulgación de la historia del patrimonio marítimo español. Los otros cuatro galardonados son Lorenzo Milá, Carlos M. Duarte, Theresa Zabell y José Manuel Ballesteros. 

Lola Higueras en un momento de la entrevista con MagasIN.

Lola Higueras en un momento de la entrevista con MagasIN.

Desde que se jubiló no ha parado. Ha dado a conocer la gesta de Elcano por muchas de las delegaciones del Instituto Cervantes. Pronto presentará un libro sobre las mujeres españolas que, desde el siglo XVI, fueron a América. Elogio su vitalidad y su lucidez. Nunca se sabe, me dice. “La última entrevista que hizo Sánchez Dragó fue a mí. Estaba en plena forma y con muchos proyectos.”

¿Es España el país con mayor número de pecios del mundo?

Probablemente sí. España fue el gran imperio marítimo del siglo XVI y del XVIII. Esas navegaciones abarcan el Atlántico y el Pacífico. Tenemos pecios prácticamente por todo el mundo. También en la costa española, lógicamente.

En 40 años de vida profesional en el Museo Naval, usted ha logrado reunir y documentar 2000 expedientes de naufragios españoles.

El problema más importante siempre ha sido la disyuntiva de si documentar para facilitar el acceso a personas no convenientes como los cazatesoros, o documentar para conocer y proteger las zonas más importantes. Yo siempre he militado en esa segunda opción. 

Sabemos que grandes empresas de piratas cazatesoros tenían documentalistas a sueldo en los grandes archivos: Archivo General de Indias, de la Marina y Simancas. A pesar de que los conocíamos no podíamos impedirles el acceso porque es público.

¿Fue usted la primera arqueóloga subacuática de España?

Yo era muy aficionada a la mar y muy buena nadadora. Nada más entrar en el Museo Naval, el almirante Guillén, que era una leyenda, me propuso formarme como buceadora. 

Fue una aventura apasionante. Se fundó un Instituto Histórico Arqueológico Subacuático y ahí empecé yo mi actividad. En ese momento la Armada tenía muchas competencias en el patrimonio sumergido.

¿Ha tenido dificultades por ser mujer? En el centro de buceo de la armada no admitían mujeres…

He sido pionera, pero agredida por mi condición de mujer, nunca. Me he movido siempre en un mundo de hombres. La Armada es un mundo de hombres. En el museo fueron entrando mujeres. 

El mundo submarino era 100% de hombres: los que trabajaban en las plataformas, en el cableado submarino, los coraleros, los pescadores de esponjas… Yo fui acogida con respeto y compañerismo y me ayudaron mucho. Les pedía que me avisaran cuando vieran algo que podía ser un pecio, un campo de ánforas…

Lola Higueras durante la conversación con MagasIN.

Lola Higueras durante la conversación con MagasIN.

¿Por qué es tan difícil, a pesar de la extensa documentación, hallar los pecios? 

Tanto la documentación de los Austrias como la de los Borbones es muy prolija y los expedientes de hundimiento son muy exactos, pero hasta bien entrado el XVIII con el descubrimiento del cronómetro marino no hubo posibilidad de medir la longitud. Sí la latitud por la altura de los astros. Y sin una referencia de tierra, el cálculo de la longitud puede variar en varios grados. 

Ahora ha cambiado mucho con las nuevas técnicas, pero la excavación sigue siendo cara y complicada. Afortunadamente, la convención de la Unesco para proteger el patrimonio sumergido ha logrado desincentivar a algunos cazatesoros, aunque hay muchos países como Filipinas y Colombia que no lo han firmado y, por tanto, no reconocen el derecho de bandera.

Sí lo ratificó EEUU. Por eso España, que ya había ganado dos litigios en este país, volvió a ganar el caso del buque Nuestra Señora de las Mercedes. Se recuperó mucho, pero los cazatesoros escamotearon una parte al principio. La llevaron a Gibraltar y se perdió el rastro. 

¿Cuántos barcos fueron hundidos por la piratería?

Un porcentaje importante, con los ingleses a la cabeza. Lo llamaban patente de corso, que tenía su carta oficial por parte del gobierno, pero era pura piratería.

España tuvo que cambiar su sistema de tráfico marino con América y Manila. Creó flotas protegidas con buques armados en lugar de que cada barco saliera en su momento. Fueron 3 siglos de navegación de gran éxito. Es sin duda, la primera gran globalización de oriente-occidente.

¿Cómo fueron los inicios de la navegación a América?

La navegación medieval y la de Portugal era de cabotaje, con tierra a la vista donde se podían aprovisionar de agua y víveres. Para la navegación oceánica hubo que cambiarlo todo. Los sistemas de orientación porque no tenían tierra de referencia, la instrumentación científica, la construcción naval, la protección del casco de madera, la cartografía… Se desarrollaron sistemas de buzos que he investigado por mi condición de buzo e inventos para alcanzar las mercancías que se hundían.

La Casa de la Contratación, creada a principios del XVI, va a ser el gran emporio que organice todo el tráfico marítimo, que coordine la legislación de colosal importancia  y todo el desarrollo tanto tecnológico como científico. Ningún país hizo lo que hizo España en el XVI.

¿Cómo eran las condiciones de navegación de los primeros viajes oceánicos?

Una navegación en condiciones muy precarias. Iban hacinados en buques pequeños con arboladuras que no podían ceñir. Los alimentos se corrompían y surgió el escorbuto. Tenían que poner las velas a modo de bolsas para conseguir agua potable. 

La aventura de América es de unas proporciones impresionantes. La conquista se realiza en un periodo muy corto y con muy poca gente. Los grandes imperios americanos son muy desarrollados desde el punto de vista astronómico, pero brutales. Lo mismo en México como en Perú, un grupo pequeño de españoles capitanearon una gran rebelión indígena para sacudirse el yugo de estos imperios.

España se desangró materialmente en América creando infraestructuras impresionantes. 21 universidades entre los siglos XVI y XVII. Grandes ciudades con el urbanismo más avanzado. México alcanzó un desarrollo tan importante que, a finales del XVI, fue la capital del mundo hispánico, nexo del comercio entre el tráfico del galeón de Manila y Europa.

¿Qué importancia tiene la primera circunnavegación?

Muchísima. Abre enormes posibilidades al comercio y a la comunicación entre los distintos pueblos. Que la tierra era redonda era un hecho en el mundo científico, pero se constata. Hay que recordar que el objetivo de la expedición que pilota Magallanes no era dar la vuelta al mundo, sino abrir una ruta a las Molucas, las islas de las especias.

Cuando muere Magallanes en Filipinas, hay una reorganización de mandos. Están perdidos en ese mar de islas del Índico. No saben dónde están las Molucas. Es cuando la personalidad de Elcano aflora como uno de los grandes marinos del momento. Consigue llegar a la Molucas, pactar con los reyezuelos el tráfico de las especias para España y cargar los dos únicos buques que quedan, la Trinidad y la Victoria.

¿Qué sucede con las dos naves?

Cuando van a salir con todas las especias, hay una reunión entre capitanes y tripulación, que era el modo de proceder español. Magallanes ni consultaba ni informaba. Elcano propone ir por el camino portugués que estaba vetado por el rey. Los buques están en muy malas condiciones. Espinosa que está al mando de la Trinidad, el barco de Magallanes, intenta volver hacia Panamá. 

La Trinidad no logra alcanzar el Pacífico y retorna por el camino portugués, donde es apresado y desguazado. Dos supervivientes llegan a España años después. Elcano evita el norte para no ser atrapado por los portugueses y va por el sur, por los 40 rugientes, que es una de las zonas más terroríficas de navegación del planeta. Remonta el cabo de Buena Esperanza y con la Victoria cargada llega a Sanlúcar de Barrameda. 

Sabe de la importancia de la gesta. En seguida le escribe al rey: “Lo primero, Señor, de todas estas grandezas es que hemos redondeado la tierra.” Tanto la navegación del Pacífico como el hecho de dar la vuelta al mundo son importantísimos.

Pasemos al siglo XVIII. Usted ha estudiado a fondo la expedición Malaspina-Bustamante. ¿Es la empresa científica más importante del siglo?

Sin lugar a dudas. Mi gran especialidad ha sido la marina ilustrada. Cuando entré en el Museo Naval, aparte de la iniciación temprana en el buceo y el patrimonio sumergido, mi primera labor fue la catalogación del fondo de la expedición Malaspina-Bustamante que duró 10 años. 

Hicimos un catálogo de 3 volúmenes. A la par, lo divulgamos, sobre todo Luisa Martín Merás, especialista en cartografía, y yo en lo demás, hasta que la comunidad científica reconoció que la expedición de Malaspina fue la más importante del siglo.

¿Cuál era la finalidad de expedición?

Después de unas reformas fabulosas con la entrada de los Borbones, España vuelve a ser la primera potencia marítima mundial. La expedición fue patrocinada por la corona, para tener un estado de la cuestión total del mundo americano y del Pacífico. Llegará hasta Australia y Alaska, a la par que levantaban cartografía moderna y buscaban el famoso paso entre el Atlántico y el Pacífico que todos los países anhelaban. 

La encuesta es de unas proporciones increíbles, desde el pueblecito más pequeño hasta la gran ciudad. La corona dio orden a todos los virreinatos para que se les franquearan todos los archivos, incluso los secretos. Ningún otro país tiene una información así, pero en España se ha despreciado olímpicamente. 

Aparte de las dotaciones, fueron los más grandes marinos de la ilustración española. Con ellos geógrafos, astrónomos, cartógrafos, científicos, especialistas en territorios y minerales, botánicos, zoólogos y los dibujantes italianos más importantes.

¿Qué sucede cuando la expedición vuelve a España?

Cuando sale, todavía España es una gran potencia, pero es el año de la Revolución francesa. La España a la que vuelve es muy distinta. Le economía está en decadencia, el mundo revuelto y la monarquía amenazada. Es una corte de mesa camilla con Godoy a la cabeza haciendo unos pactos extraños. 

Malaspina trae un mensaje muy crítico sobre la administración de España en América y, entre otras cosas, propone liberalizar el comercio americano. Godoy lo encarcela en el castillo de San Antón en La Coruña y todos los documentos de la expedición se confinan en la Secretaría de Marina. Un año y pico después, Bustamante solicita su publicación. Se ha levantado el veto, pero ya no hay recursos. Sólo se publicará lo más importante, como la cartografía.

Luego, en Trafalgar, mueren los mejores marinos ilustrados, la Guerra de la Independencia arruina el país y la vuelta al absolutismo provoca la emigración de las mentes más lúcidas y liberales, muchos marinos que podían haber alentado otro pensamiento en España.

Usted se queja del desconocimiento que hay en España de las gestas. 

Sí. Tenemos los archivos más importantes del mundo relativos al descubrimiento y a la navegación del mundo, pero no hay suficiente publicación ni difusión de lo que hemos hecho, al contrario de franceses e ingleses. 

La primera difusión importante de las grandes empresas españolas se pivota siendo yo directora de la serie “Ciencia y mar”.  Juan Carlos Luna, de la editorial Lunwerg, quiso entrar en esa aventura que no era económicamente buena pero sí muy prestigiosa. 

Fue un corpus importantísimo que además se tradujo al inglés. Si no publicas en este idioma no existes. Entonces empezamos a estar en las grandes síntesis. Porque los que las escriben lo hacen a partir de libros publicados, no consultan archivos. No es mala voluntad ni nada, es falta de información.

¿Qué proyecto tiene ahora?

Estoy escribiendo un libro sobre lo que supone la llegada de cientos de mujeres de toda condición para el poblamiento del nuevo mundo a partir del XVI. Intervienen en todo: la conquista, los descubrimientos, la administración a un nivel alto, pero sobre todo son la tierra madre del criollismo. Los temas relacionados con la mujer tienen ahora mucho protagonismo, pero es una inquietud mía antigua.

Acaba de recibir el premio Cinco Océanos.

Me hace especial ilusión porque el océano ha sido mi vida. La historia del hombre a través del mar: la navegación ha tenido algo heroico y maravilloso. Esa ha sido mi vida sobre el mar.

Y luego mi vida bajo el mar. No solo el patrimonio sumergido, sino la vivencia personal, física y espiritual. Con un pequeño movimiento, una respiración, te manejas en ingravidez. Y ese silencio rumoroso, con vida... Es un medio hostil a nuestra fisiología.