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Estilo de vida

Marta Ortega, farmacéutica, sobre cómo usar la Nivea de la lata azul a los 50 años: "Hay que calentarla con las manos"

La fórmula de esta crema cuenta con dos ingredientes esenciales: la glicerina, encargada de retener agua en la piel, y pantenol, un activo calmante.

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A los 50 años, la piel empieza a hablar un lenguaje distinto. Las arrugas, las líneas de expresión y la aparición de bolsas u ojeras son señales de que el paso del tiempo empieza a hacerse visible. En este proceso, la superficie cutánea pierde elasticidad, grosor y se vuelve más propensa a la sequedad y la irritación.

Durante esta etapa, es habitual sentir que a la piel no le funciona cualquier producto, sino que reclama nutrición, texturas y fórmulas que, además de hidratar, no resulten agresivas ni demasiado ligeras, sino capaces de crear una sensación de protección inmediata. Es en este escenario donde aparece la mítica crema Nivea de lata azul.

Este icono, infalible en prácticamente todos los hogares de España, ha sido el secreto de belleza de miles de mujeres a lo largo de los años. Para entender por qué y cómo sacarle el máximo partido a esta edad, la farmacéutica Marta Ortega ha confesado a InStyle los secretos de su permanencia y su correcta aplicación.

La crema Nivea a los 50

De acuerdo con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las arrugas "son la huella que dejan en la piel las contracciones musculares repetidas y pueden ser finas o profundas, dependiendo de si tienen menos o más de un milímetro de profundidad".

Se trata de una consecuencia inevitable del envejecimiento; sin embargo, existen factores que contribuyen a acelerarla, como no usar protección solar o fumar, o a ralentizarla, como es el caso de darle a la piel una hidratación regular y elegir los productos más eficaces para ello.

Uno de los productos que lleva años consolidándose como el más eficaz es, precisamente, la crema Nivea de lata azul. Según confiesa la farmacéutica y fundadora de la marca de nutricosmética MLAB, la clave de esta crema está en su formulación.

Ortega explica que la fórmula de esta crema cuenta con dos ingredientes esenciales: la glicerina, encargada de captar y retener agua en la piel, y pantenol, un activo conocido por su acción calmante.

Es esta base sencilla la que la convierte en una aliada hidratante que funciona tanto para recuperar la elasticidad perdida como para ofrecer alivio inmediato en momentos de irritación o sensibilidad. Todo ello, a un precio que hoy en día es muy difícil de conseguir.

A partir de los 50 años, la piel se vuelve más frágil debido a la disminución de la producción de colágeno, la pérdida de grasa subcutánea y la ralentización de la renovación celular en la piel, además de cambios en la densidad ósea y la fuerza muscular.

Montaje.

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Una de las grandes ventajas de la crema Nivea es que "no contiene conservantes", explica Ortega, lo que hace "que sea muy bien tolerada y que pueda usarse en pieles reactivas o sensibilizadas".

Este tipo de crema, que evita ingredientes agresivos, ofrece beneficios como una menor probabilidad de alergias, mayor eficacia debido a una mayor concentración de ingredientes activos, y un cuidado más suave y respetuoso con la piel madura y delicada.

Su textura rica responde, además, a las necesidades de las pieles secas o deshidratadas, que a partir de los 50 suelen necesitar ese plus de confort. No es una crema ligera y ahí reside parte de su encanto y eficacia: crea una película protectora que ayuda a evitar la pérdida de agua transepidérmica, dejando una sensación de nutrición intensa.

Es precisamente este grosor el que hace que las pieles grasas la descarten "solo con verla". Un motivo que, para la farmacéutica, tiene sentido: su composición densa puede resultar oclusiva en pieles grasas o mixtas, favoreciendo la aparición de granitos o brotes.

Su público ideal son aquellas pieles que buscan suavidad, reparación y un velo protector que les devuelva flexibilidad; sin embargo, usarla bien puede marcar la diferencia y Ortega insiste en un gesto simple: calentar la crema con las manos antes de aplicarla.

Con este pequeño truco, su textura se funde y se vuelve más maleable, evitando la sensación de pesadez y permitiendo trabajarla mejor sobre rostro o cuerpo. Este paso es casi obligatorio para quienes no disfrutan de las cremas densas, ya que convierte su aplicación en algo más ligero y agradable.

La experta comparte también usos alternativos que revelan la versatilidad de la fórmula. Uno de ellos consiste en mezclar una pequeña cantidad con tónico para improvisar una loción limpiadora, perfecta en un momento de apuro o para quienes buscan un gesto suave que no irrite.

Otro truco inesperado —y sorprendentemente efectivo— es aplicar una microgota en los pómulos para aportar brillo. El resultado es un glow sutil, casi húmedo, que embellece la piel madura sin necesidad de maquillaje.

El secreto de la crema Nivea no es la sofisticación, sino la constancia. A los 50, cuando la piel busca más sostén, más calma y más hidratación, esta crema puede ser una compañera perfecta.