Stephanie Winston Wolkoff y Melania Trump.

Stephanie Winston Wolkoff y Melania Trump. Shutterstock

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La mujer que deja a Melania de manipuladora e insensible madrastra, denunciada por Trump

Stephanie Winston Wolkoff, la que fuera asesora y mejor amiga de Melania Trump, desvela en su nuevo libro las intimidades de la primera dama. 

17 octubre, 2020 00:47

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De ser la asesora y mejor amiga de la primera dama de Estados Unidos a desvelar las intimidades de una de las parejas más importantes del mundo tras ser despedida. Eso le ha ocurrido a Stephanie Winston Wolkoff, la mujer que ha decidido no guardar por más tiempo los secretos e intimidades de Melania Trump, a la que acusa de haber cambiado con los años y ser ahora solamente un "caparazón de oro". 

El libro de Winston Wolkoff, Melania y yo: auge y caida de mi amistad con la primera dama, se sumó en septiembre a las anteriores obras no autorizadas por el presidente como la de su exconsejero de seguridad, John Bolton, o su sobrina Mary, que desvelan detalles de la personalidad, la vida personal, la gestión y, sobre todo, los trapos sucios del matrimonio.

La publicación, que salió a la venta en septiembre, ha sembrado de nuevo la polémica en torno al presidente y la primera dama, pero en esta ocasión ha llegado a unos meses de las elecciones presidenciales en las que Trump se juega la reelección. El presidente ha respondido denunciando a la escritora por incumplir las cláusulas de confidencialidad que Winston Wolkoff firmó en 2017, cuando comenzó a trabajar para Melania Trump. 

Wolkoff estuvo durante años trabajando para Vogue y más tarde en el Lincoln Center, centrada en la organización de eventos. Cuando Trump dio el salto definitivo a la política, Wolkoff llevaba años de profunda amistad con Melania y decidió seguirla a la Casa Blanca como asesora, según Town and Country Magazine (TAC) era una forma de "volver a ser relevante" en el mundo de la moda. 

A pesar de que muchos amigos la desaconsejaron tomar ese camino, ya que opinaban que le cerraría puertas, según TAC, ella optó por acompañar a su amiga a Washington. Durante los dos años que estuvo, ejerció de asesora senior encargándose en algunas ocasiones de hacer de portavoz para la prensa.

Donald y Melania Trump junto a Stephanie Winston Wolkoff.

Donald y Melania Trump junto a Stephanie Winston Wolkoff. Shutterstock

Tuvo bastante responsabilidad como asesora de la primera dama e incluso organizó la investidura de Trump. Sin embargo, su relación con Melania se torció tras ser despedida en 2018 después de que The New York Times publicase que su empresa había cobrado 26 millones de dólares por la organización de eventos, algo que Wolkoff negó un año más tarde a través de un comunicado al mismo periódico y aseguró a ABC News que estaba cooperando con los investigadores que indagan  en estas acusaciones de delitos financieros relacionados con los gastos del evento.

Después de más de un año alejada de la prensa, la exasesora ha decidido publicar su libro, que no deja del todo bien a Melania Trump y en el que cuenta conversaciones muy personales que mantuvieron sobre su relación con Ivanka Trump o con el mismo presidente, o la influencia de Melania en las decisiones gubernamentales. 

Relación con la "princesa"

Winston Wolkoff habla de las tensiones (muy comentadas en EEUU) entre Melania y su hijastra, Ivanka en el gran día de Donald Trump. Incluso afirma que la propia Melania llevó a cabo la llamada 'Operación bloqueo' para intentar que Ivanka no apareciera mucho tiempo en cámara ese día.

La primera dama supuestamente se refiere a ella como la "princesa" y, según la autora, su mala relación se ha hecho evidente en más ocasiones, no sólo en la investidura del presidente. Asegura que una vez recibió un mensaje de texto de la primera dama en el que llamaba "serpientes" a la hijastra y a su esposo, Jared Kushner, ambos asesores de la Casa Blanca.

El "caparazón de oro"

Winston Wolkoff dice que su amistad de 15 años con Melania Trump, a la que consideraba como la "hermana que nunca tuvo", terminó hace dos años después de que la primera dama la "traicionara". Supuestamente, la primera dama se negó a defenderla públicamente a ella y a un asistente de las acusaciones de mala gestión financiera mientras planeaba la investidura.

Piensa que fue "apuñalada por la espalda" por alguien que ha cambiado mucho durante el tiempo que se conocen. "Presencié la transformación de Melania de baño de oro a 24 quilates", escribe Winston Wolkoff.

"Mirarla ahora y ver que solo queda el caparazón de oro hace que me pregunte si eso es todo lo que alguna vez fue y si yo fui la tonta que compró el reloj de imitación en la esquina", añade.

Trump y otras mujeres

La autora también ofrece detalles sobre la vida privada de los Trump. En un capítulo, Winston Wolkoff describe cómo reaccionó la entonces futura primera dama en 2016 después de escuchar la grabación en la que su esposo se jacta de poder "tomar" mujeres a placer: "Puedes hacerles lo que quieras (a las mujeres) cuando eres una estrella", se le escucha decir.

Tras saber de eso, la esposa de Trump "estaba radiante, estaba sonriendo", escribe Winston Wolkoff. "Fue como si nada hubiera pasado. Ella sabe con quién se casó… Ella sabía en lo que se estaba metiendo y él también", dice la autora, quien agrega que Melania nunca votó en las elecciones presidenciales antes de 2016.

Ceño fruncido en 2017

Otro de los pasajes abordados por Winston Wolkoff es el de la polémica mueca que hizo la primera dama el día de la investidura de Trump, el 20 de enero de 2017. Aunque en la prensa y en las redes sociales se señaló que Melania Trump hizo un mal gesto hacia su esposo, la autora explica que fue por un incidente con su hijo Barron.

Melania Trump no hizo una mueca al recién elegido presidente, sino por un pisotón de su hijo, según la autora. "Melania de repente frunció el ceño y miró hacia abajo y a su derecha porque Barron le había dado una patada en el tobillo por accidente", explica.

Negativa a mudarse

El libro relata que la primera dama se negó a mudarse a la Casa Blanca durante cinco meses "hasta que la residencia sea remodelada y redecorada, empezando por una nueva ducha y retrete" diferente a los que tenían Barack y Michelle Obama.

También pidió que su oficina fuera pintada de rosa Middleton, llamado así por la colorista Catherine Middleton. Sin embargo, Trump se opuso a esa elección y ordenó un tono más oscuro.

Nada complaciente

Winston Wolkoff afirma que una frase que la primera dama repite con frecuencia es: "Complacer a los demás no es mi prioridad". "Siempre pragmática, concluyó que, dado que no tenía control sobre lo que la gente piensa de ella, por qué debería importarle lo que creyeran", una opción bien elegida dadas las constantes polémicas en torno a su marido y ella misma.

Además, Melania Trump también tendría cierta influencia en el presidente. En una ocasión, explica, protestó por que su esposo intentase levantar la prohibición a la importación de animales muertos de África como trofeo de cacería, una medida que presuntamente fue impulsada por los hijos del presidente.

El fin de la restricción se debía al controvertido viaje a Mongolia del hijo de Trump para cazar que costó 75.000 dólares a los estadounidenses. "Melania no simpatizaba con los esfuerzos de cabildeo de 'los chicos' por las armas y la caza o la extraña necesidad de colgar la cabeza de un animal muerto en la pared. Esa noche, ella hizo algo de cabildeo por su cuenta y su súplica a Donald realmente funcionó".

El presidente escribió en Twitter al día siguiente: "Puse la decisión sobre trofeos de caza mayor en espera hasta que revise todos los datos del asunto".

Poca sensibilidad

Debido a su semblante serio, Melania Trump ha sido considerada por muchos como una persona con apariencia insensible y fría. A pesar de que personas cercanas a Melania y la misma autora aseguran que ella es más cercana de lo que parece, Winston Wolkoff confirma en parte esos prejuicios, refiriéndose concretamente a un episodio en 2018 cuando el gobierno de Trump estaba bajo las críticas por la separación de niños y sus padres migrantes indocumentados.

La autora cuenta que en una llamada telefónica, la primera dama mostró poca compasión por esas familias. "No están con sus padres y es triste. Pero los agentes (de la Patrulla Fronteriza) me dijeron que los niños decían: 'Vaya, ¿tengo una cama? ¿Tendré un armario para mi ropa?'", recuerda. "Es más de lo que tienen en su propio país, donde duermen en el piso".