Rafael Bueno y uno de los peinados de la colección premiada.

Rafael Bueno y uno de los peinados de la colección premiada.

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El malagueño Rafael Bueno, mejor peluquero español: “Me siento orgulloso de seguir creciendo desde mi barrio"

El estilista malagueño se ha alzado con los galardones a Peluquero Español del Año y Pasarela Fígaro gracias a su impactante colección Rizoma, un homenaje a la creatividad y las raíces.

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Le han nombrado como el mejor peluquero español en dos ocasiones, la última hace unas semanas; pero los reconocimientos no se le han subido a la cabeza. El estilista malagueño Rafael Bueno habla con la misma cercanía con la que trabaja.

Desde su peluquería en el Puerto de la Torre, el malagueño puede presumir de una trayectoria profesional admirada por muchos y con reconocimiento internacional, pero siempre con los pies en el suelo. Dice que igual que adora trabajar con celebridades como Nathy Peluso, no se olvida de sus clientas de siempre, que le han aupado hasta ser el peluquero que es hoy.

Su madrina tenía una peluquería en Ciudad Jardín y allí fue donde Rafael descubrió la magia del oficio que lleva protagonizando su vida desde los 15 años: “Me encantaba ver cómo la gente entraba de una forma y salía totalmente cambiada, los cambios de looks eran mi perdición”, cuenta, en una entrevista telefónica con EL ESPAÑOL de Málaga.

Tras siete años aprendiendo con su tía, en 2004 decidió dar el salto y abrir su propio salón: Rafael Bueno Peluqueros. Así comenzó a crear su marca personal y lo hizo, por supuesto, en un local pequeñito de su barrio, Puerto de la Torre.

“Desde siempre me fue muy bien, pero en 2016 gané un certamen internacional [primer español elegido artista Supreme en el concurso Bangstyle celebrado en Los Ángeles] y ahí fue ya como el boom”, explica.

A partir de entonces su marca se consolidó y el salón creció hasta ocupar casi 700 metros cuadrados, con un equipo ampliado y colecciones propias que lo situaron entre los grandes nombres de la peluquería española.

Además de su trabajo diario, Bueno se dedica a la formación profesional desde hace casi una década. “Llevo unos ocho años como formador de Revlon Professional. Doy cursos de ondas y recogidos por distintos sitios, tanto a nivel nacional como internacional. He estado en Perú, Colombia, Ecuador... formando a peluqueros de allí”, relata.

Su estilo y su manera de entender la estética y la belleza también le han abierto las puertas del mundo de las celebrities: “He trabajado con Nathy Peluso, con Paz Vega, con Eva Longoria... pero normalmente soy yo el que va a los sitios, no vienen a mi salón. Cuando hay una alfombra roja o un evento especial, te llaman”, explica.

Sin embargo, no renuncia a su clientela de siempre: “Me encanta el tú a tú y el trato con el cliente. Puedo tener un día a Nathy Peluso y otro a una vecina de 80 años del Puerto, de toda la vida, y me encanta”, dice.

A pesar del éxito, Bueno nunca ha sentido la necesidad de mudarse a Madrid o Barcelona con su salón. “A mí me gusta donde soy, me ha funcionado, me va bien”, afirma. De hecho, su clientela va mucho más allá de su distrito: “El 80% no es del Puerto de la Torre. Tengo gente que viene de fuera de Málaga, incluso de Ceuta. Hay quien aprovecha sus vacaciones en la ciudad para venir al salón porque me siguen por redes y quieren que les atienda”.

Esa fidelidad del público confirma lo que él defiende: que el talento también puede crecer desde las raíces. “Yo me siento súper orgulloso de poder seguir creciendo y cada vez más estando en mi barrio de toda la vida”, dice con una sonrisa.

Rafael trabajando en Rizoma.

Rafael trabajando en Rizoma.

El mejor peluquero español

Su nombre ha sonado con fuerza en la última edición de los Premios Fígaro, los galardones más prestigiosos del sector. Los ha ganado dos veces con sus colecciones de vanguardia. “Me gusta mucho la vanguardia en peluquería porque son trabajos que me dejan fluir la imaginación. No son del día a día, son más de alta costura”, explica.

En Rizoma, que le ha llevado a alzarse con el premio este año, se inspira en las raíces. Bueno trató de buscar una armonía total entre cabello, estilismo y maquillaje. “Tenía muy claro que quería que fuera todo muy impactante, que tuviera coherencia. Y creo que ha funcionado, que a la gente le ha gustado mucho”, comenta. En la misma gala también logró hacerse con el premio Pasarela Fígaro por la misma colección.

Detrás de cada colección hay cientos de horas de trabajo. “Son trabajos que requieren mucha paciencia y dedicación. Yo lo hago como si fuera un hobby, cuando cierro el salón. No hago deporte; mi gimnasio es la peluquería”, bromea.

Y aunque reconoce que cada premio supone una nueva exigencia, ya que “el coco tiene que estar dándole muchas vueltas”, sigue disfrutando del proceso creativo: “Del error aprendo algo nuevo, igual que los cocineros cuando mezclan ingredientes y descubren sabores increíbles”.

Rafael, tras recibir los dos galardones.

Rafael, tras recibir los dos galardones.

Sus creaciones le han valido también el título de Mejor Peluquero Internacional en Canadá en 2024. Este año, vuelve a ser finalista en la misma categoría. Es el único español en la competición. “La gala se celebra el 16 de noviembre y soy finalista otra vez”, revela.

El reconocimiento internacional ha potenciado su visibilidad y le ha permitido conectar con artistas como Jedet, con quien mantiene una estrecha relación. “A partir de peinar a Nathy Peluso en la gala de los Goya, me conoció Jedet.

Desde entonces me llama mucho para eventos o alfombras rojas”, cuenta. La exposición mediática también tiene su efecto: “Cuando Nathy Peluso me compartió en sus redes, en un día me empezaron a seguir más de mil personas”.

Las redes sociales, admite, son ya una parte esencial de su trabajo: “Soy súper activo. Intercalo trabajos de moda con los del día a día, y alguna foto personal porque creo que a la gente le gusta ver tu rutina fuera del salón. Me dicen que separe lo personal de lo profesional, pero así me funciona”, confiesa.

Más allá del éxito, Bueno se define por su sencillez. “Soy una persona muy normal, muy humilde. A mí lo que me encanta es compartir”, asegura. Por eso, en sus formaciones, rehúye la idea de imponer técnicas: “Yo no voy a enseñar a cambiar el método de trabajo de nadie. Solo muestro cómo trabajo y qué me funciona”.