Imagen de un camarero.
Carlos, camarero de 25 años, sobre el trabajo en hostelería: "Hoy en día, los jóvenes quieren dinero rápido y sin esfuerzo"
Asegura que ha encontrado su sitio en una profesión que, afirma sin rodeos, requiere verdadera vocación.
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Carlos tiene 25 años y es camarero en Nerja. Trabaja desde los 17 en el sector, y a diario sirve a clientes en el Hotel Balcón de Europa, uno de los establecimientos más emblemáticos del municipio.
Asegura que ha encontrado su sitio en una profesión que, afirma sin rodeos, requiere verdadera vocación. “Este empleo o lo amas o lo odias”, sentencia.
Ramos pertenece a una generación que ha crecido observando los cambios acelerados de un sector tradicionalmente duro. Por eso habla sin tapujos de la transformación que ha vivido la hostelería en los últimos años. “Se le ha dado la vuelta a la tortilla. Antes te exigían en cualquier sitio más de 10 horas cobrando una miseria y asegurado solo 20 horas”, recuerda.
Su experiencia personal le permite hacer una comparativa clara: las condiciones laborales no son las mismas, y el reconocimiento hacia la profesión, aunque lento, avanza.
Sin embargo, el joven camarero también analiza con espíritu crítico algunos de los problemas actuales del sector, especialmente la falta de personal que muchos empresarios denuncian.
Para él, parte de la explicación está en un cambio de mentalidad entre los más jóvenes. “Quieren estar frente a un ordenador, sentadito, ganar dinero rápido y sin esfuerzo”, afirma con contundencia, subrayando que la hostelería exige presencia, ritmo y sacrificio, tres componentes que no todos están dispuestos a asumir.
Pese a ello, Ramos reconoce que las condiciones laborales han mejorado notablemente en los últimos años, en gran parte gracias a una mayor vigilancia del cumplimiento de los convenios. “Hoy en día, el convenio es el convenio y hay que respetarlo”, insiste.
Según explica, la regularización de horarios y salarios ha supuesto un alivio para muchos trabajadores del sector. “Cada vez está mejor pagado porque además es que lo merece”, añade. “Es un trabajo sacrificado y con horarios diferentes”.