En primer lugar, pensé que no me dejarían publicar un artículo con palabras que no admite la RAE [aún]. Pero aquí estamos, yo creo que es el espíritu navideño, que pone a la gente sensible.
Aunque la verdad es que diciembre tiene un sabor agridulce… como la última página de un libro o el final de esa serie que te tiene enganchada. Sabes que es el principio del fin, y eso [al menos a mí] me descoloca un poco.
Por un lado, te sientes feliz, como si soltaras un peso y empezara una nueva etapa, una nueva oportunidad para hacerlo mejor. Pero, por otro lado, te invade esa incertidumbre tonta.
Supongo que es normal ¿no?
Llevamos meses escuchando hablar de inteligencia artificial, tendencias que duran menos que la temporada de espetos en Málaga y una revolución tecnológica que avanza a pasos agigantados y parece burlarse de nuestro “obsoleto ritmo humano”.
¿No te abruma a ti también? No te creo
A mí es que me acoj*na [espera ¿puedo decir tacos aquí?]
¡Por cierto! Qué maleducada, ni siquiera me he presentado: Mi nombre es Victoria ROSA, y podría contarte quién soy, qué hago, por qué estoy aquí y todo ese bla bla bla institucional. Pero si lo hiciera, esta historia estaría destinada a ser breve y aburrida. Prefiero hablarte de cosas interesantes y que nos conozcamos de verdad, poco a poco, como quien se acerca a un cuadro sin esperar nada y encuentra un detalle que lo cambia todo.
Pero a ver ¿entonces? ¿Qué hace una chica como yo en una columna como esta?
Verás… lo cierto es que, hablando de diciembre, del principio del fin y todas esas cosas me vienen a la mente todos esos propósitos o “proposipuestos” como me gusta a mí llamarlos [que es una palabra que me acabo de inventar algo muy de moda entre las nuevas generaciones, ya lo verás en el próximo artículo].
No sé, ¿a ti no te parece que es una palabra que define a la perfección la intención real de algunos propósitos de año nuevo? Piénsalo, el resultado de la fusión entre → “Propósito” + “Pospuesto” = “PROPOSIPUESTO”.
Cómo esta columna, que se ha resistido hasta diciembre.
Que repito, esta palabra no es más que una ocurrencia en pleno brote creativo que retrata una realidad evidente: los jóvenes fusionamos y jugamos con el lenguaje a nuestro antojo.
Ya lo hizo Rosalía hace no tanto con su álbum “Motomami” y algunos ejemplos de este acontecimiento son palabras como: Instagrameable, buenrrollismo, dominguear o juernes. Todo esto sin entrar en anglicismos porque entonces sí que “apaga y vámonos”.
Pero bueno, que no cunda el pánico, vamos paso a paso: como te he comentado, desarrollaré todo este diccionario moderno conforme nos vayamos conociendo que si no se me queda un artículo muy largo y no quiero aburrirte en nuestra primera cita.
Volviendo al quid de la cuestión [que me enrollo más que las persianas].
Diciembre tiene esa magia rara de hacerte mirar hacia atrás aunque no quieras. Y lo interesante es cómo hacemos ese “flashback” ahora: en redes, con música épica, vídeos “recap” del año y un “storytelling” que ya quisieran los mismísimos anuncios de la Lotería de Navidad, te lo dice una publicista.
Ya no imprimimos fotos, ni rellenamos álbumes, ahora lo narramos en nuestro feed*[ Feed: la fachada digital de tu perfil en redes sociales ]
El cierre del año transformado en contenido, en obras que nos retratan y sí, todo parte de una misma base: los jóvenes nos comunicamos diferente. En eso coincidimos, ¿no?
Y oye, funciona: es una manera muy nuestra de entender quiénes somos y qué hemos vivido.
Entonces, ¿qué hago yo escribiendo aquí?
Pues, básicamente, observar.
Vengo a retratar lo que pasa en el mundo desde un punto de vista diferente: “Fuera del molde”
Nos vemos en el próximo capítulo. Artículo, quise decir.
VICTORIA ROSA 🌹