Cuando en 1636 se funda Harvard no era apenas más que un modesto College. Hoy, desde hace al menos cinco años, es la primera en la mayoría de los rankings con el de Shanghái a la cabeza como el más usado. Son los primeros del mundo en Ingeniería biomédica, Ciencias e Ingenierías medioambientales, Biotecnología, Biología, Medicina Clínica, Salud pública, Tecnología Médica.

En Ciencia y Vida del bioquímico exprofesor de la Sorbona Dr. Antonio Alcaide, leemos que cuando llega del CSIC a París a hacer su segundo doctorado en Chimie Biologique al equivalente francés, el CNRS (Centre National de Recherche Scientifique) de nuestro CSIC, descubrió que en Francia había dos doctorados, el nuestro Doctor de L’Université y el doctoract d’Etat. Le llama, el científico antequerano, entre recuerdos de su vega, de la Peña de los Enamorados y de nuestro poeta Muñoz Rojas, "el superdoctorado de las élites". Su centro de investigación, en Gif Sur Yvette en el valle de Chevreuse, era a finales de los 60 el primer centro del mundo en investigación de bioquímica de las sustancias naturales, superando al segundo, el MIT.

Hoy la Sorbona de París, es la 42 del mundo en Biotecnología. Sigue siendo una magnífica posición, pero Harvard la superó en algún momento entre los 60 y hoy. Muchos pensarán que se trata de recursos. En los 60, los EEUU estaban mucho más preparados económicamente que una Francia salida de dos guerras mundiales, de la guerra de Indochina y de la fratricida Guerra de Argelia.

Harvard apenas tenía un puñado de alumnos y de libros cuando ya había varias decenas de Universidades bien equipadas y dotadas, con docencia en latín, lenguas indígenas y castellano, abiertas a indios y mestizos. La Real Universidad de México, un ejemplo paradigmático, también conocida como Universidad San Pablo, creada por Carlos V en 1551, por ejemplo, contaba con veinticuatro cátedras, contando con dos de medicina. Es bueno recordar que en las colonias Inglesas del Norte, no hubo formación oficial en medicina hasta 1765 y no hubo ningún licenciado local hasta 1770 (Nueva York) y 1772 (Nueva Jersey). El lector curioso puede documentarse en C.H. Haring, El Imperio Hispánico en América (1966). Entre 1538, año de la creación de la primera Universidad en el continente americano en Santo Domingo, hasta la creación de Harvard se crean 13 Universidades (además de las dos citadas, Lima, La Paz, Bogotá (2), Quito (2), Mérida del Yucatán, Córdoba de Argentina, Cuzco, Charcas y Santiago de Chile.

Tengo para mí que nunca se ha tratado de una cuestión de medios sino de una aspiración real de excelencia, una ambición sana por ser los mejores, y decirlo y no dejar de trabajar cada día ni cejar en ese empeño. Tengo para mí que las sociedades que viven de espaldas a sus universidades, sin exigirles lo mejor, sin financiarlas bien, dejando que se escondan en la malentendida autonomía universitaria acaban decayendo. Durante muchos años la sociedad malagueña aspiró a una Universidad, el propio alcalde Francisco de la Torre desde la Diputación trabajó activamente por ello y colaboró, según me ha contado, con los hermanos Valle y con el propio Ricardo Valle (1936-2008) al que tan poco conocemos y tanto le debemos en España.

En una reunión con miembros distinguidos de la comunidad universitaria malagueña, hace apenas dos años, trasladé que teníamos que aspirar de verdad a ser un Silicon Valley (una comunidad de empresas innovadoras, colaborativas, internacionalizadas y excelentes con inversores y una Universidad como Stanford). No diré quién, por respeto, pero los que asistieron a aquella reunión recordarán que uno de los eminentes miembros de la comunidad universitaria me espetó: "Ezequiel no te engañes, ni vosotros – por el Málaga Tech Park- sois Sillicon Valley ni la Universidad es Stanford".

Me dijo una verdad lógica, una tautología, pero me sentó profundamente mal. No por la verdad incuestionable y objetiva sino porque me transmitía falta de ambición o, lo que es peor, una resignación, además de poco encaje de la crítica constructiva que hacíamos. Yo en varios foros digo que sueño con que un día, a un investigador o profesor de la UMA le den el Nobel. ¿Por qué no? Nunca vivirás el sueño que no has soñado.

Me parecía que no honrábamos al espíritu de Ricardo Valle que tras formarse en Madrid, completa como mi paisano Alcaide sus estudios en el extranjero, en Alemania en Gotinga en los 60 y que tras fundar y dirigir la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicaciones de Barcelona, sabedor de que necesitábamos el mejor conocimiento, dirige el Instituto Tecnológico para Postgraduados que, recuperando la mejor tradición de la Junta para la Ampliación de Estudios, se propone elevar el conocimiento en tecnologías de los mejores cerebros de nuestras escuelas técnicas.

El proyecto mandó a doctorarse al Massachusetts Institute of Technology (a 3,7 kilómetros de Harvard), al Georgia Tech, a Carnegie Mellon a muchos de nuestros mejores cerebros que acabaron trabajando de vuelta a Europa en las empresas y nunca han dejado de colaborar con la academia. El ITP estaba soportado por las empresas del INI fundamentalmente (algunas viven y son privadas como Endesa, Telefónica con el compromiso de su presidente Barrera de Irimo, Seat cuyo entonces presidente Juan Miguel Antoñanzas fue un entusiasta del proyecto). Hasta el Banco Mundial puso fondos para la financiación de un proyecto tan ambicioso como costoso. ¿Por qué se extinguió el ITP? ¿No seguimos necesitando formar y traer a los mejores?

Pienso que aquellos hombres aspiraban a elevar el nivel tecnológico de España al mayor estándar posible y eso formó a la generación que nos hizo pasar de los 12.000 dólares per cápita hasta los 24.000 de 1998. Entre esos hombres cuento con algunos admirados amigos ingenieros como el ex Secretario de Estado de Telecomunicaciones, Francisco Ros, uno de los que más ha contribuido a la transformación y tracción tecnológica de los últimos años, el DNI digital o la TDT, entre muchas otras cosas se las debemos a su gestión.

Es verdad que la Universidad de Málaga ocupa el 701 a 800. En algunas disciplinas ocupa buenas posiciones: Turismo (51-75), Ciencias y Veterinaria (151-200) y nuestras queridas ingenierías eléctricas y electrónica y enfermería (201-300). En informática y ciencias de la computación estamos entre las 400-500 mejores del mundo. Casualmente estamos bien en campos en los que somos profesional y empresarialmente buenos. Nunca falla. Tenemos una magnífica industria de la hospitalidad y el turismo, y no es causal que la mayor universidad privada de Turismo y servicios de Hospitalidad está en Málaga, en particular Les Roches en Marbella. Tenemos un importante clúster empresarial en el Málaga Tech Park con más de 600 empresas y 20.000 trabajadores, que tira de la Informática y todas sus especialidades, la Inteligencia artificial, la ciberseguridad, y de las ingenierías eléctricas y electrónicas. Desde 2020 la UMA ha mejorado en el Ranking de Shanghai.

¿Qué podemos hacer para estar entre las 50 mejores del mundo, para que nuestras áreas fuertes se posicionen como ya lo hacemos en Turismo? Con un presupuesto de 297 millones de euros en 2021 para 36.707 estudiantes la UMA contaba con un déficit de financiación respecto de Sevilla de 1.200 euros por alumno y de 1.460 euros por alumno respecto de Granada. Solo financiándonos igual que nuestras centenarias vecinas tendríamos 51,3 millones más. Eso sí, esperamos que si hay buena gestión y superávit como lo hubo durante el Covid no le limpien, encima, la caja desde la Consejería Hispalense.

Para ser justos, quizá el académico que me echó el jarro de agua fría se refirió a que Stanford tiene un presupuesto de 8.150 millones de dólares de los que 1.319 millones (el 16%) provienen de las aportaciones de las empresas a programas de investigación. Las empresas en Málaga tenemos que aportar del orden de 45 millones de euros a nuestra Universidad. Aún falta mucho.

Para ser justos, y estar como Granada y Sevilla nos faltan 51,3 millones de ingresos al año. Granada recibe de empresas privadas 1.174.450 euros (el 0,23%) frente a 1.028.000 en Málaga (0,34%). Los ingresos por patentes de ambas son insignificantes, casi sonrojantes: Granada 10.000 euros, en concepto 591 de los presupuestos de Málaga y Sevilla ni se mencionan las patentes. ¿Dónde está la tan cacareada transferencia? La Escuela de Ingenieros Industriales cuenta con un instrumento, la AICIA que debiera tener importantes ingresos por royalties de patentes pero tampoco he sabido encontrarlo.

Bueno es saber que ocupamos la muy mala posición 26 del Ranking en España. Compartimos el nivel (701-800) con La Laguna, Jaén, Castilla La Mancha, Lleida, la Politécnica de Cataluña, y en los primeros puestos de España están Universidad de Barcelona (151-200), la Autónoma de Barcelona, la Complutense de Madrid, la Universidad de Granada (201-300), la de Valencia, la Autónoma de Madrid y la Pompeu Fabra (301-400).

Málaga es la sexta mayor ciudad de España por población (577.405 en 2021). Nuestra provincia tiene 1,7 millones de habitantes. Por PIB, con 32.000 millones de euros en 2018, somos la novena economía provincial. ¿Por qué no tenemos nuestra Universidad entre las 10 primeras?

Otro distinguido catedrático de nuestra UMA me contestó un día que yo no era justo, que Granada (puesto 201) y Sevilla (posición 401) fundadas en 1531 y 1505 respectivamente tenían 500 años más de tradición universitaria que los recién cumplidos 50 de Málaga. Que no estaba valorando la gran evolución en 50 años. Es posible, pero la Universitat Pompeu Fabra, de la que tuve el honor de ser miembro de su Consejo Social y antes profesor en una de sus instituciones adscritas, la Barcelona School of Management, se fundó en 1990, solo tiene 32 añitos y está en la posición 301-400, por delante de Sevilla. La Universidad Hebrea de Jerusalén (77) o la de Tel Aviv posición 43 del mundo en matemáticas o estadística, no son mucho más antiguas que Málaga. Por tanto, no es la fecha de fundación lo más determinante.

Casualmente, todas las que nos superan, aparte de la excelencia en ciertas materias, tienen un número mucho mayor de estudiantes de doctorado de los que una fracción muy importante son estudiantes internacionales. En Granada, de los 52.000 alumni, 9.166 son graduados y el 22% internacionales. Nuestras cifras en Málaga son la mitad, solo 632 estudiantes internacionales de post grado, el 13% de los 4.868 en total.

En Málaga, del total de 36.707 estudiantes solo hay 1.998 internacionales, un 5,4%. Una de las ciudades más hospitalarias, abiertas, conectadas (avión, AVE, autopistas) , una de las ciudades con más calidad de vida y más visitadas por viajeros de toda España y de Europa, no usa sus activos para convertir su Universidad en la más internacional y cosmopolita de España. Nos falta ese eje estratégico tras Málaga ciudad para Vivir, Málaga ciudad para visitar, Málaga Ciudad para invertir ahora nos falta Málaga Ciudad para Estudiar.

Las cuatro universidades de Barcelona (UB, UAB, UPF y UPC) que están en las primeras 10 posiciones tienen unos 30.000 estudiantes de post grado, de los que 12.500 son internacionales variando entre el 39% de la UB y UAB y el elevadísimo 45,2% de doctorandos y post docs internacionales en la Pompeu Fabra.

En California, Stanford, la número 2 del mundo tiene 3.136 alumnos internacionales graduados, un 34,2%. Efectivamente querido catedrático y doctor, no somos Stanford. Nos queda mucho y pasa por traer a Málaga a los mejores en las áreas claves del conocimiento, con posiciones de profesor invitado, de investigador distinguido o becas como las que instauró Andreu Mas Collell, las becas ICREA, para traer a los mejores centros catalanes los mejores profesores e investigadores del mundo. Eso les ayudó en su día a dar el salto.

Siempre que voy a California me llama la atención que allí hay UCLA (University of California Los Ángeles la 13 del mundo), UC Davis, UC Irvine , UC Berkeley (la 5ª) además de Southern California, UC San Francisco (la 19), UC San Diego (la 21), UC Santa Cruz, UC Riverside, Chico, Fresno, o el mismísimo CalTech (la 9ª) y por eso las mayores empresas del mundo por capitalización bursátil han nacido y crecen allí, donde el 90% de los activos son intangibles y basados en la innovación y el conocimiento. Un día quizá tengamos nuestra UAM, UAS y UAG, University of Andalucía con 3 grandes campus Málaga, Granada y Sevilla, 145.000 alumnos de los que el 45% sean internacionales. Un día podríamos tener el 16% del presupuesto de la Universidad provenientes de los contratos de investigación, transferencia e innovación y explotar los derechos de las patentes porque tenemos un tejido empresarial innovador y competitivo gestionado por alumni muy bien formados.

Aquí es más fácil hacer un edificio (tangible) por 20 millones que traer a los 50 mejores del mundo para formar a 500 expertos (intangible) que se impliquen en el ecosistema y nos ayuden a dar el salto del 26 al 10.

Desde la Fundación Instituto Ricardo Valle de Innovación planteamos este desafío como oportunidad para todo el ecosistema innovador, académico e investigador. Una Universidad más rica, más internacionalizada. Siguiente paso: ser lo que nos corresponde por nuestra posición en la economía y demografía española, pasar al número 10 e implicar a las otras universidades andaluzas, especialmente a Granada y Sevilla.