Malagueñas bailando en la feria del Centro.

Malagueñas bailando en la feria del Centro. EFE

Málaga ciudad

Los malagueños siguen presentes en la Feria del Centro: "Sigue viva, aunque antes tenía muchas más actividades"

Los locales exigen que el horario sea más largo, que pongan más actividades y que escuchen para saber cuáles son los problemas de la Feria del Centro.

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Francisco Sánchez
Publicada

La Feria del Centro de Málaga es el corazón de las fiestas grandes que cada mes de agosto protagonizan el fin del verano en la capital. Con el paso del tiempo, el Real ha ido ganando público y lleva años en el ojo del huracán de la opinión pública. Para muchos malagueños, ha perdido su esencia.

Para otros sigue siendo un punto de encuentro imprescindible, aunque con matices. Lo cierto es que los cambios de los últimos años, desde la reducción horaria hasta las restricciones para beber en la calle, han abierto un debate que no deja indiferente a nadie.

La Feria del Centro de Málaga no debería dejar de existir”, sentencia Francisco, vecino del Palo, con la seguridad de quien ha vivido muchas ediciones. A su lado, José asiente: “A las seis de la tarde cortar… ya corta todo el rollo. Todavía es muy buena hora para divertirse”.

Esa queja la repiten una y otra vez muchos de los asistentes al centro y muestran que estos días existe una sensación generalizada: la fiesta se apaga demasiado pronto.

Una de las críticas más comentadas por los entrevistados es que el Ayuntamiento parece empujar, poco a poco, a la gente hacia el Cortijo de Torres. “Las autoridades están intentando desplazarla al Real”, comenta otro vecino, convencido de que detrás de las medidas restrictivas hay una estrategia.

No es solo una cuestión de horarios: la prohibición de beber en la vía pública también ha cambiado la fisonomía de la feria en el centro. “Lo de no beber fuera en la calle lo veo normal por el tema de limpieza, pero también corta un poco todo”, reflexiona un joven.

Un grupo de flamencas en la Feria del Centro de Málaga

Un grupo de flamencas en la Feria del Centro de Málaga Francisco Sánchez

El problema, apuntan muchos, es que los bares del centro no siempre pueden absorber la afluencia de gente. “Hay locales pequeñitos y no cabemos dentro. Al final tienes que buscarte la vida en la calle”, dicen.

Esa tensión entre orden y espontaneidad es, quizás, una de las claves de por qué algunos sienten que se está perdiendo la “gracia” del centro.

A la sensación de pérdida de esencia se suma otro fenómeno: la invasión turística. “El número de viajeros ha subido muchísimo, sobre todo en la Feria del Centro”, comentan varios malagueños, que perciben que el espacio se ha transformado en un escenario más pensado para visitantes que para los propios vecinos.

Ingleses, franceses, alemanes o italianos llenan las calles mientras los malagueños se sienten cada vez más desplazados. “El centrro de Málaga se ha terminado para los malagueños, por desgracia. Ya no podemos venir como antes. Todo está muy caro. Tú te sientes alejada, como si no vivieras en tu ciudad”, lamenta Rosa.

Una feria más breve, pero también más diversa

No todo son críticas. Hay quienes defienden que la feria sigue viva, aunque distinta. “En resumidas cuentas, se está muy bien. Cada uno va a los sitios que conoce, se pega a sus bailecitos con su copita”, dice Francisco, con media sonrisa.

Además, para muchos la doble vertiente –el Centro de día y el Real de noche– permite disfrutar de experiencias distintas. “Aquí nos tomamos nuestra cervecita, escuchamos los cantos tradicionales de Málaga, los Verdiales… y después nos vamos al Real a bailar latino”, cuentan dos amigos. Esa combinación de raíces y modernidad, reconocen, también tiene su encanto.

Los veteranos, sin embargo, insisten en que la feria del centro “ya no es lo que era”. Paco recuerda cómo antes la Plaza de la Marina albergaba casetas con bailes llegados de Galicia, Canarias o incluso África: “Ahora lo veo como más vaguillo. Antes había más actividades”.

Esa falta de propuestas culturales y festivas hace que algunos califiquen la feria de hoy como “artificial”. “Yo la veo impuesta, no natural. El Real es el Real, allí lo sientes más”, concluye otro asistente.

Un grupo cantando en la Plaza de la Constitución en la Feria de Málaga

Un grupo cantando en la Plaza de la Constitución en la Feria de Málaga Francisco Sánchez

La palabra que se repite es “esencia”. La feria del centro nació hace décadas como una forma de mantener la celebración en el corazón de la ciudad. Hoy, sin embargo, algunos creen que esa esencia se diluye entre normas, turistas y precios imposibles.

Yo he vivido la feria cuando se celebraba en el centro hasta las once de la noche. Ahora, a las seis, se acaba. Es imposible que tenga la misma magia”, explica una vecina con nostalgia.

Las propuestas para mejorar no faltan. “Más casetas familiares, precios más acordes a la economía malagueña”, sugieren algunos. Otros abogan por alargar el horario hasta las ocho o nueve de la noche.

También hay quien pide recuperar espacios de sombra y frescura que inviten a quedarse más tiempo en el centro. La idea común es clara: devolverle al malagueño su feria.

La Feria del Centro de Málaga vive un momento de encrucijada. Entre quienes la defienden como un patrimonio inamovible y quienes la critican por haberse transformado en un producto turístico, el debate está abierto.

Lo que sí queda patente es que, para los malagueños, el vínculo emocional con la feria sigue intacto, aunque teñido de desencanto.

Quizás, al final, todo se resuma en esa frase de Francisco: “La feria de Málaga, del centro, no debería dejar de existir”. Y aunque el reloj marque las seis y las calles se vacíen, el deseo compartido es que la fiesta, de alguna manera, encuentre la forma de volver a ser lo que fue. Porque en Málaga, como bien dicen sus vecinos, la esencia nunca debería apagarse antes de tiempo.