Seguro que alguna vez le ha pasado: está circulando en plena noche por una carretera en la oscuridad más absoluta y de repente se encuentra con que el coche que circula delante no lleva ningún tipo de luz en la parte trasera. Sin embargo, cuando lo adelanta, parece que sí lleva las luces delanteras encendidas. Esta situación se repite cada vez más, con el peligro que ello conlleva y, aunque parezca increíble, tiene que ver con los coches de alquiler y los turistas que los conducen, principalmente.

Desde 2012, todos los vehículos nuevos que circulan por las carreteras de la Unión Europea están obligados a llevar luces diurnas, es decir, aquellas que se encienden automáticamente al girar la llave de arranque del coche. Estas luces sirven únicamente para que el vehículo sea vea claramente a distancia, aunque no tengan capacidad para iluminar la carretera, aumentando la seguridad en momentos de baja visibilidad, a pesar de que los pilotos traseros del vehículo no se encienden. Ese detalle, más bien error en la legislación, crea confusión a muchos conductores que se suben a un coche distinto al suyo por primera vez, especialmente los de alquiler.

Las luces diurnas solo sirven para que nos vean, pero no tienen potencia ni haz de luz suficiente como para iluminar la carretera. Sin embargo, cuando alguien que acaba de alquilar un vehículo, sobre todo de noche, arranca el motor, se da cuenta que hay luz a su alrededor y cree que lleva las luces encendidas. Imagine la tensión de llegar a una ciudad que no conoces, con un coche que no es el tuyo y quizá también en un país donde no se habla tu idioma. Al final ese conductor tiene otras preocupaciones y sale a carretera solo con las luces diurnas conectadas automáticamente y con la parte de atrás del vehículo a oscuras, pero sin saber que no lleva las luces obligatorias conectadas.

Decía que son los conductores de vehículos de alquiler los que suelen tener este peligroso olvido, pero también le pasa a cualquiera que se compre un coche y venga de uno anterior a 2012, donde no llevaban este dispositivo, a uno actual con el que no está familiarizado. En la práctica le pasa lo mismo que al conductor de uno de alquiler, sobre todo si circula en entornos urbanos, mucho más iluminados y donde parece que no es tan necesaria la luz tradicional de un vehículo.

La solución sería fácil: obligar a todos los fabricantes a partir de ahora a que lleven instalados de serie el sensor de luz, aquel que hace que se enciendan automáticamente cuando llega la noche, al entrar en un túnel o cuando está nublado o lloviendo. Es un dispositivo barato, de no más de 150 euros, que solucionaría de un plumazo un grave problema de seguridad vial que va a más. Algo de más difícil solución serían los cientos de miles de coches que se han vendido desde 2012, que seguirían creando esa confusión, aunque, desde el punto de vista de la reglamentación, es el conductor el único responsable de asegurarse que las luces estén encendidas de noche.

Mientras tanto, solo nos queda avisar a los conductores confundidos cuando llegamos a su altura de que circulan con las luces apagadas.