Una imagen corporativa de Moneytrans.

Una imagen corporativa de Moneytrans. Cedida

Economía

Esta empresa de Málaga lidera en RD Congo desde c/La Unión: Moneytrans, la multinacional a pie de calle

Nació como un puesto familiar de conversión de moneda en Torremolinos y hoy está presente en más de 140 países.

25 abril, 2022 06:10

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Todo comenzó en un quiosco de uno por dos metros en la localidad malagueña de Torremolinos. Hace ya tres décadas, el joven Francisco Sánchez montaba con su padre una oficina de cambio de divisa en la calle San Miguel. Libras esterlinas, marcos alemanes o liras italianas se pasaban a las pesetas de entonces. Funcionó bien y el hijo comenzó a recorrer países para abrir nuevas oficinas a su paso.

Lo que desde 1991 era Change Center pivotó en 2001, con la entrada del euro, en Moneytrans: una empresa multinacional de envío instantáneo de dinero con presencia en más de 140 países que sigue manteniendo su corazón en una humilde oficina en calle La Unión, en el barrio de Cruz de Humilladero, Málaga capital.

Francisco Sánchez —malagueño de madre holandesa y padre catedrático en Empresariales creyente más en un buen profesional que en un mal egresado universitario— es el presidente y fundador de esta improbable multinacional, con 500 empleados y 100 millones de clientes, que sigue empeñado en mantener el espíritu de ser "una empresa familiar con un estilo familiar", según explica en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga.

La aventura

"Moneytrans es una empresa que se encarga de enviar dinero de un punto A a un punto B inmediatamente. Por ejemplo, un cliente que está en Málaga quiere a Argentina, va a una oficina nuestra y en Buenos Aires le pagan cinco minutos más tarde. Somos más rápidos que los bancos y más baratos; además, garantizamos cuándo llega y cuánto llega", defiende Francisco Sánchez.

¿Su gran secreto? Su red por todo el mundo, especialmente valiosa en África pero muy presente en todos los "pasillos de dinero" por la inmigración (Latinoamérica y Europa del Este) y en la que han invertido veinte años: "Son países complejos, tienes que visitarlos y hablar con el director del banco, de la empresa de microcréditos o la empresa de móviles", cuenta. Esos socios locales proveen la infraestructura para recibir el dinero enviado desde España, por ejemplo, y distribuirlo a sus destinatarios.

Sánchez comenzó como un joven aventurero yendo a Francia, Holanda y Bélgica para expandir su oficina de cambio de origen torremolinense. El espíritu se mantuvo y se ha pateado en torno a la mitad de los países en los que se ha expandido su empresa, empezando por un lugar clave: República Democrática del Congo, donde actualmente emplean a medio centenar de personas y son —de acuerdo con datos de la embajada— la compañía española con más presencia en el país.

Después de la implantación del euro, en torno al 80% de su negocio de cambio de divisas quedó fuera de juego, por lo que hubo que buscar nuevos horizontes. Por pura casualidad, un cajero de la oficina de cambio de Bruselas era congoleño y le habló de "un negocio que en ese momento no conocía": las transferencias de dinero.

Imagen de archivo de una oficina de Moneytrans en RD Congo.

Imagen de archivo de una oficina de Moneytrans en RD Congo. Cedida

Sánchez cogió un avión y se plantó en la capital del país, Kinshasa, donde se encontró con colas que daban la vuelta a la manzana de personas esperando hasta varios días para recibir el dinero que le mandaban familiares desde otras partes del mundo. Llegó a estar un año viviendo en la R. D. del Congo: "Lo de viajar a sitios donde nadie va me gusta mucho y nunca me ha dado nada de miedo", asegura.

En aquel momento, las primeras transferencias eran "con fax y Excel, por teléfono" y los estadounidenses de Western Union dominaban el sector a nivel global con comisiones altísimas, de en torno a un 20% por transferencia. La apuesta de Moneytrans fue hacerlo "lo más barato posible", hasta tres veces menos porcentaje en las transferencias. Se corrió la voz y multiplicó varias veces la clientela, lo que supuso que pudiera lograr ganancias "al volumen".

"La diáspora africana me pedía Ruanda, Burkina Faso, Senegal. Yo cogía el avión, me iba a la ciudad y me ponía a preguntar con uno y con otro. Me acercaba a la oficina central, les explicaba que somos una oficina de transferencias...", relata el presidente y fundador de la compañía malagueña, que recuerda que ha "perdido millones de horas" buscando al socio adecuado en cada país: "El contacto físico es importante, tienes que ir y cenar con él".

Solo así se aseguraba la firmeza de la red que iba tejiendo: "En los negocios financieros de cualquier modelo lo más importante es la confianza. El precio es secundario. La gente trabaja mucho y los euros o dólares que guarden para su madre les tiene que llegar inmediatamente. Siempre es urgente: para pagar el hospital, el colegio, lo que sea", argumenta. 

Publicidad de Moneytrans en la R. D. del Congo.

Publicidad de Moneytrans en la R. D. del Congo. Cedida

"La red que tengo es muy fiable porque la experiencia la he vivido yo en primera persona", resume.

La empresa

El siguiente paso fue la creación de una plataforma informática suficientemente abierta como para poder conectarla con cualquier sistema bancario que se puedan encontrar en cada país. Francisco Sánchez subraya que la informática ha sido una gran inversión de la empresa, hasta el punto de facilitar el aterrizaje en otros países sin necesidad de pateárselo antes.

Hoy, la red de Moneytrans sigue siendo su mayor activo y se la ofrecen a otras empresas de tecnología financiera o fintechs: "Seguimos creciendo un 20%, seguimos expandiendo la red y estamos firmando muchas fintechs americanas ya asiáticas que se encuentran en África un hueso duro de roer", indica Sánchez.

Para mantener esa evolución, en diciembre por primera vez un fondo de inversión entró en el accionarado de la empresa, con un 18%. "No quería perder el control de la empresa, lo he hecho todo a pulmón", cuenta el presidente y fundador malagueño. Como otras compañías tecnológicas pioneras en la Costa del Sol, su éxito se sustentó nada más que en sus propios beneficios a través del bootstrapping.

Sede de Moneytrans en Málaga.

Sede de Moneytrans en Málaga. Cedida

Con todo, Sánchez —poco amigo de las reuniones y de la proliferación de altos directivos dentro de la empresa— quiere seguir manteniendo su filosofía empresarial. Cree en la libertad del empleado y en los resultados: "los números cantan". "Fabrico mini empresarios, yo le digo: La empresa es vuestra. Yo os doy un camino y vosotros, a desarrollarlo", afirma.

El enfoque austero de Moneytrans, heredero del pequeño negocio familiar que un día fue, enlaza con la personalidad de la Málaga tecnológica, que considera que tiene un potencial "brutal" para sacar a la ciudad del "ciclo de construcción y hoteles". Desde su perspectiva, muchos son los factores que impulsan el ecosistema (la proactividad de sus agentes, la calidad de vida, la seguridad, los precios bajos, las infraestructuras, el clima), pero todavía faltan inversores y oficinas.

El futuro

Los próximos pasos de la multinacional de Cruz de Humilladero pasa por "bancarizar" a sus clientes, una apuesta por la inclusión financiera de las comunidades migrantes a través de lo que han llamado una Smile Account, una "cuenta de banco sin banco" en la que cuentan con todas las posibilidades "salvo el crédito y el ahorro".

"Los bancos no quieren a los clientes pobres. El banco quiere clientes que le piden un crédito para un coche, una hipoteca, o lo que sea. Yo tengo un tipo de cliente que vive justito: se paga su piso aquí, su alquiler, su móvil y su seguro, y luego envía 50 o 100 euros a su familia", valora Francisco Sánchez. Es a ellos a quien está ofreciendo productos como seguros de repatriación o seguro médico, hasta convertir Moneytrans en una superapp para migrantes que sigue la estela de titanes como la china WeChat.

Su objetivo sigue siendo simplificar "lo máximo posible" y hacer lo más fáciles posibles las gestiones financieras en suelo ajeno. Es por ello que esta hoy multinacional intenta seguir funcionando a pie de calle, como lo hacía en sus inicios el estanco de cambio de divisas en Torremolinos.

"Dos veces al año el personal tiene que trabajar en la oficina en la calle, a hacer transferencias y vender tarjetas. A algunos no les hace mucha gracia", ríe Francisco Sánchez. "Al final, es el cliente el que decide si le gusta el producto. Estar en la calle es muy importante", sentencia.