La afición desplazada a Butarque acabó pitando al equipo

La afición desplazada a Butarque acabó pitando al equipo Málaga C.F.

Málaga C.F.

Se rompen todos los puentes entre el Málaga y su afición

La afición también estalló contra los jugadores tras el partido de Butarque, al grito de "jugadores mercenarios". 

14 octubre, 2022 05:00

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Los puentes han saltado en el Málaga CF. Solo mantiene un hilo de empatía con el malaguismo el que menos culpa tiene de todo esto, Pepe Mel, que tras el partido de Leganés se bajó del autobús para hablar con los aficionados que estaban gritando contra los jugadores tras la derrota en las puertas del estadio de Butarque. El técnico pidió paciencia, al menos un mes. 

Tras el infumable final de temporada pasada, en la que el Málaga casi se va a las catacumbas, Manolo Gaspar pidió un reseteo a todos, al club, al entrenador, a los jugadores y a la afición. Sobre el papel, se había configurado una plantilla fiable, con tiempo para trabajar con ella antes del inicio de liga, aunque descompensada en las bandas. 

Pero la pelota echó a rodar y el castillo empezó a caerse. Era de naipes. Con catorce incorporaciones más los jugadores más fiables del curso pasado, la afición le daba el beneficio de la duda a un equipo que no carburaba desde el inicio. Y en la jornada cuatro se cobraron la primera víctima. Fue el entrenador, Pablo Guede, el que fue despedido al grito de "¡Guede, vete ya!" tras la derrota 1-2 contra el Albacete. Los aficionados, los que pagan el carné temporada tras temporada "contra viento y marea", ya venía de sufrir un bochornoso 0-4 contra Las Palmas. El ídolo caído. 

Pero ese día no se escapó tampoco Manolo Gaspar. También salió desde las gradas de Martiricos el "¡Manolo, vete ya!", aunque algo más tímido. Al día siguiente salió para ponerle el pecho a las balas aprovechando que hacía el balance del mercado de fichajes. Todavía era pronto, aunque el Málaga no pintaba bien. 

Después llegaron las pintadas en las paredes del Anexo. El equipo volvió a caer en Huesca y las paredes del campo de entrenamiento del Málaga aparecieron llenas de mensajes que disparaban contra todos. Administrados judicial, Manolo Gaspar, delegado, segundo entrenador, jefa de comunicación, e incluso el alcalde de Málaga. Desde la institución se respondió con otras pintadas. En cualquier caso, todos estaban en el punto de mira. Salvo los jugadores. 

En los pasillos de La Rosaleda se comentaba que de un "¡Guede, vete ya!" ya no se sale. Y no se salió. El argentino, de hecho, no volvió a vérselas con el público, porque el equipo perdió en Huesca y Tenerife de manera consecutiva y puso su cargo a disposición del club según la versión oficial. 

Mel cogió el testigo y, con sus planteamientos, demostró la evidencia. A la plantilla le faltaban muchos efectivos. Aunque el juego mejoró, era otro Málaga. 

Pero el Málaga ha continuado sin ganar. A pesar de ello, parte de la afición empleó su día de descanso para meterse en un autobús e ir a Leganés a animar a los suyos, que solo le ofrecieron unos aseados 45 minutos. El equipo volvió a caerse tras el descanso. 

Y al final del choque, los únicos que hasta entonces han estado a salvo de las críticas, también recibieron el desencanto de los malaguistas: "Jugadores, mercenarios" se les cantaba mientras se subían al autobús a las puertas de Butarque. Entonces, Pepe Mel se acercó a los que gritaban, cansados del equipo, para pedirles más paciencia y un mes más para que su equipo funcione.

Si se tiene, serán doce meses de paciencia los que lleva guardando el malaguismo. Mucho tiempo.