María posa para EL ESPAÑOL de Málaga en su capilla querida.
El Lunes Santo más bonito de la vida de María, la guardesa de Dolores del Puente: "Ella es mi vida entera"
La Junta de Gobierno aprobó por aclamación la concesión de la distinción como Hermana de Honor para esta mujer, de 83 años, que lleva más de 20 años cuidando la capilla.
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Quien haya pasado alguna vez por el Pasillo de Santo Domingo, seguro que ha visto a una mujer rubia, de ojos azules, saludando con una sonrisa a todo el que se detiene ante la capilla de la Virgen de los Dolores del Puente. Esa mujer es María López. Aunque para Málaga, desde hace más de dos décadas, es simplemente María, la de la capilla, esa que para todos los cofrades es casi una abuela que les ha visto crecer frente a un seco Guadalmedina.
Este Lunes Santo, a sus 83 años, vivirá el más emocionante de su vida: hace unos días fue nombrada Hermana de Honor de la cofradía de los Dolores del Puente, una distinción que la acerca un poco más a ella y que no hay nadie que merezca más.
"Me pasé el día llorando, hija. Pero de alegría, ¿eh?", confiesa emocionada María. "Yo soy muy sentimental, y esto para mí ha sido... no sé, una cosa muy grande. Muy bonita, muy bonita", dice. María lleva casi dos décadas cuidando la capilla como si fuera su propia casa. Se encarga de limpiarla, de colocar flores frescas, de atender a los fieles, de vender estampas, rosarios o llaveros. Y, sobre todo, de mantener viva la presencia de la Virgen. "Me hace mucha compañía. Yo me encomiendo a ella, y todo me sale bien", asegura.
No ha sido sencillo coincidir con ella tras dos semanas sin acudir a la capilla por una operación que le han hecho en la nariz. "No me podía dar el sol porque me quitaron un granito que al final tenía más raíz de la cuenta. Pero ya estoy aquí con ella", apunta con una sonrisa.
Aunque ya no abre la capilla por las tardes como antes —su doctora le dice que por la tarde, al menos, tiene que descansar—, cada mañana sigue yendo siempre que el tiempo lo permita, pues tiene miedo a resbalarse. "Aquí me entretengo, hablo con una, hablo con otra… ando un poquito", dice. Y es que María no para. Hace apenas un año sufrió dos infartos y fue operada del corazón. "Me pusieron tres alambres. Yo les digo alambres, pero tú ya me entiendes", comenta entre risas. "Pero sigo aquí. Porque yo en la casa no puedo estar, se me cae el techo encima".
María, en el acto.
De Gavá a Málaga, con la Virgen en el corazón
María nació en Málaga, de madre perchelera y padre portugués. Pero de joven tuvo que irse a Barcelona con su familia. Trabajó limpiando una farmacia y allí, en Gavá, conoció a su marido. Tuvieron siete hijos, uno falleció. Cuando enviudó y ya todos sus hijos habían hecho sus vidas, comenzaron los sueños, que se unieron a sus ganas de volver a sus raíces. "Soñaba con la Virgen de los Dolores del Puente. Me llamaba. Tenía que volver a la capilla". Y así lo hizo. Dejó todo y regresó a Málaga. Cáritas le buscó un techo, y Jesús Castellanos, cofundador de la cofradía, le dio la llave de la capilla sabiendo que le confiaría su misma vida.
Y es que la historia de cómo llegó a ser la guardesa parece escrita por la propia virgen. Un día, María fue a visitar al Cautivo y, de pronto, al pasar por el puente de la Aurora, algo la desvió hacia la capilla de los Dolores del Puente. Se encontró la capilla cerrada y a una mujer rezando en su reja.
Un homenaje a María.
Le preguntó cuándo abrían y la señora, sin saber darle respuesta, la mandó a hablar con Jesús. Cuando volvió con él, la mujer ya no estaba. Ambos fueron a la capilla. Jesús la miró y le dijo que volviera al día siguiente, que ya hablarían. Y así fue como las llaves de la capilla acabaron en sus manos. "A mí eso me marcó. Siempre he querido saber quién era aquella mujer que rezaba, todo fue gracias a ella", reconoce María.
La anciana sigue viviendo en un corralón de Santa Sofía, en el barrio de La Trinidad, un lugar que más que casa es un hogar para ella. "La gente es muy buena conmigo, yo no le pido a nadie, pero todo el mundo me ayuda", dice con una sonrisa, después de que una mujer se acerque a ella y le de "algo para el desayuno".
Aunque hace gran parte de su vida en El Perchel, últimamente está contenta por atreverse a coger el autobús para llegar a Churriana, donde reside una de sus hijas. "Me voy y me vengo en mi autobús. Pero luego siempre vuelvo, que tengo que estar con Ella. Mientras pueda moverme, me tengo que mover. El día que no pueda, ya veremos", sostiene con rotundidad
Este Lunes Santo, cuando la Virgen de los Dolores del Puente recorra las calles de Málaga, María estará en la capilla, atendiendo a los fieles que se acerquen a comprar recuerdos o que simplemente quieran ponerle a la virgen una vela. Será un Lunes Santo como otro cualquiera, pero con la tranquilidad de saber que su trabajo de décadas ha sido reconocido.
Una imagen de María con la Virgen de los Dolores del Puente.
María es la primera persona de la cofradía que recibe este título honorífico. Nadie hasta ahora cuenta con el título de Hermano de Honor y solo cuatro tienen su medalla de oro. Cuando se anunció este reconocimiento, la hermandad publicó un formulario de adhesión para que todo aquel que lo deseara pudiera 'otorgarle', de cierta forma, en su nombre, este título. Recibieron cientos de comentarios.
Ella lo vive con humildad, pero con una emoción que se le nota en la voz. "Estoy muy contenta. Muy agradecida. A mí me han dado mucho cariño. El hermano mayor es un encanto. Todo el mundo me cuida mucho y es el mejor regalo que me puede dar ella, que es lo mejor de mi vida", añade.
Y mientras lo cuenta, se le humedecen los ojos. "Es que soy muy sentimental, ya te he dicho. Pero esta alegría... es que no se me olvida", zanja.